Agente patógeno causó la disminución de unas 501 especies de ranas y salamandras
La estimación fue realizada por el primer registro mundial del daño causado por los hongos quitridios Batrachochytrium dendrobatidis (Bd) y Batrachochytrium salamandrivorans (Bsal).
Durante décadas, un asesino silencioso ha matado ranas y salamandras en todo el mundo al comerse sus pieles vivas. Ahora, un equipo global de 41 científicos ha anunciado que el agente patógeno, que los humanos han desparramado por todo el planeta involuntariamemente, ha perjudicado a la biodiversidad más que cualquier otra enfermedad que se haya registrado.
El reciente estudio, publicado en Science, es el primer registro integral del daño causado por los hongos quitridios Batrachochytrium dendrobatidis (Bd) y Batrachochytrium salamandrivorans (Bsal). En total, los hongos han motivado la disminución de, al menos, 501 especies de anfibios, o alrededor de una de cada 16 especies conocidas por la ciencia.
De todas las especies afectadas por los quitridios, 90 se han extinguido o se cree se han extinguido en estado salvaje. Otras 124 especies han reducido su población en más de un 90 por ciento. De las 501 disminuciones, solo una no fue causada por Bd.
“Sabíamos que el quitridios era realmente malo, pero no sabíamos cuán malo era, y es peor que lo que planteaban las primeras evaluaciones”, señala Ben Scheele, autor principal del estudio y ecólogo en la Universidad Nacional Australiana. “Estos nuevos resultados lo ponen al mismo nivel, en lo que respecta a daños a la biodiversidad, que las ratas, los gatos y [otras] especies invasivas”.
Scheele ha presenciado la matanza del hongo en primera persona. En uno de sus lugares de estudio en Australia, un fenómeno de El Niño prolongado exacerbó la reproducción y dispersión masiva de ranas, lo que permitió que el Bd se desparramara como nunca antes. Antes del hongo, la población de la rana de los árboles alpinos era tan abundante que tenía que tener cuidado de no pisarlas al salir a caminar por la noche. Ahora, la especie es casi imposible de encontrar.
Triste y sorprendido, Scheele decidió medir la disminución. Luego de cuatro años e innumerables conversaciones por correo electrónico, el equipo de Scheele finalmente logró combinar todos los registros conocidos de quitridios en una única base de datos uniforme, la cual reveló el récord de Bd and Bsal.
“El hongo quitridios es el agente patógeno más destructivo que la ciencia haya descrito— un descubrimiento bastante impactante”, agrega Wendy Palen, bióloga de la Universidad Simon Fraser en Columbia Británica quien escribió sobre el estudio para Science.
La mayor parte de las muertes de los anfibios ocurrió en la década de los ochenta cuando la enfermedad comenzó a circular por el mundo; asimismo, hubo un segundo repunte en mortalidad en América del Sur a mediados del 2000. Muchas de las ranas afectadas viven en América Central y del Sur, aunque los brotes también se vieron en Europa, América del Norte, Australia y África. No se conoce ninguna disminución en Asia, donde el hongo ha coexistido con los animales por millones de años.
Además, el recuento del estudio es conservador. Debido a la falta de evidencia, no se incluyeron las disminuciones de población que se dieron en las décadas de 1950 y 1960 en Europa y América del Norte. Y las 501 especies escrutadas son solo las que los científicos conocen. Los investigadores siguen identificando nuevas especies de ranas, incluso después de haber sido casi aniquiladas en estado salvaje.
Los autores del estudio esperan que la nueva investigación sirva para que se comience a luchar contra la pandemia.
“Entiendo muy bien por qué algunas personas pueden ver esta problemática como algo menor, pero estoy totalmente en desacuerdo, ya que al decir eso no tienen en cuenta verdaderamente cuánto puede empeorar todavía”, señala Jonathan Kolby, coautor del estudio, explorador de National Geographic y especialista en políticas del Servicio de Vida Silvestre y Pesca de Estados Unidos.
Esta es la razón por la que los investigadores están pidiendo que los gobiernos del mundo ayuden a los anfibios a ganar tiempo mediante la implementación de políticas relacionadas con la restricción del comercio de anfibios silvestres, la protección de los hábitas de los anfibios, la batalla contra las especies invasivas que amenazan a los anfibios y el apoyo a los programas de reproducción en cautiverio.
Los orígenes de un asesino
Hay cientos de especies de hongos quitridios, y la mayoría de ellos son descomponedores discretos. Pero el Bd es un bicho raro. Tiene un gusto fanático por las proteínas que se encuentran en la piel de los anfibios. A principios del siglo XX, la actividad humana, como el comercio y la guerra, desparramó accidentalmente el hongo por todo el mundo.
A lo largo del camino, el hongo evolucionó y generó una cepa muy agresiva que es la principal responsable de la pandemia.
Algunos anfibios pueden tolerar el Bd, pero el hongo degrada la piel permeable de los animales, la cual usan para respirar y regular sus niveles de agua. Es por esto que muchos no lo toleran. Las infecciones generalizadas provocan un espiral letal que finaliza con un ataque cardíaco.
Bd no es solo letal, también es devastadoramente efectivo para esparcirse. Mientras que la mayoría de los agentes patógenos atacan seres específicos, Bd puede infectar hasta, al menos, 695 especies en diverso grado. Asimismo, no mata a sus víctimas rápidamente, lo que aumenta la probabilidad de propagación. Las especies que no mata, como la rana toro, pueden desempeñarse como reservorios.
Además, el hongo puede propagarse por el contacto o el agua; las esporas de Bd pueden nadar distancias cortas. Y, si las condiciones son las adecuadas, el hongo puede vivir fuera de su portador por semanas y meses—tal vez años. “En algunos aspectos, es la receta pandémica perfecta”, indica Dan Greenberg, biólogo y estudiante posdoctoral de la Univeridad Simon Fraser. “Si fuera un patógeno humano, sería una película de zombis”.
Como ya ha informado National Geographic, Bd atacó a los investigadores como si hubiese sido una plaga zombi ficticia. Los científicos comenzaron a darse cuenta de las muertes de ranas en la década de 197o, pero, hasta la década de 1990, los investigadores no se percataron de que estas “disminuciones enigmáticas”eran un fenómeno mundial. Los investigadores describieron a Bd en 1997; en una década, ya era el principal sospechoso de la matanza.
Karen Lips, coautora del estudio y ecóloga en la Universidad de Maryland, vió cómo el hongo se expandía por lugares que ella había estado monitoreando por más de 15 años. Desde el 2004 hasta el 2008, uno de sus lugares de investigación en Panamá perdió más de un quinto de las especies de anfibios debido al Bd. “Cuando llegas a conocer el sistema, se destruye completamente”, señala. “Es horrible ver ese nivel de cambio”.
Lo mismo sucedió en los Pirineos franceses, donde los sapos parteros de desplomaron por las cientos de orillas lacustres montañosas. “En el comienzo del brote, los sapos parteros vitoreaban a viva voz en un coro precioso. Luego de que la enfermedad arrasara con ellos, ya no se escuchaba su croar”, agrega Mat Fisher, coautor del estudio y epidemiólogo del Imperial College London. “El mundo se vuelve muy tranquilo”.
Firme como estatua
Los investigadores sostienen que el daño ya hecho por Bd no puede revertirse. El hongo ya está en todo el mundo, y sacarlo del medioambiente es imposible. A pesar de que existen fungicidas tropicalesque pueden curar a los anfibios afectados por el Bd en estado salvaje, no pueden utilizarse a escala global.
Ante esta realidad, los autores del estudio afirman que nuestra mejor apuesta es restringir considerablemente el comercio mundial de anfibios silvestres, o, al menos, mejorar los procesos de revisión. Probablemente, el comercio de mascotas y carnes desempeña un rol importante en la propagación del agente patógeno. Un estudio del 2018 confirmó que la mayoría de las cepas de Bd, entre las que se encuentra la responsable de la pandemia global, está presente en los animales que se venden en las tiendas.
A pesar de su impacto, el hongo no ha llamado la misma atención que otras enfermedades relacionadas con la vida silvestre como el síndrome de la nariz blanca, una enfermedad micótica que infecta a los murciélagos.
“Si te guías por la cantidad de especies afectadas, [el síndrome de la nariz blanca] se ve increíblemente eclipsado por la cantidad de anfibios, y luego miras los niveles de esfuerzo, financiamiento y atención”, indica Kolby. “’¿Por qué no les prestamos la misma atención a las ranas?”.
Los funcionarios de los Estados Unidos están monitoreando la situación, pero como el Bd ya está extendido por todo el territorio, no hay mucho que puedan hacer. Los investigadores han señalado que el Bd consta de muchos y diferentes linajes. Un estudio del 2011 sugirió que el BdGPL, la cepa más letal de todas, surgió cuando dos cepas separadas se hibridaron.
“Si no seguimos haciendo énfasis en la importancia de la bioseguridad, el control y la vigilancia de enfermedades a nivel gubernamental, es difícil pensar en que no vayamos a tener otro evento híbrido”, indica Kolby. “Eso comenzaría todo de nuevo: una nueva cepa, una nueva virulencia. Eso es lo que me aterra”.
Estados Unidos puede adoptar un enfoque más proactivo hacia el Bsal, que ha arrasado con las salamandras en Europa, pero no se ha detectado todavía en el país., lo que lo convierte en un refugio global para la biodiversidad de estos animales. En el 2015, las dependencias gubernamentales de Estados Unidos formaron un grupo de trabajo expresamente centrado en Bsal. En el 2016, los funcionarios de EE.UU. se movilizaron para prohibir la importación de 201 especies de salamandras.
Estados Unidos no es el único en la lucha contra el Bd; los funcionarios de todo el mundo están trabajando para detener al hongo. Los científicos han establecido redes regionales para monitorear la expansión del hongo y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE, por su sigla en inglés)—el equivalente no humano de la Organización Mundial de la Salud—ha emitido recomendaciones sobre cómo comerciar productos anfibios y, al mismo tiempo, minimizar el riesgo de expansión del Bd. En el 2015, la OIE y la Convención de CITES, el acuerdo que regula el comercio de la vida silvestre global, firmaron un pacto a fin de trabajar más estrechamente.
Incluso hoy, algunas especies tienen alguna posibilidad de generar resistencia al Bd y al Bsal. De las 292 especies afectadas por el quitridios y que lograron sobrevivir, solo 60 muestran signos de recuperación.
Scheele señala que, para ganar tiempo, el mundo necesita reducir las otras amenazas para los anfibios, desde la pérdida de sus hábitats a las especies invasivas. Asimismo, los esfuerzos para que se reproduzcan en cautiverio como el Arca Anfibia (Amphibian Ark) podrían funcionar como salvavidas genéticos.
Pero Palen indica que las soluciones básicas ya las sabemos: “El hecho de no haber sido capaces de realizar esas cosas obvias nos da una lección”. “Tal vez esta sea una verdadera llamada de atención”.