La carrera por salvar artefactos plásticos históricos

A pesar de que es un gran problema en los océanos, los conservadores de museos se apresuran por salvar trajes espaciales, celdas de animación y otras piezas de la historia.

Por Vicky Stein
Publicado 31 may 2018, 18:35 GMT-3
Los trajes espaciales se encuentran entre los artefactos de la colección Smithsoniana que incluye partes de ...
Los trajes espaciales se encuentran entre los artefactos de la colección Smithsoniana que incluye partes de plástico; las que se pueden degradar con el tiempo, aun cuando el mundo se enfrenta a una crisis por la contaminación de plásticos afuera.
Fotografía de Alex Wong, Getty Images

Esta historia es parte de ¿Planeta o plástico?, nuestra iniciativa plurianual para crear consciencia sobre la crisis mundial de residuos plásticos. Obtenga información sobre lo que puede hacer para reducir el uso de plásticos desechables y asuma el compromiso

Personajes animados congelados en retratos únicos ante la mirada de Tom Learner; piezas históricas de una era en que las celdas de animación se pintaban a mano. Sabe que las láminas de plástico han llegado a él en el momento justo. Es conservador, químico y el científico más importante del Getty Conservation Institute de Los Ángeles, y su deseo es proteger materiales modernos.

Los plásticos son materiales que a menudo aparecen en las noticias como un desastre ambiental. Son persistentes e invasivos, y se ha descubierto que filtran químicos, sofocan vidas salvajes y brotan como basura por todos lados, desde las cimas de montañas hasta la fosa de las Marianas.

Sin embargo, los investigadores como Learner, ven los plásticos desde un ángulo muy diferente. Estos científicos y conservadores trabajan para comprender la destrucción y el deterioro del arte y de los artefactos plásticos a fin de protegerlos para las futuras generaciones.

“Cada generación es el guardián de una obra de arte para nuestra vida”, afirma Learner. “Solo tenemos que asegurarnos de entregar este material a la próxima generación en el mejor estado posible”, agrega.

Los conservadores como Learner y su colega, Odile Madden, están al borde del descubrimiento todo el tiempo. Se apresuran para mantenerse al corriente del deterioro de objetos tan diversos como las celdas de animación, los trajes espaciales históricos, las esculturas y la pintura para el hogar. Los polímeros sintéticos más antiguos, los “primeros plásticos” como los conocemos en la actualidad, tienen más de 150 años, y si no se les presta demasiada atención, podrían desaparecer en otros 150 años.

Una mirada científica

Learner y Madden abordan su trabajo como científicos. Sus antecedentes en química permiten que este dúo se sumerja en la estructura molecular de los materiales que estudian.

“No existe mucha afluencia sobre lo que es el plástico”, comenta Madden. “Conocemos un montón acerca de los metales; crecemos con un sentido intuitivo de lo que es el oro y sobre lo que es el latón, pero no tenemos ese tipo de habilidad para identificar de qué está hecho el plástico o qué polímero tienes en frente”, añade.

Entonces, los investigadores se abocaron a la química avanzada. Los plásticos se basan en polímeros, grandes moléculas construidas a partir de largas cadenas de segmentos que se repiten. Sin embargo, tal como expresa Madden, “la mayoría de los polímeros no son útiles en sí mismos, por eso, se los modifica de alguna manera con aditivos”.

Plastificantes, rellenos, colorantes, antioxidantes, estabilizadores de calor, absorbentes de rayos UV, químicos antifúngicos: la lista de aditivos es un torbellino de genialidad química.

“Más polímeros, más procesamiento”, indica Madden a modo de abreviar. Una vez mezclados, esta sopa de polímeros y otros materiales se puede fundir, moldear, enrollar, cortar o convertir en espuma. Pero cada adición y proceso cambia la manera en que el plástico reaccionará al calor, a la luz y, especialmente, al tiempo.

Los plastificantes son un ejemplo. Estos aditivos químicos son pequeñas moléculas que se agregan a un polímero para que el material terminado sea más fácil de fundir y moldear. Según Madden, a un plástico bien conocido, como el PVC [(polyvinyl chloride (cloruro de polivinilo)], se lo puede convertir en un artículo no plastificado, como una tubería, mientras que un PVC altamente plastificado se puede usar para hacer cortinas de baño.

Pero los plastificantes, con el tiempo, se distancian del plástico por ser ácidos, por tener “liberaciones” corrosivas de gases y por acelerar el deterioro del plástico. Malcolm Collum, conservador principal y presidente de Engen Conservation del Smithsonian’s National Air and Space Museum (Museo Nacional del Aire y el Espacio de Estados Unidos), está diseñando una vitrina de exposición refrigerada, deshumidificada y altamente ventilada para exhibir el traje que utilizó Neil Armstrong en 1969. Toda esa tecnología es esencial para retrasar el deterioro de los tubos de PVC y de las vejigas de goma que mantuvieron al astronauta con vida en la superficie de la luna.

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    El plástico aparece en muchos objetos históricos importantes desde el siglo XX; sin embargo, los conservadores de museos recién están comenzando a aprender cómo protegerlos en el largo plazo.
    Fotografía de Alex Wong, Getty Images

    Supuestamente, la principal prioridad de la NASA al fabricar los trajes no era cómo se exhibirían en museos 50 años después de la misión Apolo 11. Sin embargo, ahora que son parte de colecciones, se encomienda su cuidado a personas como Collum, a pesar de las opciones limitadas.

    “Con los plásticos”, explica, “uno solo puede encogerse de hombros y proporcionar un ambiente más estabilizado para tratar de evitar el deterioro. No existe ningún resultado de tratamiento emocionante con ningún tipo de colecciones de plásticos”.

    Es importante que los investigadores tengan algunos principios generales en los que confiar. Las colecciones Smithsonianas son un alboroto de diversos plásticos, algunos de los cuales se encontraban en lugares sorprendentes: los primeros aviones, como el Spirit of St. Louis (Espíritu de Saint Louis) estaban “lubricados”, o cubiertos por una capa delgada de plástico inflamable con el fin de proteger el exterior de tela. La espuma de poliuretano rellena cascos, auriculares y cojines de asientos que se pulverizan hasta ser polvo o se derriten hasta quedar como una “cosa horrible, viscosa y pegajosa”, según Collum.

    Otros museos se enfrentan a problemas similares: algunas de las pinturas de las obras de Jackson Pollock fueron hechas con plásticos, así como también las esculturas de acrílico del movimiento pop art. Las colecciones históricas de juguetes y artículos del hogar de los últimos 150 años a menudo contienen partes de plástico, como las muñecas Barbie, las radios y los broches para el cabello.

    Algunos de estos plásticos se derretirán con determinados productos de limpieza, y otros son más vulnerables a agrietarse. Todo se reduce a las moléculas que los componen, y la diversidad de estos materiales es abrumadora. (Lea la información sobre los plásticos, de la A a la Z.)

    Un problema moderno

    En los inicios su profesión, Learner, como conservador, se empapó del conocimiento de las generaciones anteriores acerca de la tela, el bronce, el papel, el mármol y las pinturas al óleo sobre lienzos. La preservación de objetos y arte modernos es un desafío material completamente diferente: en la actualidad, los conservadores tienen la tarea de proteger “la totalidad de los plásticos, los minerales, los fluidos corporales, los tipos de pintura, las formas de tecnología, el arte de software, el arte informático y de video, arte escénico, la instalación artística”, comenta Learner. “A veces no puedes ni definir cuál es el material”, agrega.

    Todo se reduce al tiempo.

    La sociedad moderna tiene la percepción de que el plástico se desecha; por lo tanto, es común que la longevidad no sea un objetivo a la hora de diseñar objetos plásticos. De hecho, muchas personas en la actualidad están diseñando obras que son específicamente opuestas a la idea de la conservación en museos y colecciones.

    “Preveo, y ya estoy viendo, los desafíos para nuestro campo generados por los materiales reciclados y los plásticos biodegradables”, explica Madden. Y añade que es “cómodo para trabajar”, aunque “ahora se está desintegrando y solo tiene diez años”.

    Cuando los artefactos importantes y la basura están hechos de los mismos materiales, no sorprende que “conservación” tenga tantos significados diferentes para distintas personas. A medida que avanza la Era del Plástico, investigadores y consumidores deberán afrontar los problemas del tiempo y del deterioro de los polímeros.

    “¿Qué deberíamos desechar? ¿Qué valoramos y qué no valoramos? ¿Qué preservamos para el futuro?”, se pregunta Madden.

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