Funerales ecológicos: cómo cuidar el medio ambiente hasta en la muerte
El entierro y la incineración tradicionales contaminan el suelo y emiten dióxido de carbono. La gente busca nuevas formas de respetar el medio ambiente, como el compostaje humano, incluso tras fallecer.
Un maniquí envuelto en una mortaja muestra la ceremonia de "inhumación" en Recompose, un centro de compostaje humano de Seattle. El compostaje humano, la cremación en el agua y los entierros ecológicos están ganando adeptos a medida que la gente intenta minimizar su impacto ambiental tras la muerte.
A principios de este año, Nueva York se convirtió en el sexto estado de Estados Unidos en legalizar el llamado compostaje humano. En 2022, el arzobispo Desmond Tutu optó por ser incinerado no con llamas, sino con agua, en un proceso llamado hidrólisis alcalina. En 2019, el actor Luke Perry fue enterrado con un "traje hongo" hecho de algodón y sembrado con esporas del reino fungi.. Todos formaban parte de un impulso para hacer que la vida después de la muerte fuera más ecológica.
El cuidado de la muerte se ha mantenido en gran medida sin cambios en Estados Unidos desde que el embalsamamiento y el entierro se convirtieron en el método de facto ya en la Guerra Civil, señala Caitlin Doughty, funeraria y fundadora de la organización sin fines de lucro de defensa del cuidado de la muerte Orden de la Buena Muerte. La mayoría de la gente ni siquiera tiene acceso a otras opciones: los entierros y la incineración son los únicos métodos legales en los 50 estados.
Los métodos tradicionales de enterramiento perjudican al planeta de varias maneras. El embalsamamiento ralentiza la descomposición del cuerpo de una persona para que esté presentable en un funeral, pero después del entierro, los productos químicos utilizados para tal procedimiento se filtran en el suelo. Los ataúdes requieren enormes cantidades de madera y metal, y los cementerios suelen construir bóvedas de hormigón en el suelo para protegerlos. Incluso la cremación requiere mucho combustible y genera millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono al año.
Ahora, sin embargo, se están ofreciendo cada vez más diversas alternativas teóricamente más sostenibles para el cuidado de los difuntos. Esto es lo que hay que saber.
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¿Qué son los entierros ecológicos?
Los entierros verdes se han utilizado desde que el ser humano entierra cadáveres. Tanto los nativos americanos como las comunidades judías utilizan tradicionalmente los entierros verdes. Pero en las últimas generaciones han pasado de moda al optar por entierros más elaborados. Los entierros verdes o "sencillos" se utilizaban más para las personas en situación de vulnerabilidad y los pupilos del Estado.
Por lo general, se definen como entierros en los que se utilizan materiales no tóxicos y biodegradables. En un entierro verde típico, el difunto se viste con un sudario de algodón 100% y se entierra en una caja de pino lisa.
En algunos casos, las personas optan por "convertirse" en un árbol al morir, plantando un árbol sobre su parcela. Sin embargo, las vainas para enterrar árboles que iniciaron esta tendencia (en las que los cuerpos se envuelven en una vaina con forma de huevo que supuestamente alimenta las raíces de un árbol joven) no están disponibles para uso comercial y no está claro si son siquiera viables.
Casi todos los cementerios de Estados Unidos tienen una zona reservada para enterramientos ecológicos o "sencillos", según Ed Bixby, presidente del Green Burial Council (GBC), que ayuda a educar y certificar los cementerios que cumplen normas de sostenibilidad. En algunos lugares de enterramiento, las parcelas se marcan con GPS y un marcador de piedra natural; de lo contrario, se deja que la zona crezca de forma silvestre, pareciéndose menos a un cementerio y más a una reserva natural llena de vida.
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La mayoría de las familias que optan por la inhumación natural también renuncian al embalsamamiento, ya que consideran que es un proceso demasiado invasivo, cuando la refrigeración por sí sola conserva adecuadamente el cuerpo.
Adeline O'Keefe, de The Natural Death Centre, posa con un ataúd de bambú en Clissold Park, Londres. Esta organización es una de las muchas que trabajan en todo el mundo para acercar la atención a la muerte a las familias y organizar funerales respetuosos con el medio ambiente.
Pero, ¿podrían estos sencillos enterramientos contribuir a la propagación de enfermedades o a la contaminación de la tierra? Los datos de las investigaciones existentes sobre cementerios tradicionales "no indican que los cadáveres sean peligrosos en sí mismos", afirma Lee Webster, director de New Hampshire Funeral Resources and Education y ex director del GBC, quien añade que las bóvedas, los productos químicos y los recipientes no orgánicos utilizados en los enterramientos tradicionales sí contribuyen a la contaminación.
Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha encontrado "pruebas de que los cadáveres supongan un riesgo de enfermedad epidémica: la mayoría de los agentes no sobreviven mucho tiempo en el cuerpo humano tras la muerte".
Aún así, no está claro si algunas de las nuevas variantes de entierros verdes son eficaces. Por ejemplo, la marca responsable del traje de setas de Luke Perry afirmaba que neutralizaría las toxinas y devolvería los nutrientes a la tierra. Sin embargo, años antes, el fabricante del traje había contratado a la funeraria Melissa Unfred para que lo estudiara, y Unfred descubrió que no había pruebas de que el traje tuviera ningún efecto real.
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Cremación acuática: qué es y por qué contamina menos
Una cremación crea un promedio de 242 kilos de dióxido de carbono, declaró un científico a Nat Geo en 2016. Las toxinas del líquido de embalsamamiento y los implantes no orgánicos, como marcapasos o empastes dentales, también se convierten en humo. La cremación en agua (también conocida como acuamación o hidrólisis alcalina) produce el mismo resultado con un impacto medioambiental significativamente menor y, para algunos, un beneficio espiritual.
Los nativos hawaianos practicaron una forma de cremación en agua durante miles de años. Utilizaban agua volcánica caliente para descomponer los cuerpos de sus seres queridos, explica Dean Fisher, consultor en cremación acuática y antiguo director del programa de donación de cadáveres de la Clínica Mayo. Después enterraban los huesos restantes, donde creían que se almacenaba la esencia espiritual del alma.
Esta tradición ha dejado de practicarse en los últimos años, pero en julio de 2022 Hawai legalizó la cremación en el agua, con lo que vuelve a estar al alcance de todos.
Las máquinas de cremación en agua bombean un líquido alcalino caliente alrededor del cuerpo durante cuatro a seis horas, acelerando exponencialmente el proceso natural de descomposición. Los cuerpos pueden embalsamarse o no y vestirse con cualquier material 100% natural. Una vez descompuesto el cuerpo, solo quedan los huesos y los implantes no orgánicos. Los huesos se secan, se trituran y se devuelven a la familia.
El único subproducto de la cremación en el agua es agua estéril no tóxica que puede reciclarse en el suministro de agua local (unos 1000 litros). Además, no hay emisiones al suelo ni al aire.
Pero la cremación en agua tiene sus inconvenientes. Por un lado, las cremaciones tradicionales son más fáciles de conseguir, más rápidas y normalmente más baratas. La cremación en el agua también requiere energía para calentar el agua y hacer funcionar la bomba, aunque un estudio holandés de 2011 mostró que solo implica el 10% de la energía utilizada en la cremación con fuego.
Además, algunos detractores de la cremación en agua argumentan que es inmoral o irrespetuosa con el difunto, algo así como tirar al ser querido por el desagüe. Sin embargo, sus defensores replican que la cremación en agua simplemente acelera el proceso natural de descomposición y no difiere del embalsamamiento rutinario, que también se somete a un tratamiento con agua para neutralizarla.
En cualquier caso, la cremación en agua parece estar ganando adeptos en Estados Unidos. Actualmente es legal en 28 estados, y 15 de ellos la aprobaron en la última década.
Compostaje humano: otra opción ecológica post muerte
El compostaje humano convierte los restos mortales en tierra mediante un proceso muy controlado, muy distinto del compostaje de alimentos que se puede hacer en el jardín de casa. En un contenedor sellado, se envuelve el cuerpo en una mezcla de materiales naturales como virutas de madera y paja. A lo largo de un mes o más, el recipiente se calienta gracias a los microbios activos que empiezan a descomponer el cuerpo. Unos ventiladores insuflan oxígeno al recipiente, que se gira periódicamente para reactivar los microbios.
Al cabo de 30 a 50 días, se extraen los huesos y cualquier materia no orgánica. A continuación, los huesos se trituran y se devuelven al material. Se tarda unas semanas más en "curar", a medida que los microbios terminan su trabajo y la tierra se seca. El resultado final es 0.7 metros cúbicos de compost que las familias pueden utilizar o donar a causas medioambientales.
El compostaje humano, también llamado reducción orgánica natural (NOR, por sus siglas en inglés), tiene costos medioambientales. Se necesita combustible para transportar elementos como astillas de madera, y electricidad para alimentar las bombas de aire, los ventiladores y la rotación del recipiente.
"Como empresa, estamos empezando a ajustar [esos elementos]", sostiene Katrina Spade, fundadora de Recompose, la primera instalación NOR de Estados Unidos, situada en Seattle (Washington). Sin embargo, la evaluación del proceso realizada por la propia empresa demuestra que se ahorra algo más de una tonelada métrica de carbono por persona en comparación con la cremación o el entierro tradicionales.
El compostaje humano es poco frecuente. En Europa solo es legal en Suecia y, en Estados Unidos, solo es legal en seis estados, el último en Nueva York en enero pasado. Pero un legislador de Massachusetts también ha propuesto un proyecto de ley para permitir el compostaje humano, y defensores como Spade creen que varios estados lo legalizarán en 2023.
Pero incluso si no estás interesado en una vida después de la muerte respetuosa con el medio ambiente, los defensores dicen que estos entierros alternativos tienen otra ventaja: las familias pueden implicarse más en el cuidado de la muerte de sus seres queridos, desde bañarlos y vestirlos en casa hasta bajar su cuerpo a la tumba si eligen un entierro ecológico.
"No es obligatorio. Pero siempre se anima a hacer lo que se pueda, si se desea", dice Bixby, y añade que la mayoría de las familias aceptan formar parte del proceso: "Pasan por todo un abanico de emociones pero cuando terminan, tienen una sonrisa genuinamente serena en el rostro. Han encontrado un mayor sentido de la aceptación de su paso por el proceso".