En la Antártida, las plataformas de hielo están colapsando. ¿Qué tan rápido van a subir los océanos?
El colapso de una plataforma de hielo en la Antártida Oriental, después de que la temperatura subiera 21 °C por encima de lo normal, dispara un alerta más al este, donde un solo glaciar podría aumentar en varios metros el nivel global de los océanos.
La plataforma de hielo de Thwaites, en la Antártida Occidental, es la extensión flotante del glaciar homónimo, que desemboca en el mar. Aproximadamente dos tercios de la plataforma de hielo ya se han derrumbado. En diciembre de 2021, los científicos vieron signos alarmantes de desintegración en la pieza restante. Las plataformas de hielo (también llamadas barreras) ralentizan el avance del hielo terrestre sobre el mar, manteniendo bajo control el aumento del nivel del océano.
Todo lo que la científica Erin Pettit podía ver cuando miraba las fotos satelitales de la plataforma de hielo frente al glaciar Thwaites, en la Antártida Occidental, era la gigantesca grieta que se extendía por la mayor parte de la imagen.
Dos años antes, cuando ella y sus colegas decidieron dónde ubicar su campamento de investigación, toda la plataforma de hielo flotante (un pico de hielo que sobresale del enorme glaciar que hay detrás) era sólida. Pensaron que era bastante seguro planear un campamento allí.
Pero en diciembre pasado, cuando se preparaban para ir al campamento, las imágenes revelaron enormes grietas en el hielo que apuntaban directamente hacia el campamento.
Era poco probable que las grietas crecieran lo suficientemente rápido como para ponerlos en peligro a ellos directamente, pero para Pettit, este evento significó algo aún más aterrador: el inicio de la desaparición de la plataforma de hielo, que es un paso hacia una desintegración más grande del glaciar mismo.
En marzo, la Antártida Oriental (el otro lado del continente, que es todavía más frío) sufrió el primer colapso de una plataforma de hielo. Cuando una tardía ola de calor austral de verano trajo a la región temperaturas extraordinarias y fuertes vientos, la plataforma de hielo Conger se desintegró en cuestión de días.
El inesperado colapso puso de manifiesto la importancia de (y la incertidumbre sobre) las plataformas de hielo del continente, que actúan como tapones que controlan el flujo de hielo de la tierra al mar. Los científicos temen que su incipiente desaparición sea el comienzo de una mayor pérdida de hielo y de un aumento del nivel de los océanos que afectaría a países de todo el mundo.
A pesar del colapso de Conger, la preocupación más urgente siguen siendo las plataformas de hielo que bordean a la Antártida Occidental, donde trabaja Pettit. Su descubrimiento en diciembre de 2021 sugirió que la plataforma de hielo de Thwaites podría desintegrarse dentro de esta década, dejando al enorme e inusualmente precario glaciar desprotegido.
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Mapa que muestra la localización y extensión de las plataformas de hielo (también llamadas barreras de hielo) en 2020 y la ubicación de la barrera de Conger, que colapsó en marzo de 2022.
Del tamaño de Florida, el glaciar Thwaites contiene suficiente hielo para elevar 0,60 metros el global nivel del mar. También es un cuello de botella que protege la capa de hielo más grande de la Antártida Occidental, lo que elevaría el nivel del mar 3,5 metros si se derritiera por completo. Y debido a algunas peculiaridades cruciales y aterradoras de la geología y la geografía, Thwaites podría algún día convertirse en uno de los motores más significativos del aumento del nivel del mar global.
“Es el glaciar más importante del mundo”, afirma Julia Wellner, geóloga marina de la Universidad de Houston.
Y la trayectoria en la que parece encontrarse es “alarmante”, añade el glaciólogo de la Universidad de Colorado Ted Scambos, quien co-dirige un importante programa de investigación desde hace varios años en Thwaites.
“Thwaites podría cambiar la historia. Podría cambiar las reglas del juego respecto de lo que tenemos que hacer para finales de siglo” e incluso después, para poder adaptarnos al aumento del nivel del mar, advierte, desde la construcción de una protección “dura”, como diques, hasta abandonar la línea de la costa.
Los mares están subiendo ahora
Aunque un pronóstico preciso es imposible, está claro hacia dónde se dirige el nivel del mar: hacia arriba, posiblemente muchísimo y pronto. A la mayoría de las comunidades costeras incluso les está costando reconocer la realidad, dice A.R. Siders, sociólogo de la Universidad de Delaware.
“No se trata de si los mares se elevarán dos metros, sino de cuándo. Solo tenemos que tomar la decisión [de adaptarnos], incluso con cierta incertidumbre”,
A nivel global, los mares han aumentado un poco más de 20 centímetros desde 1900, pero la crecida se está acelerando: una cuarta parte de ese proceso ocurrió a partir de 2006.
En el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado en 2021, los científicos determinaron que el promedio global del nivel del mar está aumentando alrededor de 3,7 milímetros cada año. El IPCC proyectó con “seguridad media” que aumentaría otros 38 o hasta 76 centímetros para 2100 y que seguirá aumentando durante siglos.
Algunas regiones están registrando un aumento más rápido que el promedio global. La Costa Este de los Estados Unidos, por ejemplo, está siendo golpeada con más fuerza en parte porque la Corriente del Golfo se está desacelerando y canalizando menos agua lejos de la costa.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) proyectó a principios de este año que las costas de ese país probablemente vean en promedio un aumento del nivel del mar de 0,30 centímetros para 2050 y 0,60 centímetros para 2100.
Hay unos 110 millones de personas en todo el mundo que viven en zonas vulnerables a las inundaciones por mareas altas. Con mares unos 30 centímetros más altos, cientos de miles de hogares estadounidenses en todas sus costas, pero especialmente en las regiones del Este y del Golfo, podrían verse inundados con una frecuencia tan elevada como la semanal. 60 centímetros sumergirían gran parte de las Maldivas y otras pequeñas naciones insulares.
Pero incluso para el año 2100 el aumento del nivel del mar podría ser mayor a 60 centímetros. Si no controlamos las emisiones y el planeta se calienta 5 ºC, según un informe reciente de la NOAA y otras agencias, hay un 50% de posibilidades de que los mares suban más de un metro en 2100, y un 10% de que suban más de dos metros.
La mayor fuente de incertidumbre, aparte de cuán rápido elegiremos reducir las emisiones, es cuán rápido una capa de hielo sobrecalentada puede desmoronarse y derretirse, especialmente las capas de hielo antárticas, que contienen suficiente agua para elevar el nivel del mar en 58 metros.
Miles de millones de toneladas de hielo antártico ya están cayendo al mar cada año, pero aportan sólo una pequeña fracción, alrededor del 10%, al aumento total del nivel del mar. La mayor parte del aumento proviene de la expansión del agua de mar a medida que se calienta, de los glaciares de montaña y del derretimiento del hielo de Groenlandia, que probablemente se acelerará hacia el final del siglo.
En algún momento del futuro, la Antártida también comenzará a descargar mucho más hielo derretido a los océanos. La pregunta es si ese cambio tomará siglos en desarrollarse, remodelando las líneas costeras lo suficientemente lentamente como para que las comunidades puedan adaptarse, o si sucederá más rápido.
Pero la dinámica de las plataformas de hielo y los glaciares es terriblemente difícil de predecir, especialmente porque un calentamiento global de esta magnitud y velocidad no tiene precedentes en la era de la observación humana.
“Probablemente no vayamos a resolver esto de manera definitiva en las próximas décadas”, lamenta Bob Kopp, un experto en el aumento del nivel del mar en la Universidad de Rutgers.
Mientras tanto, él y otros científicos temen que la Antártida Occidental pueda cruzar un punto de inflexión más allá del cual la pérdida masiva y acelerada de hielo se vuelve inevitable.
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El ciclo vicioso que amenaza a Thwaites
Uno de los lugares que están vigilando muy de cerca en busca de signos de catástrofe es el glaciar Thwaites, que ya es responsable del 4% del aumento del nivel del mar global.
A diferencia de la mayoría de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida Oriental, la mayor parte del hielo de la Antártida Occidental se asienta sobre un lecho de roca que se encuentra por debajo del nivel del mar.
El hielo, de más de 1.800 metros de grosor en algunos lugares, desborda en una profunda cuenca, cuyo borde apenas asoma por encima del nivel actual del mar. Más allá del borde, el hielo se encuentra con el océano en la llamada “línea de apoyo”, una gigantesca pared submarina que se eleva desde el fondo marino. En la superficie, el hielo continúa hacia el mar como una plataforma flotante, parecida a la cabeza o sombrero de un hongo.
A medida que el aire caliente y el agua del mar derriten el hielo, la línea de costa retrocede. El momento de miedo llegará cuando retroceda más allá del borde de la cuenca rocosa; más allá de ese punto, el lecho de roca bajo el hielo se inclina hacia el interior de la Antártida.
Cualquier retroceso adicional sólo hará que la pared de hielo submarina sea más alta, exponiendo más hielo al agua, que puede entonces derretirlo más rápidamente, lo que empuja el enclave aún más hacia atrás, un círculo vicioso de retroceso. El término técnico para este efecto es “inestabilidad de la capa de hielo marina”, conocido como MISI, por sus siglas en inglés.
En el glaciar Thwaites, la línea de apoyo ya está cerca del borde de la cuenca.
Cuando un glaciar pierde su plataforma de hielo circundante, su frente se convierte en un alto acantilado de hielo vertical que se extiende desde el fondo marino hasta la superficie. Este acantilado desnudo suele ser fundamentalmente inestable, “como un castillo de arena”, compara Jeremy Bassis, de la Universidad de Michigan. Esto se debe a que existe un límite físico más allá del cual el material (arena o hielo) no puede sostenerse por sí mismo.
En 2012, Bassis y Catherine Walker sugirieron que si los acantilados de hielo superaban los 1.000 metros de altura, una posibilidad muy real en la cuenca de Thwaites, podrían empezar a derrumbarse de forma catastrófica, acelerando el retroceso y dejando al descubierto acantilados de hielo cada vez más altos, y así sucesivamente. Como la inestabilidad de las plataformas de hielo marinas, pero con esteroides.
Cuando los demás científicos añadieron este proceso a sus modelos de la capa de hielo, descubrieron algo impactante. En un estudio de 2016, un equipo demostró que, en el peor escenario de emisiones, casi toda la capa de hielo de la Antártida Occidental podría perderse en 500 años. Para el año 2100, el derretimiento de la región podría añadir 80 centímetros adicionales a los océanos del mundo.
La barrera de hielo de Conger, en la Antártida Oriental, se quebró recientemente durante un inusual período cálido hacia el final del verano austral. Se venía degradando lentamente a lo largo de los años, pero su colapso se dio de forma repentina, cuando se alzaron vientos y las temperaturas llegaron a superar los 21 °C por encima de lo normal, alcanzando los todavía frescos -12 °C.
Desde entonces, estudios más detallados han sofocado un poco ese temor, principalmente al descubrir que cuando los acantilados de hielo son demasiado altos, pueden hundirse en lugar de derrumbarse.
Eso frena considerablemente la pérdida de hielo, reduciendo la contribución de la Antártida Occidental al aumento del nivel del mar a 33 centímetros adicionales para 2100. Podría ser incluso mucho menos (unos pocos centímetros) si se reducen las emisiones inmediatamente.
La primera señal: una plataforma de hielo que se derrumba
El primer paso en la desintegración del glaciar Thwaites es la desintegración de sus plataformas de hielo protectoras, que lo apuntalan y frenan su inexorable deslizamiento hacia el mar. Ya han desaparecido dos tercios de los 1,6 kilómetros de costa del glaciar. En esos lugares, el hielo fluye tres veces más rápido.
Por eso Erin Pettit se quedó tan sorprendida el año pasado cuando vio las grietas que atravesaban la plataforma de hielo cerca de su campamento, en el último tramo de 40 kilómetros.
La plataforma se ha mantenido en su lugar gracias a una tenue conexión con una cresta rocosa en el fondo del océano que llegaba lo suficientemente alto como para enganchar el fondo del hielo. Pero esta temporada, Pettit y sus colegas descubrieron que la plataforma de hielo ya no estaba en contacto con la cresta y empezaba a desprenderse más rápido de lo que podían imaginar.
Esta parte de la plataforma de hielo, explica Pettit, está atravesada por finas roturas que apenas se mantienen unidas. Es “probable que se rompa en cientos de icebergs, como lo haría la ventana de un coche”, dice. Esa desintegración es probable dentro de la década y posiblemente ocurra tan pronto como dentro de tres años.
Esto no aumentará el nivel del mar porque la plataforma de hielo ya está flotando; ya está en el océano. Pero cuanto más rápido el glaciar que está detrás derrame más hielo en el mar, más rápido subirá el nivel del mar.
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¿Cuánto y qué tan rápido?
La geometría de la Antártida Occidental es tal que, si el glaciar Thwaites colapsara, mucho más hielo lo seguiría. Es bastante seguro, sin embargo, que Thwaites no tendrá mucho efecto en el nivel del mar antes de 2050, dice Ben Hamlington, un experto en aumento del nivel del mar en el Laboratorio de Retropropulsión de la NASA y uno de los autores del reciente informe de aumento del nivel del mar en los Estados Unidos.
Más allá de eso, dice, las cosas se vuelven mucho menos seguras, debido a la compleja interacción entre las plataformas de hielo, las capas de hielo, la forma del lecho de roca y la incertidumbre sobre cuánto más carbono seguiremos emitiendo.
Si bien algunos de los procesos que podrían causar pérdidas rápidas y dramáticas de hielo podrían comenzar en las próximas décadas, es poco probable que sus efectos completos se extiendan hasta bien entrada la década de 2100.
Todavía no está claro si Thwaites ha cruzado el umbral del cambio irreversible y un estudio reciente, publicado en Nature, sugiere que todavía hay tiempo para evitarlo. Según el informe, mantener el calentamiento global a menos de 2 ºC, (el objetivo del Acuerdo de París, que todavía es técnicamente posible) debería ser suficiente para evitar, o al menos reducir drásticamente, el declive de Thwaites y de muchos otros glaciares antárticos. El planeta ya se calentó 1,1 ºC.
La inestabilidad de la capa de hielo de la Antártida Occidental es, en esencia, un punto de inflexión: si se cruza ese límite, hay pocas esperanzas de retorno. Un calentamiento sostenido de más de 3 ºC, por ejemplo, podría generar una eventual subida del nivel del mar de 6 a 9 metros en los próximos cientos o 1000 años.
Incluso si en el futuro fuera posible eliminar suficiente dióxido de carbono de la atmósfera para que las temperaturas volviesen a bajar, las capas de hielo serían probablemente irrecuperables: les cuesta mucho más formarse que romperse.
“Ya estamos viendo que las capas de hielo retroceden mucho más de lo que puede volver a crecer en una vida humana”, dice Wellner.