Los bosques sumergidos de macroalgas podrían ser la clave para luchar contra el cambio climático
Un equipo multidisciplinar de investigadores ha zarpado hacia el fin del mundo para estudiar un ecosistema marino esencial para luchar contra el cambio climático. La expedición, apoyada por National Geographic Society, pretende recopilar datos sobre los bosques de macroalgas situados en la Península Mitre, en la Patagonia argentina, considerados importantes sumideros de carbono.
En el extremo sur del continente americano, en el archipiélago de Tierra del Fuego, enormes manchas de algas se extienden varios metros bajo la superficie del océano. Son los bosques de macroalgas, literalmente bosques sumergidos y "uno de los ecosistemas más inhóspitos e inexplorados del planeta", afirma Cristian Lagger, biólogo marino, investigador del Laboratorio de Ecología Marina del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA/Conicet), director científico de la Fundación Por el mar, y explorador que dirigió la expedición apoyada por National Geographic Society.
Según el biólogo, los bosques de macroalgas se encuentran entre los ecosistemas más biodiversos y productivos del mundo. Además, ocupan el 28% de los ambientes costeros del planeta, lo que equivaldría a una superficie similar a la de la selva amazónica si se agruparan en un solo lugar.
Sin embargo, aún se sabe poco de este ecosistema debido a su ubicación y a los retos a los que se enfrentan los equipos de investigación. "Navegar por el mar de la Península Mitre es complicado. Esta región es una de las latitudes más peligrosas para la navegación", relata Lagger durante una entrevista con este medio. "No es de extrañar que el lugar sea un conocido cementerio de naufragios".
En un viaje de 15 horas desde Ushuaia, la última ciudad al sur de Argentina, hasta el punto de inmersión, Lagger y su equipo de exploradores se enfrentaron a un mar agitado, niebla y lluvia, poca visibilidad y al riesgo inminente de impactar contra rocas sumergidas y afiladas.
La expedición tuvo lugar en septiembre, el último mes del invierno patagónico, por lo que el frío también fue un obstáculo. "Probablemente fuimos la primera expedición científica en realizar buceos en esos sitios de la Península durante el invierno". Elegimos la fecha a propósito porque queríamos estudiar la variación estacional desde el punto de vista biológico y ecológico, ya que habíamos tomado muestras en verano", explica el explorador.
En el paisaje nevado de Tierra del Fuego, las aguas marinas alcanzaron los 5 grados centígrados, lo que delimitó el tiempo que los buceadores podían permanecer bajo el agua. "Para que las inmersiones fueran seguras no podíamos permanecer sumergidos más de 45 minutos. Así que tuvimos que recoger todos los datos científicos y las fotos muy rápidamente", agrega.
Por qué estudiar los bosques sumergidos de macroalgas
Lagger y su equipo, formado por biólogos marinos, oceanógrafos, buceadores científicos, fotógrafos, documentalistas, artistas audiovisuales, educadores y apneístas, se sumergieron en los bosques marinos con una misión: entender cómo influye este ecosistema en el cambio climático y destacar la importancia de su conservación.
Para el biólogo, al igual que los bosques terrestres, la estructura tridimensional de los bosques de macroalgas sustenta un elevado número de especies, varias de las cuales son endémicas (es decir, solo habitan allí). "También sirven de refugio o como zonas de desove para varias especies, lo que ya los sitúa en un nivel de importancia para la conservación", afirma el explorador.
Además, los bosques de macroalgas sumergidos prestan servicios ecosistémicos esenciales para el ser humano, como la protección de las costas frente a las tormentas y la subida del nivel del mar, la seguridad alimentaria de las comunidades costeras y el ocio turístico. Y esto no solo a escala local, sino también mundial, ya que los ecosistemas de macroalgas constituyen el 30% de las zonas costeras del planeta, según precisa Lagger.
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Sin embargo, el principal punto de interés para la investigación científica es comprender cómo y cuánto contribuyen las macroalgas a mitigar el cambio climático. Según Lagger, los bosques sumergidos pueden almacenar grandes cantidades de carbono orgánico, lo que les ha valido el reconocimiento como depósitos de "carbono azul".
El carbono azul es un concepto que se refiere a todo el carbono que se captura de la atmósfera o del océano y se almacena en los ecosistemas costeros. Además de los bosques de macroalgas, los estuarios marinos, los manglares y las praderas marinas se han identificado como importantes ecosistemas de almacenamiento de carbono. "Pero aún se subestima el potencial de almacenamiento y secuestro de carbono de los bosques sumergidos", señala el explorador.
Para estudiar esta capacidad, el equipo de exploradores recogió muestras de las macroalgas, entre las que se encontraban las especies Macrocystis pyrifera y Lessonia flavicans. "Durante la expedición, llegamos a recoger ejemplares de M. pyrifera de más de 22 metros de altura y 120 kilos de peso húmedo", informa Lagger.
A partir de este muestreo, los investigadores utilizarán los datos obtenidos (como peso húmedo, cantidad de macroalgas por metro cuadrado, etc) para identificar la capacidad de almacenamiento de carbono de los bosques sumergidos de la Península Mitre. Para Lagger, "el proceso de análisis, que no se hace sobre el terreno sino delante de un ordenador con hojas de cálculo con muchos datos, es lento. Pero así es como se hace ciencia y esperamos tener resultados prometedores".
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Conocer para preservar los bosques de algas
Además de aprender más sobre la biología y la ecología de los bosques de macroalgas de Argentina, los exploradores de National Geographic Society pretenden generar conciencia sobre la existencia de estos ecosistemas.
En ese sentido, Lagger sostiene que la expedición se preocupó por crear contenidos audiovisuales y artísticos (como algunas de las fotos publicadas en este reportaje) para "crear empatía y concienciar sobre la importancia de proteger estos increíbles entornos submarinos".
Uno de los responsables de capturar los contenidos fue Armando Vega, fotógrafo mexicano y explorador de National Geographic. Para él, contar la historia de los bosques sumergidos de la Península Mitre era una parte tan importante de la expedición como la parte científica. "Nuestro trabajo quería aportar una sensibilidad capaz de conmover a la gente y enamorarla de este entorno", relata Vega.
"Mientras más gente conozca estos bosques y se quede encantada con ellos, de la misma manera que nos quedamos nosotros, más ganas tendrá de protegerlos", enfatiza el fotógrafo.
El gran tamaño de estos bosques gigantes se hace evidente al observar a Camila Jaber, apneista mexicana, flotar entre su inmensidad durante una sesión fotográfica llevada a cabo por la artista audiovisual Laura Babahekian.
Bosques de macroalgas de la Península Mitre: área natural protegida
Aunque los resultados de los análisis científicos de la expedición aún están en curso, los esfuerzos de los investigadores han surtido efecto y han llamado la atención sobre los bosques sumergidos de Tierra del Fuego.
En diciembre de 2022, tres meses después de la excursión científica, la Península Mitre fue declarada Área Natural Protegida por la Legislatura de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. El proyecto llevaba más de 30 años en tramitación.
"Muchas organizaciones locales junto con el gobierno de Tierra del Fuego venían trabajando en la iniciativa y creo que este tipo de expediciones científicas y la creación de contenidos audiovisuales ayudaron a impulsar su conservación, brindando herramientas para justificar la protección de la zona", explica Lagger.
Con esta nueva figura de conservación se garantiza la protección de una zona que, según el biólogo argentino, podría convertirse en los próximos años en un verdadero refugio para cientos de especies.
Para el explorador este punto es de vital importancia ya que casi el 40% de los bosques de macroalgas del mundo se encuentran actualmente en algún grado de declive o sufren algún impacto negativo relacionado con el aumento de la temperatura del agua, las olas de calor o los cambios en la cadena trófica (cadena alimentaria) por la pérdida de especies y nutrientes.
Sin embargo, el investigador afirma que los estudios han predicho que el sur de Sudamérica, por ser una región subantártica, sería uno de los pocos lugares del planeta donde el calentamiento progresivo de los océanos se produciría más lentamente. "Lo que convertirá a la región peninsular en un refugio de aguas frías para los bosques de macroalgas y otras especies que dependen de este ecosistema", indica Lagger.
Sumérgete en los bosques de macroalgas con esta fotogalería exclusiva de la expedición de National Geographic:
Nota del editor: La expedición a los bosques sumergidos de macroalgas fue financiada y apoyada por National Geographic Society en colaboración con la Fundación Por el Mar, Unplastify, Idea/Conicet y el Centro Austral de Investigaciones Científicas (Cadic/Conicet).