Liberan a 500 tiburones bebé como parte de una exclusiva misión de reintroducción de especies
Un equipo que trabaja en más de 15 países está criando tiburones amenazados en acuarios y reintroduciéndolos en el océano de Indonesia. Si bien nunca se ha hecho a esta escala, los expertos creen que podría funcionar.
La científica Nesha Ichida libera el segundo tiburón cebra del día, una joven hembra llamada Kathlyn, en las islas Wayag de Indonesia. Ichida forma parte de un nuevo grupo, ReShark, liderado por 44 acuarios de todo el mundo, que pretende reconstruir las poblaciones de tiburones en peligro reintroduciendo tiburones criados en cautividad en sus aguas nativas. Ichida había liberado 20 minutos antes a Charlie, el hermano mayor de Kathlyn y el primer tiburón liberado mediante este programa.
Una nueva organización con socios en 15 países (incluidos 44 acuarios) cría en cautividad tiburones cebra en peligro de extinción y pretende liberar 500 de ellos en Indonesia para intentar recuperar una población salvaje autosostenible que ha estado a punto de extinguirse.
Se trata de un proyecto único en el mundo. Aunque los científicos suelen reintroducir animales raros criados en cautividad en tierra firme (como los cóndores de California o los pandas gigantes de China), nunca se ha intentado nada parecido con los tiburones, que están desapareciendo en todo el mundo a un ritmo alarmante.
Pero algunos de los mejores científicos del mundo especializados en tiburones creen que esta iniciativa puede funcionar. Y los tiburones cebra pueden ser solo el principio. Este nuevo grupo, que se hace llamar ReShark, planea aplicar el mismo enfoque a otras especies de tiburones en distintas partes del mundo.
"Es un hito", afirma Nesha Ichida, científica marina indonesia que colabora en la gestión de este trabajo para ReShark. "Es un momento muy esperanzador y trascendental".
Nesha Ichida transporta con delicadeza a un tiburón cebra joven por el corral marino de la isla de Kri hasta un equipo de cuidadores de tiburones para el último chequeo de salud el día antes de ser liberado en su hábitat natural.
Un nuevo tiburón salvaje
En un caluroso día de enero, vi a Ichida arrodillarse en una laguna turquesa del archipiélago indonesio de Raja Ampat y acunar suavemente a una cría de tiburón. La criatura era delgada y musculosa y estaba rodeada de una mezcla de rayas pálidas y círculos que descendían en espiral por una cola que parecía no tener fin.
Este tiburón cebra de 15 semanas (como todos los tiburones cebra) se había desarrollado en un huevo. Pero ese huevo había sido puesto en el acuario Sea Life Sydney de Australia y trasladado en avión a Indonesia, donde eclosionó en un tanque de un nuevo vivero de tiburones. Los padres del animal habían sido capturados muchos años antes en el Océano Pacífico, frente a las costas del norte de Queensland (Australia), donde la población de tiburones cebra es saludable. Pero aquí, en Raja Ampat, a 2400 kilómetros al noroeste, los tiburones cebra casi han desaparecido, víctimas del comercio mundial de tiburones. Entre 2001 y 2021, a pesar de 15 000 horas de búsqueda, los investigadores solo habían contado tres.
Desde entonces, esta región ha protegido a los tiburones, e Ichida era la encargada de poner en marcha una ambiciosa operación de reintroducción. Tenía en sus manos el primer animal cautivo que se liberaría en estas aguas, un joven tiburón cebra llamado Charlie, en honor a un funcionario provincial de Papúa Occidental que había promovido este proyecto.
Bajo las imponentes formaciones de piedra caliza de las remotas islas Wayag, a 144 kilómetros en barco de la ciudad más cercana, observé cómo el joven tiburón se balanceaba bajo sus dedos.
Ante una pequeña multitud de funcionarios del Gobierno, los aldeanos indígenas de Kawe que gestionan Wayag y algunas celebridades defensoras de la vida salvaje, como el actor Harrison Ford, Ichida compartió un deseo de despedida: esperaba que este tiburón iniciara un movimiento para recuperar a los depredadores oceánicos. "Me siento muy esperanzada de que Charlie vaya a ser el embajador de todas las especies de tiburones”, reflexionó.
Momentos después, sus palmas se abrieron y Charlie se escabulló con su larga cola enroscada hacia el fondo arenoso y un futuro insondable.
Como todos los demás, Ford se quedó entre la multitud y levantó un teléfono para documentar él mismo la escena.
La cuidadora de tiburones Kyra Wicaksono utiliza una luz para iluminar un embrión de tiburón cebra dentro de su caja de huevos en un nuevo vivero de tiburones en el Misool Resort en el sur de Raja Ampat, Indonesia. El huevo, también llamado bolso de sirena, fue enviado desde el acuario Sea Life Sydney. Pronto saldrá un tiburón y vivirá en un tanque antes de ser trasladado a un corral marino exterior y luego al océano.
Antiguas criaturas al borde del abismo
Los tiburones son uno de los vertebrados más antiguos del planeta, ya que han sobrevivido a cinco extinciones masivas a lo largo de más de 420 millones de años. Pero hoy representan el segundo grupo de vertebrados del mundo que desaparece más rápidamente después de los anfibios. Más del 37% de las 1199 especies de tiburones y rayas corren peligro de extinción, según un estudio dirigido por Nick Dulvy, quien dirigió durante 11 años el Grupo de Especialistas en Tiburones de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). La causa principal es la sobrepesca. La pesca, tanto legal como ilegal, contribuye a la extinción de todas las especies de tiburones en peligro y es la única amenaza importante para dos tercios de ellas.
(¿De qué modo la sobrepesca amenaza a los océanos del mundo y cómo podría terminar en una catástrofe?)
Cada año se matan millones de ejemplares para obtener su carne, que se consume en países como Brasil, Estados Unidos, India e Islandia. El subproducto de la aleta de tiburón se utiliza después en sopa en Asia y otros lugares del mundo.
Frenar la sobrepesca es esencial para proteger a los tiburones, y los tiburones son esenciales para el mundo marino. Mantienen bajo control las redes tróficas de los océanos, asegurándose de que las criaturas más pequeñas no crezcan demasiado y destruyan los sistemas naturales que alimentan a miles de millones de personas.
Pero los colegas de Ichida en ReShark se hicieron una simple pregunta: ¿Podríamos también recuperar algunas de las poblaciones de tiburones que ya hemos perdido? Ahora, van camino a responderla.
El día antes de que los dos primeros tiburones jóvenes, Charlie y Kathlyn, fuesen liberados en la naturaleza, los cuidadores de un corral marino de la isla de Kri estiran a uno de ellos para medirlo y comprobar su estado de salud por última vez.
En enero, Ichida liberó dos tiburones, Charlie y su hermana, una hembra llamada Kathlyn. Ichida ha liberado a otro desde entonces y liberará a más este año. Mientras tanto, el equipo está estudiando qué otras especies podrían beneficiarse de este método, desde los angelotes de las Islas Canarias y de la costa de Gales hasta los tiburones nodriza de África Oriental, pasando por los peces guitarra de boca de arco de otras partes de Asia y los peces sierra en peligro crítico de extinción, conocidos por los apéndices en forma de cuchillas dentadas de su hocico.
Es demasiado pronto para saber qué proyectos abordarán finalmente, pero "la esperanza radica en que esta lista aumente exponencialmente a medida que avancemos", afirma Lisa Hoopes, directora principal de investigación y conservación del Acuario de Georgia, en Estados Unidos, socio de ReShark.
No es tarea fácil. Las reintroducciones marinas son complejas y poco frecuentes. La vida oceánica es difícil de ver y rastrear. Las amenazas son difíciles de gestionar. "Todo es más difícil cuando se trata del océano", cuenta David Shiffman, biólogo y autor de Why Sharks Matter: A Deep Dive with the World's Most Misunderstood Predator.
Otros grupos han devuelto tiburones cautivos a su hábitat natural. Un acuario de la República de Malta, por ejemplo, recoge huevos de tiburones muertos vendidos en lonjas y cría y libera sus crías en el mar Mediterráneo. Pero estos esfuerzos, aunque bienintencionados, tienen un alcance minúsculo y a menudo ni siquiera afectan a especies amenazadas. Hay pocas pruebas de que vayan a impulsar mejoras a nivel poblacional, en parte porque a menudo eluden el problema más espinoso: hasta que no se ponga fin a la sobrepesca en los lugares donde se libera a los tiburones, no se recuperarán las especies.
Por eso Dulvy se mostró inicialmente escéptico ante los planes de ReShark. El ecólogo de la Universidad Simon Fraser lo había visto adelantado: "Me estaba hartando de estos proyectos (de recuperación) esperanzadores pero inútiles". Así que hizo preguntas difíciles y se sorprendió. "Esta iniciativa es diferente", expresó.
Su sucesora en la UICN, Rima Jabado, se mostró de acuerdo. Es el primer proyecto de reintroducción de tiburones que conoce que "puede brindar una oportunidad para que las especies no se extingan", dijo.
Y es que Charlie y Kathlyn empezaban sus nuevas vidas en un lugar ahora vedado a la pesca de tiburones.
Peces cardenal y peces barredores pululan alrededor de un abanico de mar cubierto de crinoideos bajo un saliente de coral en las islas Wayag. Raja Ampat alberga unas 1600 especies de peces y más de tres cuartas partes de las especies de coral del mundo, y Wayag es una de sus regiones más espectaculares.
Las islas Wayag, en el norte de Raja Ampat, son un laberinto de playas arenosas, lagunas turquesas y atolones rotos por torres de piedra caliza. Antaño, los barcos pesqueros abarrotaban estas remotas aguas, casi aniquilando a los tiburones cebra, pero ahora una zona marina protegida (una de las nueve que cubren 20 000 kilómetros cuadrados) patrullada por guardas ofrece refugio a tiburones, rayas, tortugas y otras especies marinas.
Tiburones de punta negra patrullan lechos de algas poco profundos cerca de la isla de Kri. Estos tiburones, ahora comunes, habían sido una rareza antes de que la red de nueve zonas marinas protegidas de Raja Ampat (que abarca 20 000 kilómetros cuadrados) permitiera que la vida marina se recuperara. Se mataron tantos tiburones cebra que los pocos que quedaron fueron incapaces de encontrar pareja. Nunca han vuelto, por lo que los científicos intentan reactivar la población mediante la reintroducción de animales criados en cautividad.
Rumbo a aguas seguras para los tiburones
En Raja Ampat, atolones, cayos arenosos y bahías de manglares color esmeralda dan paso al azul profundo donde confluyen los océanos Índico y Pacífico. Se trata de una de las aguas más ricas en especies del planeta. Unas 1600 especies de peces viven en este lugar junto con tres cuartas partes de las especies de coral conocidas.
Los tiburones, como en muchos otros lugares, habían sido sacrificados durante décadas. En la década de 1990 quedaban pocos. A mediados de los 2000, sin embargo, la región había adoptado nueve áreas marinas protegidas que cubrían una región de la mitad del tamaño de Suiza, unos 20 000 kilómetros cuadrados. Pronto se prohibió totalmente la pesca de tiburones y rayas en una zona aún mayor. Las patrullas de control buscaban regularmente redes y embarcaciones de pesca ilegales. En 2012, las poblaciones de tiburones se estaban recuperando, sobre todo las de tiburones grises, de puntas negras y blancos.
Pero no los tiburones cebra. Se supone que esta especie recorre el fondo marino cerca de los arrecifes desde Sudáfrica hasta Australia y tan al norte como Japón. Sin embargo, están en peligro de extinción fuera de las aguas australianas. A pesar de su temible reputación, pocas especies de tiburones son realmente agresivas con los humanos, y los tiburones cebra son menos amenazadores que la mayoría. Por eso son fáciles de capturar. Los científicos sospechan que la pesca mató a tantos en Raja Ampat que quedaron muy pocos para encontrar pareja.
Pero más de 100 acuarios de todo el mundo los exhiben. Durante años, Mark Erdmann, científico marino de Conservation International que ha trabajado en Raja Ampat durante un cuarto de siglo, se planteó una idea audaz. ¿Podría reintroducirse su descendencia?
Erin Meyer, vicepresidenta de programas de conservación y asociaciones del Acuario de Seattle, charló con Erdmann en 2018 y le reconoció que la idea era fascinante.
Erdmann había compartido su idea con otros acuarios. Fue tal el entusiasmo que, en la primavera de 2020, Meyer ya dirigía un comité de varios acuarios que elaboraba planes para actuar.
Una hembra adulta de tiburón cebra se desliza por la exposición Wild Reef del acuario Shedd de Chicago. Los tiburones cebra adultos están en peligro de extinción fuera de Australia, pero hay más de 100 en acuarios de todo el mundo. Por ello, varios, entre ellos el Shedd, están dejando que los adultos se apareen y produzcan huevos, que se enviarán a Indonesia.
Trazando el camino a seguir
Por supuesto, la reintroducción no es la panacea para los tiburones. En todo el mundo, estamos matando tiburones más rápido de lo que los acuarios podrían reemplazarlos. Tampoco funcionará con todas las especies. Muchos tiburones (grandes blancos, marrajos) son demasiado grandes y rápidos para vivir en cautividad. Algunos viajan tan lejos que es difícil adoptar zonas de prohibición de pesca lo bastante amplias como para garantizar que las crías recién liberadas eviten las redes.
Las reintroducciones también pueden fracasar. Los tiburones jóvenes pueden sucumbir a enfermedades, ser devorados por tiburones más grandes o tener dificultades para encontrar comida. La mayoría de las especies de tiburones también dan a luz a crías vivas, que son más difíciles de cuidar en cautividad que las que se desarrollan dentro de huevos, como los tiburones cebra.
Pero docenas de especies de tiburones candidatas potencialmente adecuadas viven en aguas donde este enfoque podría funcionar. Los expertos ven el proyecto del tiburón cebra como un modelo de fuertes medidas de protección. En algunos lugares donde no existen, la mera posibilidad de reintroducción ya está impulsando la creación de santuarios o reservas. Resulta que las crías de tiburón son poderosos emisarios del océano.
Mientras que la pequeña multitud de personas, entre ellas Ford, vicepresidente de la junta ejecutiva de Conservation International, se reunía en Wayag, Meyer permanecía inquieta.
Llevaba días ahogándose, como una madre nerviosa que se prepara para enviar a sus pequeños al mundo. Después de tres largos años, por fin había llegado el momento. Cuando Ichida soltó a Charlie, Meyer, desde la playa, se limitó a dejar correr sus lágrimas. "Estoy contenta. Y emocionada. Y esperanzada", me dijo.
Cuando le pregunté qué vendría después, sonrió entre lágrimas y susurró: "¡Más huevos! Y la siguiente especie".
Los fotógrafos Jennifer Hayes y David Doubilet llevan décadas documentando los rincones más recónditos de los océanos del planeta. National Geographic Society ha apoyado su trabajo para crear conocimiento y proteger los ecosistemas marinos.