Valiosos fósiles de primates hallados en un vertedero cercano a Barcelona
A medida que el vertedero Can Mata se expande en Cataluña, los paleontólogos descubren huesos de especies antiguas que fueron precursoras de los simios y de nuestra especie.
Can Mata es uno de los vertederos más grandes de España. Desde 2002, un equipo de paleontólogos del Instituto catalán de paleontología Miquel Crusafont (ICP) en Barcelona ha hallado alrededor de 70.000 fósiles de este periodo cuando el clima neotropical de la región se estaba volviendo más árido.
Barcelona, España - Hay pocos lugares menos agradables que un vertedero en una noche helada. Pero allí estaba el paleontólogo Josep Robles en diciembre de 2019; buscando pistas de la historia de la evolución humana.
Había pasado gran parte de los meses previos en Can Mata, el vertedero más grande de la región de Cataluña en España. Siete días a la semana, 24 horas por día, las excavadoras hundían de prisa sus garras metálicas en la tierra para crear pozos profundos que almacenaran la basura de Barcelona y sus alrededores. Robles era uno de los tres paleontólogos que rotaban para observar las toneladas de tierra leonada que movían las excavadoras.
Durante el día, el enfermizo y dulce aroma a podrido provocaba el graznido de las bandadas de gaviotas; la tierra, suave y fina como azúcar en polvo, se elevaba en pequeñas nubes con cada paso. Por la noche, Robles se vestía con varias y gruesas capas, una lámpara en el casco de su cabeza. Cada vez que visualizaba un montón que tuviera potencial, le hacía señas al operador de la excavadora para que hiciera una pausa y él pudiera investigar el objeto más de cerca. Si se veía prometedor, lo cubría con papel de aluminio que capta la luz para que se procediera a su excavación una vez que saliera el sol. Luego, se iba, hacía señas de que el lugar estaba despejado y el rugido mecánico de la excavadora comenzaba una y otra vez.
El suelo de Can Mata alberga una gran cantidad de fósiles de un período que abarca más de un millón y medio de años en el Mioceno medio, entre alrededor de 12,5 millones y 11 millones de años atrás. Desde 2002, un equipo de paleontólogos del Instituto Catalán de paleontología Miquel Crusafont (ICP) de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha hallado alrededor de 70.000 fósiles de este período cuando el clima neotropical de la región se estaba volviendo más árido. Reconstruir su evolución ambiental podría ofrecer varias perspectivas para el cambio climático regional de hoy.
Entre los hallazgos más importantes están los fósiles de especies primates que no se hallaron en ningún otro lado. Estos son homínidos ancestrales (los precursores de los simios menores, como los gibones y los siamangs, y de los simios grandes, entre ellos los orangutanes, los gorilas, los chimpancés y nosotros). Estos inusuales huesos están ayudando a completar el panorama de un período de nuestro pasado lejano que, de muchas maneras, sigue siendo misterioso.
Pero, mientras los paleontólogos encuentran esperanzas en el vertedero, los lugareños están agotados de Can Mata; su hedor a podrido, su procesión interminable de camiones que esparcen basura sin descanso, su expansión constante. Las municipalidades cercanas han formado comisiones de monitoreo y han elevado las respectivas quejas. En otoño de 2019, incluso cuando Robles y sus colegas monitoreaban las excavadoras, cientos de protestantes se reunieron en torno a la entrada del vertedero con carteles escritos en catalán. Prou pudors. Tanquem l’abocador. Volum respirar en pau. "Basta de este olor. Cierren el vertedero. Queremos respirar en paz".
La expansión del vertedero se interrumpió en diciembre de 2020, pero la empresa de tratamiento de residuos busca retomar la excavación en la primavera de 2021. Todavía no se sabe si el vertedero cerrará algún día. Si esto sucediera, los paleontólogos también tendrían que dejar de ir. Solo se les permite ingresar al lugar cuando el vertedero se expande.
"Si dejan de excavar, no podremos vigilar la actividad de excavación", explica el director de ICP, David Alba. "Aunque es probable que sigamos explorando el área de vez en cuando, nunca recuperaremos tantos fósiles como lo hacemos cuando están construyendo el vertedero. Entiendo que a nadie le gusta tener un vertedero cerca, pero, desde el punto de vista de legado paleontológico, el vertedero está contribuyendo en gran medida con la ciencia".
De vertedero a mina de oro
Ubicado a 48 kilómetros al norte de Barcelona, Can Mata llegó al mapa de fósiles a principios de la década de 1940 cuando Miquel Crusafont, nombre que tomó el ICP, descubrió en el lugar la mandíbula y los dientes de un gran simio del Mioceno. Los hallazgos siguientes ayudaron a definirlo como yacimiento paleontológico, primero documentado y luego protegido. A pesar de su estado, ha operado ilegalmente como vertedero desde mediados de la década de 1980. (Los lugareños comenzaron a utilizarlo como vertedero informal en la década de 1970).
A principios de la década de 2000, cuando Cespa Gestión de Residuos, operador del lugar, quiso excavar nuevas celdas de basura de al menos 45 metros de profundidad, la ley del patrimonio histórico español obligó a la empresa a asegurarse de que sus máquinas no destrozaran fósiles ni los enterraran debajo de montañas de basura.
Contrataron a los paleontólogos de ICP, especialistas en divisar fósiles, para que supervisaran las excavaciones, y los científicos se emocionaron con la posibilidad de acceder a las profundidades del lugar.
En 2002, los paleontólogos del ICP, Isaac Casanovas-Vilar, Jordi Galindo y Alba, quien era estudiante de doctorado en ese momento, comenzaron a monitorear la excavación en Can Mata. Cuando habían estado trabajando durante tres semanas, desenterraron el diente de un dinoterio, un enorme animal pariente de los elefantes con colmillos curvos. Al investigar el lugar con mayor detenimiento, también hallaron el fragmento de un hueso de un dedo.
"Parecía el de un primate", recuerda Alba.
Corrió hacia su auto y sacó un molde de la mano del simio extinto Hispanopithecus, que había sido descubierto en un valle cercano. Compararon ambos ejemplares, pero todavía no estaban seguros de lo que habían encontrado. Luego encontraron tres fragmentos de caninos, que Alba pegó, y una reserva de fragmentos de huesos pequeños y frágiles repartidos cerca de un bloque de sedimento. Con cámara en mano, Alba se tiró boca abajo para ver mejor la parte inferior del bloque.
Lo sorprendió darse cuenta de que estaba frente a frente con una cara antigua.
"Los tres, muy nerviosos, casi sin hablar, la dimos vuelta", cuenta. "Y allí estaba la cara de un Pierolapithecus mirándonos. Fue uno de los momentos más importantes de mi vida".
Pierolapithecus catalaunicus, apodado Pau, es como llamarán a la nueva especie de simio grande que descubrieron. Es un esqueleto de primate de 12 millones de años y uno de los más completos que se haya hallado del Mioceno. El fósil transformó a Can Mata de vertedero a mina de oro.
Pandas gigantes y ardillas voladoras
En los 13 años que los paleontólogos del ICP han trabajado en el yacimiento de forma activa, han desenterrado más de 75 especies de mamíferos, entre ellas caballos, rinocerontes, ciervos y proboscídeos (parientes de elefantes), un ancestro del panda gigante, y la ardilla voladora más antigua del mundo. También hay montones de roedores, aves, anfibios y reptiles. Hasta ahora, han documentado más de 70.000 fósiles en 260 áreas de descubrimientos.
Un hallazgo reciente es un Chalicotherium, un ungulado alto con garras que camina con sus nudillos y que parece una mezcla extraña de perezoso, oso, caballo y gorila. Otro es un falso diente de sable —llamado así porque no es un félido real—, la familia de animales que incluye a leones y tigres; pertenecía a una familia de carnívoros que divergió de los ancestros de los félidos hace unos 40 millones de años. Había muerto joven, ya que sus dientes adultos solo habían empezado a desplazar los de leche.
Los fósiles son de un período transicional importante que va desde la mitad hasta el final del Mioceno, cuando las selvas subtropicales de la región pasaban a ser más áridas y los pastizales comenzaban a dominar por primera vez. Los científicos están usando estos hallazgos para reconstruir los cambios ambientales que sucedieron en Can Mata en a lo largo de un millón de años, en períodos de tiempo de 100.000 años. Esto es posible porque Can Mata tiene un registro geológico amplio y continuo.
"Tiene varios cientos de metros de sedimento, todos con fósiles", explica Casanovas-Vilar.
Un método de análisis es simplemente considerar la cambiante cantidad de animales a lo largo del tiempo. Otro es observar isótopos de carbono y oxígeno hallados en los fósiles. El carbono indica lo que los animales comieron, incluso los carnívoros, que retienen el carbono de la dieta de sus presas. El oxígeno muestra lo que bebieron o, en los animales más pequeños, qué había en el agua que absorbieron de comer plantas. Ambos ayudan a reconstruir los niveles de temperatura y precipitación antiguos en Can Mata.
Aunque este trabajo apenas comienza, los investigadores esperan poder echar luz al impacto local del cambio climático global, tanto en el pasado como en el presente.
"Con este propósito, podemos definir si las alteraciones climáticas comienzan antes de que el ecosistema empieza a cambiar o dañarse", señala Casanovas-Vilar. "Los ecosistemas pueden tolerar cambios por un tiempo, ¿pero por cuánto? Esa es una cuestión que intentaremos resolver para este entorno y tiempo particular... que podría relacionarse con el cambio climático existente, la conservación de las especies y las políticas de conservación".
En busca de nuestros orígenes
Probablemente las revelaciones más atractivas hayan llegado de los fósiles de primates del yacimiento. Cada nueva pista fósil nos ayuda a desenredar alguno de los más profundos misterios de nuestra especie. ¿Qué somos? ¿De dónde venimos? ¿Y cuándo comenzamos a ser nosotros?
"Comprender cómo los simios grandes se originaron y evolucionaron es importante para entender cómo evolucionaron los homínidos", indica Alba. Los homínidos son un taxón que surge después de que los humanos se separaran de los chimpancés entre seis y siete millones de años atrás. "[Los simios] no salieron de la nada así que tenemos que averiguar de dónde evolucionaron".
En el mioceno medio, había docenas de homínidos, los precursores de los simios. Vivieron mayormente en África, pero, hace 12,5 millones de años, también aparecieron en Asia y, en menor medida, en Europa.
Es por ello que el equipo de Can Mata estaba fascinado con el hallazgo de un nuevo homínido en 2004, al que llamaron Anoiapithecus brevirostris, de hace aproximadamente 12 millones de años.
Aunque la mayoría de las caras de los primates sobresalen, la cara del fósil macho, apodado Lluc ("el que ilumina"), era sorprendentemente plana, tanto que parecía más similar a las caras de nuestro género Homo. Los investigadores supusieron que esto era el resultado de una evolución convergente, en la que características similares evolucionaron y se convirtieron en organismos sin relación o con relación distante.
Luego, en 2011, llegó el fósil de un primate hembra Pliobates cataloniae, apodado Laia. Esta nueva especie vivió hace aproximadamente 11,6 millones de años, alrededor de un millón de años después que Pau. Aunque era pequeña (pesaba más o menos lo mismo que un gato doméstico), sorprendió a los paleontólogos con su variedad de características de simio grande.
"Can Mata nos ha permitido demostrar que los primates eran mucho más diversos en ese lapso de tiempo que lo que se consideraba antes", explica Alba. Esa diversidad se ha visto reforzada por los recientes descubrimientos de homínidos en otros lugares de Europa, entre ellos el Danuvius guggenmosi de 11,6 millones de años desenterrado en Alemania en 2015 y la pelvis de 10 millones de años de Rudapithecus hungaricus (una especie descubierta en Hungría en 1967).
“Can Mata es una de las áreas clave de Europa”, señala Madelaine Böhme, paleontóloga de la Universidad de Tubinga, que lideró el equipo que descubrió los fósiles en Alemania. "Era la única área clave hasta que se descubrió el Danuvius ".
Últimos ancestros comunes
Misteriosamente, algunos de los fósiles de primates en Can Mata mostraron pruebas muy tempranas de una característica que es única entre los simios: un plan corporal ortógrado (o erguido), en el que el animal sostiene su torso de manera vertical.
"Esto no debe confundirse con bípedo", aclara Alba. “Algunas personas usan erguido para referirse a bípedo. Eso está mal". En cambio, el plan corporal ortógrado les permite escalar de manera vertical, suspenderse entre las ramas, columpiarse de árbol en árbol y, a veces, caminar en dos patas. Aunque algunos de estos comportamientos evolucionaron varias veces de manera independiente, el plan corporal ortógrado podría haber evolucionado solo una vez, o tal vez dos.
Esto es lo que convierte a Pierolapithecus, la cara que nos miraba desde la tierra en 2002, en algo tan importante, explica Alba. "Es el primer fósil claro de un plan corporal ortógrado", agrega. "Es la señal más antigua de que la ortografía ya había evolucionado hace 12 millones de años".
Porque este plan corporal es único de los simios, y el Pierolapithecus es el ejemplo más antiguo de ellos, el último ancestro común de todos los homínidos podría haber sido un ortógrado, menciona Alba. Si fuese así, esto daría una pista de qué le dio a los primates una ventaja evolutiva. No obstante, el "último ancestro común" es una figura huidiza en paleoantropología. Se ha especulado mucho al respecto, por ejemplo que fue el fósil Danuvius de Alemania o un primate bebé de 13 millones de años hallado en Kenia en 2014.
"Los ancestros siempre son hipotéticos, en el sentido de que es muy difícil poder demostrar que un fósil particular era realmente el ancestro con los métodos de reconstrucción filogenética", explica Alba. "Lo que importa no es quién es el primer miembro del grupo, sino cuál es el más cercano al último ancestro común antes de que [los simios grandes] se dividieran".
La gran pregunta ahora es si se podrá continuar excavando en las décadas venideras si consideramos las constantes protestas contra la expansión del vertedero.
De cualquier modo, los científicos tienen mucho trabajo por delante con los fósiles que ya han desenterrado. Solo el 20 por ciento de sus hallazgos han sido preparados, se les ha limpiado el sedimento endurecido y se los ha preservado químicamente. Gracias al equipo adicional, el ritmo de preparación se ha acelerado en el último año, así que tal vez haya nuevos descubrimientos en el futuro cercano. Miles más están protegidos con envoltorios de papel y plástico en salas de almacenamiento subterráneas frescas. Numerados y etiquetados, cada paquete espera que un curioso investigador lo desenvuelva. Algunos han estado esperando por casi 20 años.
"Esto es algo para las próximas tres o cuatro generaciones de paleontólogos", señala Alba. "Estoy seguro de que hay varios fósiles interesantes escondidos aquí".