Ualabíes expuestos a un herbicida común presentan anomalías reproductivas
Un nuevo estudio sobre la atrazina apunta a que el pesticida puede interferir en el desarrollo sexual de varios animales.
Los ualabíes nacen con el tamaño de una gomita y terminan de desarrollarse en las bolsas de sus madres. Esto los hace más vulnerables que otros mamíferos a las amenazas externas, como pueden ser los contaminantes químicos.
Según una investigación, un herbicida ampliamente utilizado puede interferir con el desarrollo sexual de los animales. La atrazina, que se aplica en los campos agrícolas, en los céspedes residenciales y en otros lugares para matar malezas, con frecuencia se encuentra en niveles bajos en arroyos, lagos y agua potable en los Estados Unidos y Australia, los dos mayores usuarios del mundo.
Un estudio publicado en el mes de agosto en la revista Reproduction, Fertility and Development descubrió que la atrazina afectaba el desarrollo genital de los ualabí de tammar, un marsupial australiano de la misma familia que los canguros. Cuando los investigadores dieron a las hembras ualabíes agua potable con el herbicida durante su embarazo y mientras amamantaban, sus descendientes masculinos desarrollaron penes más cortos y pequeños.
La investigación proporciona más evidencia de que la atrazina "interfiere con la forma en que nuestras hormonas están equilibradas dentro de nuestros cuerpos", dice el autor del estudio Andrew Pask, genetista de la Universidad de Melbourne. No solo se refiere a los canguros, sino a todos los mamíferos, incluidos los humanos.
El estudio es el primero en explorar los impactos de la atrazina en los marsupiales, que dan a luz a bebés subdesarrollados que luego maduran en la bolsa de su madre. El desarrollo genital de los marsupiales ocurre completamente después del nacimiento, lo que significa que es más probable que se vean influenciados por factores externos como la contaminación química, dice Jennifer Graves, investigadora de marsupiales de la Universidad La Trobe, en Melbourne, que no participó en este estudio. Debido a esto, es probable que los animales muestren más claramente los efectos de la atrazina que podrían estar ocurriendo de manera más sutil en los mamíferos placentarios, dice Graves.
Syngenta, con sede en Suiza, el mayor productor de atrazina, insiste en que el producto es seguro. Syngenta ha realizado sus propios estudios sobre los impactos de la atrazina y dice que “no hay evidencia consistente o convincente para concluir que la atrazina afecte negativamente a la vida silvestre en concentraciones ambientalmente relevantes”, dijo el portavoz de la compañía Chris Tutino en un correo electrónico.
La concentración de atrazina en el estudio de Pask es más alta de lo que probablemente encontrarían los ualabíes en el medio ambiente, dice Tutino, calificándolo de "un escenario de exposición inverosímil". Pask no está de acuerdo, citando evidencia de altos picos de atrazina en los arroyos australianos. Aunque la concentración más alta documentada registrada en las aguas australianas es aproximadamente un octavo de la utilizada en este estudio, los animales pueden estar expuestos a la atrazina adicional al comer plantas rociadas con el químico, dice Pask.
Los ualabíes, como estos en el Parque Nacional de Narawntapu, pueden estar expuestos al herbicida atrazina a través del agua de los arroyos y al comer plantas rociadas con el químico, lo que podría afectar su desarrollo sexual.
Desarrollo interrumpido
La atrazina es el segundo herbicida más utilizado en los EE. UU., donde se rocían 32 millones de kilogramos anualmente sobre los cultivos, principalmente sobre el maíz, la caña de azúcar y el sorgo. Australia, el segundo mercado más grande de la sustancia química, utiliza tres millones de kilogramos cada año. La Unión Europea, por su parte, prohibió la atrazina en el 2004 por la falta de evidencia de la seguridad de la sustancia química y las preocupaciones sobre la regulación de su concentración en las cuencas hidrográficas.
En los EE. UU., la atrazina es el pesticida más comúnmente detectado en el agua del grifo, según el Grupo de Trabajo Ambiental, una organización sin fines de lucro que aboga por un uso reducido de pesticidas y estándares más estrictos para el agua potable. Un análisis del 2010 del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales de 153 sistemas de agua potable en los EE. UU. descubrió que más de un tercio tenía picos de atrazina por encima del límite de la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (EPA) de tres partes por mil millones. Algunos sistemas en Ohio, Illinois e Indiana tuvieron picos superiores a 10 partes por mil millones en el agua potable.
La atrazina tiende a aumentar la conversión de testosterona en estrógeno, dice Pask, lo que puede impulsar el perfil hormonal de un animal hacia el desarrollo de rasgos femeninos. La investigación sugiere que puede alterar el sistema endocrino, la red de glándulas y las hormonas del cuerpo que gobierna todo, desde el desarrollo de los órganos sexuales hasta la función neural.
Debido a que el sistema endocrino es similar en todos los mamíferos, estudios como estos también tienen implicaciones potenciales para los seres humanos, dice Jennifer Freeman, toxicóloga ambiental de la Universidad de Purdue que no participó en el estudio del ualabí.
Si bien no ha habido una investigación extensa sobre los efectos de la atrazina en la salud humana, un estudio del 2013 de niños nacidos en Texas relacionó la alta exposición prenatal a la atrazina con malformaciones genitales, incluidos penes pequeños y un estudio del año anterior mostró que las mujeres en áreas con un uso intensivo de atrazina tenían más probabilidades de tener partos prematuros. Una revisión del 2003 de la Agencia de Sustancias Tóxicas y Registro de Enfermedades del gobierno de EE. UU. descubrió que "la exposición materna a la atrazina en el agua potable se ha asociado con bajo peso fetal y defectos cardíacos, urinarios y de las extremidades".
Incluso a niveles por debajo del estándar de agua potable de EE. UU., se ha demostrado que la atrazina tiene efectos nocivos en los animales. Un estudio del 2002 descubrió formaciones genitales anormales en ranas macho expuestas al agua con solo una parte por mil millones de atrazina. Un estudio del 2010 mostró que la atrazina podría alterar el desarrollo de los órganos reproductores en las ranas macho en 2,5 partes por mil millones. La mayoría de esas ranas tenían niveles bajos de testosterona, recuento anormal de espermatozoides y disminución de la fertilidad. Una de cada diez de las ranas previamente machos se convirtió en hembras completamente funcionales.
Tal como apuntan los investigadores, aunque las poblaciones son relativamente estables por ahora, cualquier cosa que interfiera con la salud reproductiva de los ualabíes de tammar podría ponerlos en riesgo.
En un estudio anterior dirigido por Pask, publicado en el año 2019, su grupo descubrió que los ratones expuestos a un nivel de atrazina que se consideraba "sin efecto observado" en los seres humanos producían un aumento de peso y una disminución del recuento de espermatozoides en los animales.
El tratamiento del agua puede reducir los niveles de atrazina para los humanos, pero los animales pueden encontrarla en concentraciones mucho más altas en la naturaleza. En los arroyos australianos cerca de las tierras agrícolas, la atrazina se ha medido en concentraciones de hasta 53 partes por millón (53.000 partes por mil millones) después de la temporada de fumigación.
En las tierras de cultivo del suroeste de Australia, donde viven los ualabíes de Tammar, los arroyos y estanques con escorrentía de atrazina "son algunos de los únicos lugares donde hay una fuente de agua permanente para esos animales", dice Pask. "Así que, lamentablemente, recorrerán grandes distancias para beber de esas fuentes de agua contaminadas".
Efectos dramáticos
Los ualabíes de Tammar pueden ingerir atrazina cuando comen plantas que han sido rociadas o cuando beben agua contaminada. Pask y sus colegas dieron a 20 ualabíes embarazadas agua normal y a otros 20 agua con atrazina añadida, a 450 partes por millón (450.000 partes por mil millones), una alta concentración, dice Pask, pero aún un nivel que los ualabíes podrían encontrar en la naturaleza. Las hembras bebieron libremente el agua durante el embarazo, el parto y la lactancia.
El equipo de Pask quería ver los genitales de los descendientes masculinos, conocidos como joeys, nacidos de las hembras que ingieren atrazina y cómo podrían desarrollarse de manera diferente. El desarrollo del pene es un buen indicador del equilibrio hormonal general de un animal durante la gestación porque es fácilmente afectado por los cambios hormonales, dice Pask.
Los joeys nacidos de madres que bebían agua contaminada tenían penes que eran un 20 por ciento más cortos y significativamente más delgados que el grupo de control y los genes responsables de la función testicular normal también estaban alterados. Estos resultados sugieren que hubo un desequilibrio hormonal durante el desarrollo embrionario temprano, según el documento.
"Realmente fue muy sorprendente que pudiéramos ver efectos tan dramáticos", dice Pask.
Manejo de marsupiales
Los ualabíes machos de tammar tardan dos años en alcanzar la edad reproductiva, por lo que los investigadores aún no saben si la exposición a la atrazina afectará la reproducción, o cómo lo haría, pero Pask dice que estima que los penes más pequeños dificulten la inseminación exitosa.
"Estos son efectos realmente dramáticos que están reportando", dice Jennifer Sass, científica y toxicóloga senior del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales. Encontrar anomalías significativas del desarrollo en los ualabíes, incluso en dosis altas, es "simplemente escalofriante", dice Sass, en parte porque la sustancia química se usa ampliamente y sus efectos sobre el desarrollo de los mamíferos no se comprenden de manera completa.
Sin embargo, Tutino no está de acuerdo y dice que "casi 7.000 estudios han concluido que la atrazina es segura para los seres humanos y para el medio ambiente a niveles de exposición relevantes".
Los ualabíes de Tammar se consideran actualmente una especie de "menor preocupación" por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, pero han estado bajo una creciente amenaza a medida que sus hábitats de pastizales son reemplazados por granjas y ranchos. “Cualquier presión adicional que se ejerza sobre [una] especie y que dificulta su reproducción puede tener un impacto profundo”, dice Pask.
El siguiente paso de su investigación, dice Pask, es realizar más estudios con cantidades más bajas de atrazina para determinar la dosis mínima a la que surgen los problemas. Él dice que espera que esta investigación pueda informar cuándo y cómo se rocían los pesticidas en las tierras agrícolas rurales de Australia, donde la atrazina se usa con mayor frecuencia y donde viven muchos marsupiales.
"Como mínimo", dice Pask, "debemos tener en cuenta eso en algunos de los planes de gestión de marsupiales para algunas de estas especies realmente en peligro de extinción".