Adéntrate en el ballet más icónico de Rusia

El afamado Teatro de Ballet Mariinski en San Petersburgo puso en escena obras maestras durante siglos.

Por Lane Nieset
Publicado 18 jun 2018, 17:10 GMT-3
Bailarinas danzando en el Teatro de Ballet Mariinski, vistas desde detrás de escena.
Bailarinas danzando en el Teatro de Ballet Mariinski, vistas desde detrás de escena.
Fotografía de Tommaso Bonaventura, Contrasto, Redux

Masha, con sus bucles aniñados atados con moños y un ondeante camisón blanco, se desliza frente a un árbol de Navidad abrazando su nuevo regalo, un cascanueces de madera, mientras se eleva con un elegante arabesco sobre la punta de una de sus zapatillas de ballet. El público, envuelto en lentejuelas y pieles color castaño, mira con admiración mientras la bailarina principal danza con gracia hacia fuera del escenario, abrazando su muñeco como si se tratara de un osito de peluche.

En la actualidad, como sinónimo de la temporada de fiestas al igual que “Rudolph the Red-Nosed Reindeer”(Rodolfo, el reno de la nariz roja), el ballet se disputa entre unos ratones de tamaño desmedido y unos exagerados soldados de juguete en “Nutcracker”(El Cascanueces) de Piotr Chaikovski que debutó por primera vez en 1892 en el histórico Teatro Mariinski en San Petersburgo.

Bailarinas danzando en el Teatro de Ballet Mariinski, vistas desde detrás de escena.
Bailarinas danzando en el Teatro de Ballet Mariinski, vistas desde detrás de escena.
Fotografía de Tommaso Bonaventura, Contrasto, Redux

“El Teatro Mariinski es una de las joyas de la corona de Rusia y está profundamente enraizado en la cultura local”, explica Xander Parish, el primer bailarín británico en unirse al Ballet Mariinski. “Las personas de San Petersburgo parecen llevar el ballet y las artes en su sangre”. Los niños concurren al Teatro Mariinski desde pequeños, desde los dos o tres años, a ver las obras breves antes de concurrir a presenciar clásicos como El Cascanueces.

Desde 1783, el teatro ruso albergó algunas de las maquinarias más modernas de escenario e incluyó presentaciones de la Compañía de la Ópera de Rusia. Bautizado en honor a la Emperatriz María Aleksándrovna, la esposa del zar Alejandro II, el Teatro Mariinski, pintado de color verde espuma de mar, fue donde el Swan Lake (Lago de los Cisnes) recobró vida (luego de la muerte de Chaikovski) y donde debutó la Sleeping Beauty (Bella Durmiente). En el Año Nuevo de 1811, la fachada fue destruida por un incendio que duró dos días. El teatro se reconstruyó posteriormente y resurgió de las cenizas como un fénix durante su edad dorada hasta que el lugar fue nuevamente consumido por las llamas en 1859. Un año después, el teatro dorado fue reconstruido en forma de U, inspirado en los auditorios italianos con uno de los escenarios más grandes del mundo (y una cortina diseñada a partir de la cola del vestido de la emperatriz).

“Visitar San Petersburgo y no ver el ballet en el Teatro Mariinski es como visitar la ciudad y no concurrir al Museo del Hermitage”, explica Natalia Ivanova-Slavianskaia, guía turística local y profesora adjunta de la Saint Petersburg State University (Universidad Nacional de San Petersburgo), comparando el teatro del siglo XVIII con el museo de arte emblemático de la ciudad. Para ella, el teatro es verdaderamente “la cuna del ballet ruso” y es “casi tan antiguo” como la propia San Petersburgo.

 

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