87 elefantes asesinados en África
Expertos explican cómo pudo haber ocurrido esta matanza en Botsuana, que podría dejar de ser el refugio que hace tanto tiempo se cree que es.
En los últimos meses, al menos, 87 elefantes han sido asesinados por su marfil en Botsuana, según la organización de preservación sin fines de lucro Elephants Without Borders, que descubrió los animales muertos. Se trata de un aumento brusco y alarmante en la caza furtiva en un país que se ha considerado la última fortaleza de los elefantes en África, menciona Mike Chase, director de la organización.
“Fue una total conmoción haber descubierto la caza furtiva de elefantes en el territorio profundo de Botsuana, en concesiones turísticas de reconocimiento mundial”, señala. “Fue completamente inesperado”.
Elephants Without Borders estaba realizando un reconocimiento aéreo para el gobierno de Botsuana cuando los observadores comenzaron a darse cuenta de los animales muertos alrededor de Okavango Delta, una región declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y que se encuentra alejada de las fronteras con Namibia y Zimbabue donde han ocurrido incidentes de caza furtiva con mayor frecuencia en el país. La organización realiza un censo de elefantes para el gobierno cada cuatro años. En 2014, el censo más reciente reveló que nueve elefantes habían sido asesinados recientemente. La medición de este año, que está a medio camino de completarse, ya ha encontrado 87.
El Departamento de Flora y Fauna y Parques Naturales de Botsuana emitió un comunicado que indicaba que las afirmaciones de Elephants Without Borders era “falsa y errónea”. La declaración menciona que se encontraron solo 53 y que muchos habían muerto por causas naturales.
Chase confía en sus cifras. “Soy un científico objetivo sin una agenda política. Me entristece que nuestro gobierno haya respondido de esta manera”. Menciona que hay una ubicación determinada por GPS para cada uno de los 87 animales muertos y que hay varios testigos que los vieron. Cada vuelo tiene cuatro personas, lo cual incluye a un empleado del gobierno, y las grabaciones por voz de los vuelos confirmarán estos hallazgos, señala Chase.
En Botsuana, viven más de 130.000 elefantes, alrededor de un tercio de los elefantes de la sabana africana, que parecían haber escapado ampliamente a la reciente crisis de caza furtiva de marfil. La cantidad de elefantes a lo largo del continente cayó un 30% entre 2007 y 2014, según Great Elephant Census, un recuento aéreo integral de elefantes en 18 países, realizado por Elephants Without Borders, que se completó en 2016. Los elefantes desempeñan un rol fundamental en la economía turística de Botsuana, que atrajo casi dos millones de visitantes internacionales en 2017.
El descubrimiento de estos animales muertos, que Chase menciona que son principalmente elefantes machos mayores con colmillos grandes, podría indicar una infiltración en aumento de equipos de caza furtiva organizados en el país. Esto sucede en un momento en el cual los seres humanos estamos cada vez más en conflicto con los elefantes, en parte debido a la cantidad de elefantes comparativamente abundante en Botsuana. Y sucede justo cuando el gobierno ha decidido sacarles las armas a sus guardas.
Guardas sin armas
Durante décadas, Botsuana ha tenido un enfoque agresivo contra los cazadores furtivos. A finales de la década de los ochenta, el expresidente Ian Khama, en ese momento, comandante de las Fuerzas de Defensa de Botsuana (Botswana Defense Force, BDF), desplegó 800 soldados para ayudar a combatir la caza furtiva y para ayudar a los guardabosques en contra de cazadores furtivos. En 2014, Botsuana adoptó una política no escrita de disparar a matar, cuya legalidad es discutible.
En mayo, el nuevo presidente de Botsuana Mokgweetsi Masisi desarmó la unidad contra la caza furtiva del país. El mes anterior a que Masisi asumiera sus funciones, descubrió que nunca existió un marco legal para la provisión de armas de la unidad contra la caza furtiva. Por eso, les quitaron las armas, explicó Dereck Joubert, cineasta de la vida silvestre y explorador de National Geographic con residencia en Botsuana. El Departamento de Flora y Fauna y Parques Nacionales lo denomina “medida correctiva”.
El desarme de la unidad contra la caza furtiva dio lugar a que algunas personas, incluido Chase, pensara que los asesinatos recientes estaban, al menos, parcialmente relacionados con esa decisión. A pesar de que la política de disparar para matar siempre ha sido una estrategia controvertida contra la caza furtiva, el hecho de armar a los guardabosques no lo ha sido.
“Me resultó muy difícil que algún gobierno enviara a sus ciudadanos a las fronteras para luchar contra las redes criminales altamente organizadas que están armadas hasta los dientes sin armas”, indicó Chase. “Este es el área más grande de elefantes que queda en el planeta. Es muy remota y difícil de acceder, y pretender que las BDF [la controle por sí sola] no es justo”.
De todos modos, a Joubert le cuesta creer que el desarme de la unidad fuera la causa de estos recientes asesinatos de elefantes. “Decir que la caza furtiva ocurrió porque les quitaron las armas [a la unidad contra la caza furtiva] no tiene sentido. Aún hay 800 miembros armados de las BDF allí”, indicó.
Goemeone Mogomotsi, funcionario legal en la Universidad de Botsuana que ha estudiado las estrategias contra la caza furtiva del país, denominó la decisión de desarmar a la unidad contra la caza furtiva “desafortunada y retrógrada”.
En un ensayo de 2017 realizado por Mogomotsi y su colega Patricia Kefilwe Madigele, los coautores sostienen que Botsuana se ha convertido en un refugio para los elefantes precisamente porque les brindó armas a sus guardabosques y desplegó al ejército a las áreas de preservación. (Además, sostienen que la política de disparar para matar de Botsuana también colaboró, a pesar de que este es un argumento muy discutido por otros académicos y al que se oponen muchos defensores de los derechos humanos).
¿Señales de advertencia?
La causa de la caza furtiva de estos 87 elefantes probablemente es más compleja que solo el desarme de los guardabosques, indicó Vanda Felab-Brown, experta en seguridad y delito del instituto Brookings Institute.
“El anuncio [de que los guardabosques no tendrían armas] posiblemente contribuyó muchísimo a la tentación de los cazadores furtivos de intensificar la caza. Pero creo que es simplista retratar esta como la única causa”, mencionó.
Los incidentes relacionados con la caza furtiva ha aumentado en Botsuana en los últimos dos años tanto a nivel comunitario como a nivel profesionalizado, explicó. Ella y Chase destacaron que a medida que los elefantes fueron aniquilados en los países vecinos, las es posible que las redes de tráfico se trasladen a Botsuana, donde hay más animales para cazar.
Felab-Brown también sugiere que es posible que la prohibición de caza de 2014 de Botsuana haya causado una mayor caza furtiva. Las comunidades que previamente se beneficiaron de la industria de la caza como trofeo y los servicios turísticos relacionados perdieron oportunidades de empleo y fuentes de ingresos cuando la prohibición entró en vigor. El turismo fotográfico no aumentó lo suficiente para compensar la diferencia, según una investigación reciente realizada por Joseph Mbaiwa del instituto Okavango Research Institute, en la Universidad de Botsuana.
Las comunidades también perdieron una importante fuente de carne proveniente de la caza, y la falta de caza significó más y más vida silvestre en la puerta de su pueblo. Eso ha provocado más enfrentamientos entre las personas y los elefantes, lo cual aumentó el incentivo de matar a los animales invasores de manera ilegal. Estos factores combinados provocaron que las personas que viven en áreas rurales tengan una actitud más negativa con respecto a la vida silvestre, según Mbaiwa, y que en cambio hayan incitado un aumento en la caza furtiva.
Joubert no está de acuerdo. Mencionó que cuando la caza estaba permitida, las concesiones solo estaban ocupadas durante cinco meses en el año, lo cual dejaba a esas áreas particularmente vulnerables a los cazadores furtivos durante los otros siete meses. Con el turismo fotográfico, las concesiones están ocupadas todo el año.
El gobierno ahora está revisando la prohibición de cazar.
La demanda sigue siendo fuerte
La demanda del marfil de los elefantes proviene, en especial, de Asia, donde algunos lo consideran un símbolo de categoría. El marfil se talla para crear esculturas, estatuillas, palillos chinos, joyas y miles de otros objetos del tamaño del colmillo. A pesar de que el comercio internacional de marfil está prohibido desde 1990, el comercio nacional en China continuó siendo legal hasta finales de 2017.
La decisión fundamental de China de cerrar su mercado de marfil fue celebrada por todo el mundo. Pero, según Felab-Brown, el hecho de que estos 87 elefantes hayan sido asesinados recientemente en un lugar como Botsuana pareciera indicar que la prohibición no ha tenido el efecto inmediato que muchos esperaban. “La prohibición ha estado en vigor durante nueve meses, y esta situación aún sucede. Eso significa que aún hay mucho flujo en algún lugar” mencionó. “El mercado chino no ha agotado”.
Hong Kong y Japón, quienes cuentan con mercados nacionales legales de marfil, continúan siendo los principales destinos del marfil ilegal, al igual que China y los Estados Unidos.
“Este es un momento difícil en la preservación de los elefantes”, mencionó Chase.
Joubert advierte que no hay que suponer que actualmente hay una caza furtiva libre para todos en Botsuana. De todos modos, indicó “Incluso si un solo elefante ha sido asesinado, uno es demasiado. Debemos movilizarnos. Debemos asegurarnos de que esta situación no empeore”.