Por qué la temporada de huracanes de 2024 podría ser especialmente activa
En 2018, el huracán Florence fue de categoría 4 y creció tras pasar sobre aguas cálidas del océano Atlántico. Los meteorólogos creen que esta temporada podría ser particularmente activa gracias a aguas cálidas récord y un patrón climático de La Niña.
Dos meses antes de que comience oficialmente la temporada de huracanes del Atlántico de 2024, y casi seis meses antes de que entre en su pico típico, los meteorólogos ya predicen que podría ser especialmente activa.
Aunque es demasiado pronto para que los modelos ofrezcan una predicción oficial, ya que la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos no emitirá un pronóstico hasta el 23 de mayo), los expertos que hablaron con National Geographic dieron sus explicaciones.
Ellos advirtieron que las cálidas temperaturas de la superficie del mar en el Atlántico y el desarrollo de La Niña en el Pacífico pueden crear una "tormenta perfecta" de las condiciones necesarias para que se produzcan huracanes de gran intensidad.
Cómo se forman los huracanes
La clave para la formación de cualquier ciclón tropical (conocidos como huracanes, tifones o ciclones según su ubicación) es la combinación de temperaturas oceánicas cálidas y la ausencia de lo que se conoce como cizalladura del viento.
Alex DaSilva, pronosticador principal de huracanes de AccuWeather, explica que la cizalladura del viento se produce cuando el viento cambia de dirección y velocidad a diferentes alturas de la atmósfera.
Eso afecta a los ciclones tropicales, aclara, porque a esas tormentas "les gusta que sus estructuras nubosas suban directamente a la atmósfera. Pero cuando hay mucha cizalladura, cuando los vientos cambian de dirección y de altura, las nubes se desploman y no pueden crecer en línea recta. Esto impide que los sistemas tropicales se intensifiquen".
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También necesitan que el agua superficial esté a una temperatura de 26 °Celsius o superior. Esa agua caliente y el aire caliente que se encuentra justo encima de ella proporcionan el combustible para la tormenta. A medida que el aire cálido se precipita hacia arriba, crea un sistema de baja presión bajo el huracán, hacia el que se precipita más aire caliente, permitiendo que la tormenta siga creciendo.
Sin embargo, la intensidad de una tormenta depende en mayor medida del contenido de calor en los primeros 100 metros de profundidad del océano, explica Matt Rosencrans, del Centro de Predicción Climática de la NOAA.
"Si el agua es muy poco profunda, se agitará y tal vez suba algo de agua fría. Pero si hay una gran reserva de agua caliente, la tormenta seguirá sacando agua", apunta.
Cómo las aguas cálidas récord pueden afectar la temporada de huracanes
Oficialmente, la temporada de huracanes comienza el 1 de junio y se extiende hasta noviembre, con tormentas más intensas y numerosas de agosto a octubre. Una de las razones por las que algunos meteorólogos prevén una temporada activa es que las temperaturas de la superficie del mar en el Atlántico tropical ya han alcanzado máximos históricos.
"Las temperaturas de la superficie del mar en lo que llamamos la principal región de desarrollo del Atlántico… desde la costa de África hasta la costa de América Central, están 1.2 °C por encima de lo normal", advierte Rosencrans. "Es un valor récord para febrero".
Eso significa que, si esas aguas siguen calentándose al ritmo habitual a medida que avance el año, habrá combustible de sobra del que puedan abastecerse las posibles tormentas.
Mientras tanto, otro importante factor potencial en la temporada de huracanes de este año está tomando forma a miles de kilómetros de distancia, en el Pacífico.
Cómo afecta La Niña a los huracanes
Durante periodos que oscilan entre tres y siete años, las aguas del Pacífico tropical central y oriental se calientan y enfrían alternativamente como resultado de un patrón climático recurrente denominado El Niño-Oscilación del Sur (ENOS).
Durante El Niño, las temperaturas de la superficie del mar en el Pacífico oriental aumentan, y esas temperaturas más cálidas afectan a la trayectoria de la corriente en chorro del Pacífico, que a su vez trae un clima más seco y cálido al norte de Estados Unidos y Canadá, y condiciones más húmedas a la costa del Golfo y el sureste.
El Niño también reduce la probabilidad de que se formen huracanes en el Atlántico porque genera más cizalladura del viento y suprime la actividad ciclónica.
La Niña tiene el efecto contrario, reduce la cizalladura del viento y favorece la formación de huracanes.
Durante la temporada de 2023, ENOS se encontraba en una fase de El Niño. Los cambios en la temperatura del agua y otros indicios sugieren fuertemente que, cuando comience la temporada de 2024, habrá pasado a una fase "neutra", pero que para los meses de máxima actividad, es probable que haya cambiado completamente a La Niña.
"La rapidez con que se produzca esa transición también puede afectar a todo", aclara DaSilva. "Hay un desfase, por lo que pueden pasar uno o dos meses hasta que se asienten todos los efectos del patrón. Así que, aunque esperamos que la transición se produzca a mediados del verano (del hemisferio norte), puede que no sea hasta finales de verano u otoño cuando veamos realmente esos efectos en toda la cuenca atlántica”.
Como resultado, dice, la temporada de huracanes de este año podría permanecer particularmente activa hasta bien entrado noviembre.
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En cuanto a lo que supondría exactamente una temporada activa: aunque es pronto para hacer predicciones, DaSilva señala que en una temporada media se producen 14 tormentas tropicales con nombre en el Atlántico, siete de las cuales alcanzan la categoría de huracán. El año pasado, cuando las aguas eran cálidas en el Atlántico, pero El Niño activo proporcionó condiciones desfavorables de cizalladura del viento, se produjeron 20 tormentas y siete huracanes.
Por supuesto, ninguna previsión a largo plazo puede adelantar cuándo surgirán las tormentas individuales ni las trayectorias que seguirán, pero DaSilva recomienda que quienes vivan en zonas propensas a estos eventos, especialmente en torno al Caribe y el Golfo de México, deben prepararse.
"Si un sistema de tormenta tropical llega a esta zona, podría intensificarse rápidamente y acercarse a tierra", advierte. "Y por eso la gente tiene que estar alerta y tener preparados sus planes para huracanes. Porque cualquier sistema con este tipo de condiciones puede explotar muy rápidamente. Eso es lo que nos preocupa".