Recomendaciones imperdibles para conocer el verdadero París, sede de los Juegos Olímpicos 2024
A lo largo de más de 500 kilómetros, la ruta Greater Paris Trail muestra las múltiples facetas de la ciudad, desde los monumentos arquitectónicos a los tesoros cotidianos, lejos de las multitudes.
El Palacio de Versalles (en la foto, la Capilla Real) es una de las atracciones suburbanas a las que se puede acceder a través de un extenso sistema de senderos en París, Francia.
Cada año, millones de visitantes acuden a París con itinerarios centrados en un tramo de cinco kilómetros a lo largo del río Sena, flanqueado por monumentos de renombre: la catedral de Notre-Dame, el Louvre, la Torre Eiffel. Pero la capital francesa es mucho más que una postal.
La Metrópolis del Gran París, con más de 11 millones de habitantes, es una de las mayores ciudades de Europa. Como tal, ofrece un mundo por descubrir más allá del Boulevard Périphérique, la carretera de circunvalación terminada en 1973 que se ha convertido tanto en una barrera mental como en una vía pública, reduciendo París a una perspectiva centrada en el Sena.
Un proyecto llamado Sentier du Grand Paris (Sendero del Gran París) ayuda a derribar esta barrera, ampliando el mapa a lugares suburbanos a menudo pasados por alto (o incomprendidos) tanto por visitantes como por lugareños.
Inaugurada en 2020 después de tres años de cartografía, esta red de senderos urbanos se extiende ahora más de 500 kilómetros en 39 etapas, o secciones, a través del Gran París, cada una diseñada como una excursión de un día.
El Château de Malmaison de Josefina Bonaparte, hoy convertido en museo, se encuentra en el ramal occidental de la Ruta del Gran París, a las afueras del centro de la ciudad.
Detallados en una guía (francesa) y en la aplicación Avenza Maps, los tramos tienen forma de trébol y son fácilmente accesibles en metro y trenes de cercanías RER. De hecho, la creación del sendero coincide con la ambiciosa ampliación del transporte público conocida como Grand Paris Express, cuya finalización está prevista para 2030 con un coste estimado de 23 000 millones de euros.
El sendero fue idea de un cuarteto filosófico: Jens Denissen (urbanista y paisajista), Denis Moreau (artista), Baptiste Lanaspeze (editor de libros) y Paul-Hervé Lavessière (geógrafo urbanista). Como parte de Metropolitan Trails, el proyecto pretende crear un nuevo tipo de espacio público, "un centro cultural al aire libre", a través del senderismo urbano.
"Caminar es tanto una forma de descubrir un lugar como de formar parte de él", explica Denissen, que dirige paseos públicos colectivos por los suburbios desde 2014. Con sentido de la curiosidad y la observación, el caminante puede percibir lo extraordinario en lo ordinario. "Es un proceso de exploración permanente".
Como residente en París, he abrazado el senderismo como pasatiempo y practicidad. Pero nunca había seguido caminando más allá de la circunvalación. Recorriendo partes del Sentier a lo largo de varios meses, descubrí que nos incita a replantearnos el antiguo relato histórico sobre el origen de París en la Île de la Cité, la isla del Sena donde los romanos establecieron la ciudad de Lutecia sobre un asentamiento construido por la tribu de los Parisii.
Tras el descubrimiento arqueológico de un importante yacimiento celta en Nanterre, algunos estudiosos sostienen que la capital celta no estaba en el actual París, sino en los suburbios actuales.
Un paseo por la historia de París
En cada caminata he atravesado los siglos, y el sendero ha iluminado una sección transversal de la historia y la sociedad francesas. Los propios nombres de los lugares aluden a la Antigüedad: el río Marne es de origen celta, al igual que Créteil, que los romanos incorporaron al latín.
Vi un mosaico de paisajes poblados por diversas comunidades y salpicados de arquitectura innovadora, desde el Palacio de Versalles (siglo XVII) hasta el complejo residencial Les Courtillières de Pantin (1950), obra del arquitecto Emile Aillaud.
En la Etapa 20, exploré el castillo medieval de la Madeleine, un castillo fortificado situado en lo alto de una colina que domina el pueblo de Chevreuse y la bucólica campiña. En la Etapa 9, conocí los efectos transformadores de la industrialización en lo que había sido un importante centro neurálgico en la Edad Media a través de lugares como la Basílica Saint-Denis.
Las personas caminan frente la Basílica de Saint-Denis al atardecer. El último lugar de descanso de los gobernantes reales de Francia es una de las muchas vistas impresionantes de la sección norte del Sentier.
La centenaria necrópolis de los monarcas franceses fue la cuna de la arquitectura gótica y la inspiración de la catedral de Notre-Dame. Incluso antes, la fértil llanura de Saint-Denis fue un importante punto de encuentro de tribus celtas. "Históricamente fue central y ahora ha quedado marginada", explica Denissen.
En la Etapa 11, recorrí aceras, senderos junto al Marne bajo sauces llorones e incluso túneles peatonales bajo autopistas para descubrir la École du Breuil. Escondida en el extremo oriental del parque del Bois de Vincennes, esta academia de formación de jardineros de la ciudad del siglo XIX alberga magníficos jardines frente al Arboreto de París con cientos de especies arbóreas.
Pero la etapa 24 se convirtió en mi favorita. Comencé el día en el castillo de Malmaison de Josefina Bonaparte, la encantadora finca que la emperatriz compartió con Napoleón.
Siguiendo el Sena, pasé por delante de la fábrica de papel clausurada, famosa en su día por imprimir Le Petit Parisien (el periódico de mayor tirada del mundo, con 1 300 000 ejemplares en 1904), ahora reconvertida en un distrito empresarial ecológico llamado Campus Arboretum.
Desde la Universidad de Nanterre, corazón de la revuelta estudiantil francesa de 1968, el camino atraviesa el Parque André-Malraux, construido en 1971 en lo que había sido una barriada habitada por trabajadores argelinos, y concluye en el monumental Grande Arche, en el bastión de rascacielos de La Défense.
Prolongación del eje histórico de París, justo al oeste del Arco del Triunfo, este arco, "ventana abierta al mundo", tardó cuatro años en construirse por 2000 obreros. Se inauguró en 1989 con motivo del bicentenario de la Revolución Francesa.
Cartografía de la megalópolis: lo mejor del sendero para conocer París
Durante el proceso de levantamiento topográfico (el paso previo al trazado del mapa), los fundadores del Sentier trabajaron con las comunidades locales para determinar la mejor ruta y los lugares que debían incluirse. "No se trataba solo de una línea en un mapa", explica Denissen. "Una dimensión importante era la historia de la gente que encontrábamos por el camino".
"Lo llamábamos la gran caravana", explica Lavessière. Se había transformado para incluir a fotógrafos, periodistas y diseñadores de sonido que se embarcaban en expediciones de dos días para trazar hipotéticos tramos del sendero, probando y modificando la ruta sobre la marcha.
Dos personas en una barca de remos disfrutan de una tarde en el Lac Daumesnil, un lago artificial en el parque Bois de Vincennes. Los excursionistas pueden tomar el sendero en el extremo oriental del parque, donde atraviesa el Arboreto de París.
La primera versión del mapa era un triángulo que unía Saint-Denis, Creteil y Versalles. Se amplió para incluir las cinco llamadas Villes Nouvelles (Ciudades Nuevas), símbolos del desarrollo urbano de la región en el siglo XX, que representaban los albores del Gran París.
Las Ciudades Nuevas, un esfuerzo utópico para crear ciudades autónomas en los suburbios y contener así la expansión, estaban conectadas por los recién construidos trenes RER.
El mapa final de Sentier tiene forma de trilóbulo, con tres arcos entrelazados que rinden homenaje tanto a los orígenes celtas de París como a la arquitectura gótica medieval que se encuentra a lo largo de la ruta.
A lo largo del camino se exalta la historia de la cultura del senderismo cruzando otros caminos, incluidas las rutas de la Grande Randonnée (GR) que atraviesan Francia. "Hacemos una puerta abierta a los caminos existentes como homenaje al senderismo y a su historia. Esta práctica se inventó en el siglo XIX como forma de salir de la ciudad industrial, gracias a grupos como Les Excursionnistes de Marsella, que iban a las Calanques", explica Denissen.
Los constructores del Sentier también se inspiraron en figuras del siglo XX, como el artista de paisaje estadounidense Robert Smithson, que organizó visitas industriales guiadas por Nueva York, y el colectivo Stalker, que empezó a explorar los descampados abandonados de los alrededores de Roma en la década de 1990.
(También podría interesarte: Caminar es bueno para la salud. ¿Cuántos pasos debe dar una persona al día?)
El verdadero París
Con el tiempo, a medida que París crecía, externalizaba sus funciones: fortificaciones defensivas en la guerra, campos agrícolas para la alimentación y la propia muerte al trasladarse los cementerios fuera de los límites de la ciudad. Como tal, el Sentier no rehúye la industria y las infraestructuras que han hecho de París lo que es hoy: las autopistas, el sistema de canales de Napoleón, las fábricas.
Hay un enfoque filosófico en animar a los caminantes a reavivar la conexión con lo que nos rodea. En cierto modo, también es político. "Caminar es una forma de cuidar esta tierra, de concienciar sobre las zonas naturales ocultas... de reflexionar sobre cómo proteger los campos fértiles del megadesarrollo", considera Denissen.
Fue bajo el mandato del Barón Haussmann, en el siglo XIX, cuando la planificación urbana incorporó la reflexión sobre la vida metabólica de la ciudad: un nuevo sistema de alcantarillado canalizaba las aguas residuales para fertilizar los campos de la Plaine Saint-Denis, mientras que los acueductos transportaban agua dulce desde fuentes lejanas.
Un buen día de primavera en el Sentier me encontré caminando por primera vez junto al acueducto de Vanne, al sur de París. En su diseño, el ingeniero Eugène Belgrand se inspiró en los antiguos acueductos romanos, un conducto recto de piedra que canaliza el agua a lo largo de más de 172 kilómetors desde Borgoña.
El acueducto se abre paso a través del paisaje, como los trenes que llevan a los pasajeros que se dirigen a París a través de los suburbios. Pero aquel día no tenía prisa mientras paseaba junto a los arcos de piedra de este monumento del siglo XIX. Flores y plantas habían echado raíces a su lado, un ejemplo más de cómo la belleza, la historia y la industria se funden en estos senderos.
Mary Winston Nicklin es escritora y editora independiente afincada en París y Virginia.