Las crías de jirafa heredan las manchas de sus madres
El patrón distintivo es hereditario, según una investigación reciente que vincula las manchas a la supervivencia.
¿Por qué las jirafas tienen manchas? ¿Cómo se determinan su forma y patrón?, ¿son heredables?
Aunque parezca extraño, los científicos todavía no han podido responder estas preguntas. Es por eso que los investigadores Derek y su compañera Monica Bond decidieron buscar respuestas y, desde el 2011, se han dedicado a examinar jirafas en el norte de Tanzania.
Según un estudio publicado en el diario PeerJ, los científicos descubrieron que ciertos aspectos de los patrones de las manchas de una jirafa son hereditarios y parecen determinar la supervivencia de una jirafa joven. En concreto, es probable que las madres trasmitan a sus crías la redondez y curvatura (una medida conocida técnicamente como “tortuosidad”) de sus manchas.
El estudio reveló que cuanto más grandes y más redondas son las manchas de las jirafas jóvenes, mayores son las tasas de supervivencia. Los autores destacan que no se sabe con certeza por qué esto es así –algunos sostienen que las manchas sirven como camuflaje. Pero las manchas también pueden determinar la capacidad del animal de regular su temperatura, además de tener, seguramente, otras características desconocidas pero útiles.
“Nos dimos cuenta de que sabemos muy poco sobre los patrones de pelaje de los mamíferos en general", afirma Lee, profesor asociado e investigador de la Universidad del Estado de Pensilvania, quien cofundó con Bond la organización de conservación del medio ambiente Wild Nature Institute. "Nunca hemos observado en detalle qué datos aportan".
Julian Fennessy, cofundador de la Giraffe Conservation Foundation, y uno de los mayores expertos en jirafas a nivel mundial, si bien no forma parte del estudio, sostiene: “los resultados son científicamente válidos e interesantes, pero está claro que se trata de una sola muestra". Y agrega que sería interesante comparar este trabajo con la investigación sobre jirafas en otras áreas, y con diversas especies.
Lee indica que en 1968 se ha llevado a cabo la investigación más reciente y relevante sobre las manchas de las jirafas; Anne Innis Dagg, una destacada experta en jirafas, descubrió que el tamaño, la forma, el color y la cantidad de las manchas eran hereditarios. Sin embargo, Lee sostiene que, a partir de ese momento, nuestra comprensión de la genética ha avanzado a pasos agigantados y que la investigación de Dagg solo tomó en cuenta una población relativamente pequeña del zoológico. “En realidad, nadie había analizado una población salvaje”.
En 2012, Lee y Bond ingresaron en la selva de Tanzania para aprender más. Viajaron por carreteras estrechas hasta las zonas más salvajes del Tarangire National Park, donde los turistas no suelen llegar. Enfrentándose a las “innumerables” moscas tse-tse, fotografiaron la mayor cantidad de jirafas que pudieron durante un período de cuatro años. También observaron el comportamiento de lactancia e identificaron 31 pares de madre-cría.
“Las jirafas salvajes hembras no suelen amamantar una cría que no sea la propia”, explica Lee. Por otra parte, para determinar la línea paterna de la jirafa, se requiere de observación constante o pruebas genéticas. Como consecuencia, “[la madre] es el progenitor que podemos determinar con certeza”.
Lee, Bond y el coautor Douglas Cavener utilizaron un software de reconocimiento de patrones para analizar las fotos que recopilaron. Midieron 11 rasgos –redondez, color, tamaño, cantidad, entre otros– para comprobar si los patrones de las manchas se transmiten de madre a cría, y si el patrón determina la supervivencia de las jirafas jóvenes.
Craig Holdrege, autor "The Giraffe’s Long Neck" (El cuello largo de la jirafa), sostiene que el trabajo presenta “pruebas contundentes de que algunos aspectos de la forma de las manchas son hereditarios", pero agrega que la conclusión acerca de la relación entre tamaño de la mancha y supervivencia es un poco más dudosa. “Es fácil presuponer que la correlación alude a la función de camuflaje y protección, pero eso es apenas una conjetura”.
Lee recibe la crítica sin ofenderse. “Todo puede ser posible, por eso la repetición es tan importante para la ciencia”, afirma.
Y confía en que este último trabajo al menos sirva como base para futuras investigaciones no solo de jirafas, sino también de otros animales. “Esto es solo el comienzo….hay muchísimos mamíferos con patrones de pelaje complejos de los que sabemos muy poco”, afirma.