El asteroide que acabó con los dinosaurios permitió la supervivencia de otras especies
Una nueva investigación revela que la extinción de especies marinas posterior al impacto habría permitido la supervivencia de otros seres vivos.
Hace 66 millones de años, un manto de muerte cubrió el planeta luego de que un asteroide gigante se estrellara contra la Tierra y dejara un cráter de más de 177 km de diámetro en la Península de Yucatán, en lo que hoy sería la ciudad mexicana de Chicxulub. El impacto lanzó al aire más de 50.000 km cúbicos de material, lo que provocó un invierno que duró décadas y la acidificación de los océanos. El resultado: la extinción de tres cuartos de todas las especies en la Tierra, entre estas, los dinosaurios.
Sin embargo, considerando el fenómeno a la distancia, las consecuencias no parecen haber sido tan malas.
Según una investigación realizada por un grupo internacional de más de treinta científicos, la extinción masiva que marcó el final del período Cretácico-Paleógeno pudo haber permitido que los océanos amortiguaran el impacto de una erupción volcánica masiva que ocurrió casi al mismo tiempo que la colisión del asteroide. El asteroide hizo que los mares absorbieran una parte de los gases de efecto invernadero emitidos por una meseta volcánica en la antigua India conocida como las Traps del Decán -o escaleras del Decán-, y esto logró atenuar el calentamiento que, de otro modo, podría haber perjudicado a los primeros mamíferos y muchas de las otras especies que sobrevivieron después el impacto.
Los estudios sugieren que cuando cayó el asteroide, esta erupción de proporciones épicas ya llevaba activa unos 400.000 años, y algunos científicos sostienen que los gases volcánicos pueden haber sido en parte responsables de la enorme extinción. Pero según los nuevos cálculos de las temperaturas globales en ese momento, publicados el jueves en la revista Science, parece poco probable que los volcanes hayan contribuido a la desaparición de los dinosaurios.
Parece que el asteroide fue el único impulsor de la extinción, y su marcado efecto en el plancton oceánico puede haber atenuado el posterior calentamiento global de las erupciones volcánicas, que continuaron durante otros 300.000 años.
Palmeras planctónicas
Según Pincelli Hull, paleoceanógrafa de la Universidad de Yale y coautora del estudio, en las muestras de los sedimentos fangosos tomados del fondo marino, la desaparición repentina de especies de plancton con concha calcárea suele coincidir con una capa de pequeñas bolitas de vidrio que cayeron después del impacto del asteroide.
"Como esas especies parecen haber sido las más afectadas tras la colisión del asteroide, creemos que el azufre y el óxido nitroso liberados por el impacto pueden haber acidificado el océano, y disuelto las conchas de estos organismos", afirma Hull. Algo similar a lo que sucede cuando arrojas un trozo de tiza -restos de plancton calcáreo-, en un vaso con vinagre. Sin embargo, el océano nunca llegó a ser tan ácido, por lo que las conchas de plancton se habrían disuelto mucho más lentamente y no se habría producido efervescencia.
Hull explica que los mismos sedimentos también pueden enseñarnos cómo han cambiado las temperaturas globales a lo largo del tiempo, cambios que deberían reflejar los grandes efectos de los gases (incluido el CO2) emitidos por los volcanes de las escaleras de Decán.
"La consistencia del suelo del fondo marino que encontramos en esas muestras es similar a la pasta de dientes", explica Hull. "No está hecho de roca, como el suelo de la tierra que conocemos, sino de fósiles microscópicos de especies de plancton calcáreo que caen al fondo marino después de que mueren".
La simple identificación del plancton incrustado en las diversas capas del sedimento del fondo marino puede dar indicios del clima oceánico en ese momento, y en el caso de algunas especies, es como “encontrar palmeras en el Polo Norte”, afirma Pincelli.
Pero la composición química de sus capas contiene aún más información.
La temperatura del océano afectó los isótopos de carbono y oxígeno incorporados en las capas protectoras del plancton. Analizando datos del suelo del fondo marino recolectados en todo el mundo, los investigadores pudieron reconstruir cómo fueron cambiando las temperaturas globales a lo largo de cientos de miles de años.
El debate continúa
Para esto, los investigadores adaptaron un modelo de computadora utilizando ecuaciones que calculan la relación entre los cambios de temperatura del planeta y el ciclo del carbono a lo largo de varios períodos de tiempo, incluido el presente.
Este modelo sirve para abordar un debate de 40 años, reavivado en dos estudios publicados en febrero pasado, también en la revista Science.
La línea más aceptada sostiene que las emisiones de gases de efecto invernadero del Decán tuvieron su pico máximo de 200.000 a 350.000 años antes de la extinción del Cretácico-Paleógeno, o que fue muy similar antes y después del evento. Esta última posibilidad fue sugerida por primera vez por Courtney Sprain, geocronóloga de la Universidad de Florida, y sus colegas en uno de los artículos publicados en febrero de 2019.
"Naturalmente, me emociona saber que este estudio respalda nuestros hallazgos", afirma Sprain, y agrega que los dos estudios del año pasado avalan que la mitad de los gases se habrían emitido después del impacto del asteroide. La principal diferencia es que el estudio dirigido por el geocronólogo Blair Schoene indicó que hubo un pulso de vulcanismo durante los 100.000 años inmediatamente anteriores al evento de extinción. Este pulso habría alterado el medio ambiente y, junto con el asteroide, habría devastado todas las especies del planeta.
Pero este panorama no es compatible con el nuevo modelo de computadora, que sostiene que las temperaturas globales descendieron en el período previo a la colisión del asteroide.
Por lo tanto, todavía queda por saber qué cantidad de los gases se emitieron antes y después de la gran extinción. El análisis de los periodos de marcado calentamiento más próximos al impacto del asteroide, revela un pico de aproximadamente 2 grados Celsius (aproximadamente 3.6 grados Fahrenheit) unos 200.000 años antes de la extinción. Un segundo periodo de calentamiento mucho menos pronunciado tuvo lugar unos 200.000 años después del evento.
Pero según Donald Penman, geoquímico de Yale y cocreador de los nuevos modelos, que se haya registrado menos calentamiento no significa que los volcanes del Decán hayan emitido menos gases. Y agrega que la explicación es aún más sorprendente.
"El modelo sugiere que luego de la extinción de la mayor parte del plancton calcáreo, la acumulación de compuestos que habría formado sus caparazones, permitió que los océanos absorbieran más CO2 volcánico, y que se redujera el efecto de calentamiento global", sostiene Penman.
Heather Birch, micropaleontóloga de la Universidad de Bristol, Inglaterra, no participó en la fabricación de los modelos, pero está de acuerdo en que la composición del plancton era muy diferente en el periodo posterior al impacto del asteroide, y que esto puede haber afectado la absorción de carbono. Pero Birch advierte que "solo una pequeña fracción del plancton se fosiliza, por lo que se necesita investigar más para saber cómo se habrían absorbido estas grandes cantidades de CO2".
Sin embargo, dado que los océanos se están acidificando nuevamente, esta vez debido a un aumento de CO2 causado por el hombre, ¿podríamos librarnos de lo peor del cambio climático con otra extinción de plancton calcáreo?
Hull cree que no hay que hacerse ilusiones. Después de la extinción del plancton del Cretácico-Paleógeno, las temperaturas aumentaron durante miles de años antes de que los océanos comenzaran a absorber más CO2. Si lo traducimos a una escala de tiempo relevante para la sociedad humana, esto significa que tendríamos que esperar miles y miles de años.
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