Encuentran microplásticos en heces de humanos
Los microplásticos han llegado a lugares remotos y a especies de todo el planeta. Los organismos de los seres humanos parecen no ser la excepción.
Ocurrió lo inevitable. Anteriormente, ya se habían encontrado microplásticos en aves, peces y ballenas, por lo que no debería sorprendernos que ahora el hallazgo sea en los seres humanos. Para ser concretos, aunque no muy delicados, se han encontrado diminutas partículas y fibras de plástico en las heces de ocho personas que proporcionaron muestras para un estudio piloto.
Esta noticia confirma las predicciones de los investigadores que han rastreado los microplásticos por lugares remotos y lograron identificar estas partículas minúsculas en agua potable, cerveza, sales y mariscos. Pero las implicaciones en este caso particular no quedan claras.
Resulta significativo que este sea el primer registro de dichos materiales en humanos. Pero esta pequeña muestra no puede responder a las incógnitas en torno a la ciencia de los microplásticos: ¿Dónde se originaron exactamente estos fragmentos de plástico? Y, ¿cuáles son los riesgos potenciales para la salud humana?
Los envases de los alimentos pueden desprender pequeñas fibras. Lo mismo ocurre con las alfombras, ropa y otros artículos de plástico que abundan en nuestra vida cotidiana. ¿Es posible que las fibras en las heces hayan provenido de polvo que cayó sobre la comida de los participantes del estudio y que luego ingirieron? ¿O los microplásticos proceden de la propia comida o del envasado mismo?
Las preguntas no terminan ahí. Una vez dentro del cuerpo humano, ¿pueden las nanofibras plásticas –unas cinco veces más pequeñas que el ancho de un cabello humano– introducirse en el torrente sanguíneo, sistema linfático, o incluso llegar al hígado de una persona? Al día de hoy, esto sigue siendo un misterio.
"Yo diría que no resulta sorprendente encontrar microplásticos en la caca", comenta Chelsea Rochman, ecóloga de la Universidad de Toronto, que estudia los efectos de los microplásticos en los peces. "Creo que demuestra que nos estamos comiendo nuestra propia basura; es el precio que pagamos por manejar los residuos de forma inadecuada. Y sí, tenemos que estudiar cómo puede afectar a los seres humanos", agrega.
Plásticos en el interior
Cada año, un promedio de 8 millones de toneladas de desechos plásticos –la mayor parte de variedades de un solo uso– desemboca en los océanos de las regiones costeras. Allí, el sol y las olas desintegran en el agua estos plásticos, que acaban teniendo el tamaño de los granos de arroz. Las fibras de la ropa sintética como el poliéster y el acrílico llegan hasta los sistemas de agua dulce a través de las máquinas de lavar. Puedes comprobar esto con una chaqueta de polar; raspas el brazo de la chaqueta y se desprenden fibras invisibles. Como resultado, las fibras y pequeños fragmentos de plástico ahora se han esparcido por todo el planeta. Están en las fosas oceánicas y en el aire que respiramos.
Los seres vivos del mar, desde el plancton más pequeño a las ballenas más grandes, comen estos plásticos, incluidos los plásticos más diminutos, considerados microplásticos. Y a menudo los encuentros con plásticos pueden ser fatales. Hasta ahora, la mayor parte de los estudios sobre las consecuencias de esta propagación se ha centrado en las aves y otros animales. Se han encontrado microplásticos en más de 114 especies acuáticas, y los estudios han demostrado el daño potencial al sistema reproductor y el hígado.
Philipp Schwabl, médico científico que realizó el experimento con las heces humanas, espera que sus hallazgos aceleren la investigación sobre los efectos de los microplásticos en la salud humana.
"De acuerdo con las investigaciones, era altamente probable que hubiera microplásticos en los seres humanos", afirma. "Pero nadie ha investigado si los microplásticos también llegan a los intestinos de las personas. Ahora puede retomarse esta discusión para concentrarse en los humanos”, añade.
Schwabl, gastroenterólogo de la Universidad de Medicina de Viena, presentará sus hallazgos el martes en un congreso de la United European Gastroenterology en Viena. Los hallazgos aún no han sido revisados por pares o publicados; Schwabl espera que ambos pasos estén listos para noviembre. Añadió que desea ampliar el estudio a un grupo más grande.
El estudio incluyó a tres hombres y cinco mujeres, entre 33 a 65 años, de siete países europeos y Japón. Los participantes completaron un diario de alimentación durante una semana y luego proporcionaron una muestra de heces para la realización de pruebas. En la prueba de plástico, todas las muestras de heces resultaron positivas.
Los diarios también proporcionaron información sobre las fuentes potenciales de los plásticos. Dos de los ocho participantes masticaron goma de mascar a diario. Seis comieron mariscos. A lo largo de la semana, todos consumieron alimentos que habían sido envasados con plástico. En promedio, los participantes bebieron cerca de 0,7 litros de agua por día de botellas de PET (politereftalato de etileno, un material ampliamente utilizado para hacer botellas plásticas).
Schwabl advirtió que el estudio es demasiado acotado para extraer conclusiones sobre factores individuales, como la goma de mascar, el pescado, los hábitos domésticos de los participantes o el lugar donde vivieron.
La Agencia de Medio Ambiente de Austria realizó pruebas a las muestras de heces para observar 10 tipos de plástico diferentes. Encontraron nueve de ellos, comúnmente PET y polipropileno (PP), que constituye el componente típico de los envases de plástico para alimentos y ropa sintética.
En términos de cantidad, las muestras de heces contenían, en promedio, 20 partículas de plástico de 50 a 500 micrómetros. (Para establecer una comparación, un cabello humano tiene aproximadamente 100 micrómetros de espesor).
La procedencia del plástico
Richard Thompson, científico marino de la Universidad de Plymouth, Reino Unido, comentó que le resultó sorprendente descubrir esa cantidad de plástico en las heces. La cifra es mayor que la que él habría esperado de acuerdo con la cantidad de plástico encontrado en pescados y mariscos.
Thompson, junto con otros cuatro científicos, publicó un estudio a principios de este año en el que se compara la exposición potencial a fibras plásticas aéreas que caen en la comida durante la preparación, con las cantidades de microplásticos que ingieren los mejillones comestibles en Escocia. El grupo encontró que, en los seres humanos, es mayor el riesgo que representa la exposición a las fibras en el aire que el consumo de los mejillones.
Según Thompson, esto plantea una serie de preguntas sobre el origen del plástico encontrado en el estudio de heces.
Explica que el PET podría provenir de botellas plásticas y envases de alimentos, pero también es posible que provenga de alfombras o cortinas o ropa y que haya caído justo encima del plato. "Si podemos conocer las vías de procedencia, podremos proponer mejores soluciones", explica.
Thompson agrega que incluso conocer la procedencia, "no me dice nada sobre los daños".
Por su parte, Schwabl mismo advierte que no pueden extraerse demasiadas conclusiones de una muestra de ocho personas.
"No estudiamos los daños", afirma. “Demostramos que hay microplásticos en las heces humanas. Hasta hoy, la gente lo creía, pero ahora lo sabemos. Eso es importante".