4 lugares imperdibles para ver arte rupestre en América Latina
En varios países de la región se pueden encontrar yacimientos con impresionantes registros de arte rupestre, lo que los convierte en destinos ideales para viajes que combinan historia y naturaleza.
La región de Serra da Capivara, en Piauí, posee algunas de las pinturas rupestres más importantes de Brasil.
América Latina es una de las regiones con mayor riqueza natural del mundo, pero también alberga grandes tesoros arqueológicos que guardan, a través del arte rupestre, registros únicos de la cultura de los pueblos que habitaron la región en la antigüedad.
Algunos de estos yacimientos se encuentran en Brasil, Argentina, México y República Dominicana, y han sido reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) como Patrimonio de la Humanidad. Esto se debe a su diversidad cultural arqueológica. Y lo mejor: ¡Puedes visitar estos destinos y ver de cerca registros únicos!
He aquí una selección de cuatro lugares donde ver arte rupestre in situ. Además, los viajeros pueden aprovechar la impresionante belleza natural de estos parques y disfrutar de una visita inolvidable.
1. Parque Nacional de Capivara, Piauí (Brasil)
Creado en 1979, el Parque Nacional de Capivara está situado en el noreste de Brasil, en el estado de Piauí, y posee la mayor cantidad de restos arqueológicos del país, con varios paneles de pinturas y grabados de arte rupestre.
Según la Unesco, el Parque da Capivara alberga uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de América, con pruebas y artefactos que han obligado a reevaluar ampliamente las teorías tradicionales fundamentales que sustentan los orígenes del asentamiento humano en América.
Inscripciones rupestres en el Parque Nacional de la Sierra de Capivara.
El mantenimiento del parque corre a cargo del Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (Icmbio), un organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático de Brasil, y fue incluido en la lista del Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan) en 1993, según indica el sitio web oficial del lugar. Por su importancia arqueológica, la Unesco incluyó el destino en la lista del Patrimonio Mundial en 1991.
La superficie del parque, de unas 130 000 hectáreas, cuenta con unos 400 yacimientos arqueológicos repartidos por la zona morfoclimática de la Caatinga brasileña.
Los visitantes pueden acudir al parque en cualquier época del año, aunque el invierno es el periodo más lluvioso y el verano el más seco. La sede del parque está en la ciudad de São Raimundo Nonato, a unos 530 kilómetros de la capital de Piauí, Teresina.
2. Parque Nacional de Cotubanamá (República Dominicana)
Este Parque Nacional, declarado área protegida desde 1975, está situado en el extremo sureste del país caribeño y abarca las provincias de La Altagracia y La Romana. Cuenta con una extensión de 310 kilómetros cuadrados.
Antiguamente llamado Parque del Este, desde 2018 está reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Según explica el organismo, el lugar cuenta con frondosos bosques, playas, manglares, ensenadas, cuevas y acantilados llenos de recursos históricos y culturales.
El interior de sus cuevas conserva vestigios de los antiguos habitantes de la isla antes de la llegada de los españoles y muestra las manifestaciones culturales de los habitantes prehispánicos de la región a través de pictografías rupestres.
La agencia de las Naciones Unidas destaca el conjunto de arte rupestre de la cueva de José María, con 1200 pinturas. Pero esta cueva y la de Ramoncito, que se encuentran en el sector occidental del parque (Guaraguao), solo pueden visitarse con fines científicos y bajo autorización especial.
Quienes visiten el parque, sin embargo, podrán explorar otros yacimientos de arte rupestre, como la cueva de Berna, situada en el sector de Boca de Yuma. Cuenta con 350 petroglifos y 20 pictogramas.
Los viajeros que llegan al Parque Nacional de Cotubanamá no solo tienen la posibilidad de contemplar la riqueza del arte rupestre local, sino también de ver animales y aves marinos, hermosas playas y una vegetación tropical única, perfecta para el turismo ecológico.
3. Cueva de Las Manos, Santa Cruz (Argentina)
El yacimiento arqueológico Cueva de Las Manos se encuentra en la zona del Alto Río Pinturas, en el noroeste de la provincia de Santa Cruz, en el sur de Argentina, y cuenta con una gran diversidad de bellos acantilados y una cueva con varias pinturas rupestres, según describe la web oficial del parque.
El paisaje es extraordinario y está acompañado de un río que fluye por un profundo cañón.
Según la Unesco, el parque de la Cueva de las Manos posee una excepcional colección de arte rupestre, especialmente en una cueva con magníficas pictografías realizadas hace entre 9000 y 10 000 años.
Los registros rupestres incluyen escenas de caza con animales y figuras humanas.
El nombre dado a la cueva se debe a los contornos de manos humanas estampadas en su interior. En el sitio, sin embargo, también hay representaciones de animales como guanacos (Lama guanicoe), que aún se encuentran en la región, así como escenas de caza con animales y figuras humanas.
Los especialistas de la entidad internacional sostienen que la secuencia artística de la Cueva de Las Manos demuestra que el sitio fue habitado por los posibles antepasados de los primeros tehuelches de la Patagonia. Por ello, es considerado por la comunidad científica internacional como uno de los yacimientos más importantes de los primeros grupos cazadores-recolectores de Sudamérica durante el Holoceno Temprano, que aún conserva un buen estado de conservación.
La Cueva de Las Manos puede visitarse durante todo el año, sin reserva previa, y las visitas guiadas duran aproximadamente una hora, con 20 personas por visita. Los precios del ingreso pueden consultarse en el sitio web oficial de la atracción.
4. Sierra de San Francisco, Baja California (México)
Reconocida por la Unesco desde 1993, la Sierra de San Francisco se encuentra en la región central de la península de Baja California, en México. Con registros que datan de alrededor del año 100 a.C. hasta el 1300 d.C., la Sierra de San Francisco fue el hogar de un pueblo hoy desaparecido, pero que dejó tras de sí una de las colecciones de pinturas rupestres más notables del mundo, según la agencia de la ONU.
En la parte superior izquierda aparece una figura roja con el vientre negro, identificada por sus característicos cuernos. La escena también incluye una figura humana pintada en rojo y negro, cuyo rostro presenta un óvalo negro. El componente cromático de las figuras humanas se ha identificado como patrones de pintura corporal y facial.
El arte rupestre hallado en la región incluye varias creaciones que muestran figuras humanas, muchas especies animales e ilustran la relación entre el ser humano y su entorno, lo que revela una cultura muy sofisticada.
Las pinturas se encuentran tanto en las paredes como en los techos de roca de las cuevas, y son de difícil acceso. Los expertos las han dividido en cuatro grandes grupos: Guadalupe, Santa Teresa, San Gregorio y Cerritos.
Para llegar a la región, hay que tomar la Ruta 1, que pasa por la Sierra de San Francisco y llega a uno de los principales atractivos: la Cueva El Ratón. Los recorridos se pueden hacer en coche, a caballo, a pie o en excursiones guiadas, y el punto de partida de la visita es la localidad de Guerrero Negro (donde hay un aeropuerto).