Ivermectina: ¿Por qué la FDA no recomienda su uso para la COVID-19?
Si bien los estudios no son concluyentes y abunda la desinformación, muchos estadounidenses ahora creen que el medicamento antiparasitario podría prevenir y combatir la variante Delta. ¿Qué información aportan las investigaciones científicas hasta ahora?
La ivermectina se usa para eliminar los parásitos del ganado. En la foto, ganado en un rancho en Wyoming.
Durante el último mes, Frank Wallmeyer, al igual que muchos otros dueños de tiendas de suministros agrícolas en Estados Unidos, notó que el antiparasitario ivermectina se vendía como pan caliente. Wallmeyer cuenta que, en su tienda en Jacksonville, Florida, las ventas de ivermectina casi se han triplicado y, que llaman por teléfono más de 10 veces al día preguntando por el medicamento.
Sin embargo, la mayoría de los interesados no lo quieren para eliminar los parásitos que pueden tener sus animales de granja. Más bien, buscan el medicamento para consumo propio o de sus seres queridos porque creen que previene y ayuda a tratar la COVID-19. A pesar de carecer de respaldo científico, algunos médicos y activistas han considerado la ivermectina como una cura milagrosa de este coronavirus y parece ser muy solicitada entre los estadounidenses no vacunados. Con la veloz propagación de la variante delta, los escépticos de las vacunas buscan medicamentos alternativos, y ahora piensan que la ivermectina puede ser uno de ellos. Si bien la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos) ha aprobado la ivermectina para tratar ciertos parásitos en humanos y animales, su uso para combatir la COVID-19 no está autorizado.
Ivermectina para uso veterinario. En Sudáfrica, ya se permite el uso limitado de ivermectina para tratar COVID-19 a pesar de que los organismos reguladores reconocen que no hay suficientes pruebas que confirmen que funciona o sea seguro para este fin. El país vecino Zimbabwe también ha permitido el uso de este medicamento.
Recientemente, los centros de información toxicológica de varios estados, como Florida, Mississippi y Texas, registraron un aumento en las llamadas y los casos asociados con el uso indebido y la sobredosis de ivermectina. Además, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) informaron que en la semana que finalizó el 13 de agosto de 2021, se emitieron más de 88.000 recetas de ivermectina, lo que indica que la demanda aumentó 24 veces, ya que antes de la pandemia se emitían unas 3.600 recetas por semana. Eso significaba que algunos médicos recetaron el medicamento para tratar la COVID-19, a pesar de la postura de la FDA.
“Genera muchos problemas en el manejo de pacientes COVID-19 porque son muchos y hay mucha información errónea”, dice John Sinnott, epidemiólogo de la Facultad de Medicina Morsani de la Universidad del Sur de Florida, que también trabaja para el Tampa General Hospital.
Además, las preparaciones y las dosis de los medicamentos no son los mismos para los animales y los seres humanos, y la FDA advirtió sobre el daño que puede provocar consumir la versión animal concentrada, que contiene ingredientes inactivos no testeados para el uso en humanos.
En un tuit del 21 de agosto, la FDA advirtió: “Ustedes no son caballos. No son vacas. En serio, termínenla”.
Pero incluso la ivermectina para uso en humanos, que en general se considera segura para ciertas aplicaciones aprobadas (gusanos, piojos y afecciones de la piel como la rosácea) puede causar efectos secundarios como dolores de cabeza, náuseas, diarrea, erupciones cutáneas y picos de presión arterial. Y en dosis altas, puede producir convulsiones que deriven en hospitalización.
Lo que nos dice la ciencia
Si bien algunos estudios sugieren que la ivermectina en una etapa temprana de la infección disminuye el riesgo de muerte o las probabilidades de que los pacientes con COVID-19 cursen una enfermedad grave, aún no hay evidencia que lo confirme. "No sabemos si la ivermectina es útil o no para combatir la COVID-19", dice Stephanie Weibel, bióloga de la Universidad de Wuerzburg en Alemania. “La confiabilidad de los estudios disponibles es limitada".
En una revisión reciente de 14 estudios de ivermectina, Weibel y sus colegas notaron que los ensayos solían reclutar pocos pacientes o no estaban bien diseñados, lo que a veces lleva a los investigadores a sobrestimar los impactos de la ivermectina. Weibel considera que los ensayos clínicos deben ser más sólidos, como el que se está llevando a cabo en la Universidad de Oxford en el Reino Unido.
Incluso Merck, un fabricante de ivermectina, en un comunicado de febrero de 2021, afirmó que la bibliografía científica no respaldaba el uso del medicamento para combatir la COVID-19. Sin embargo, el argumento de los que apoyan el uso es que, incluso si el uso de ivermectina no brinda beneficios directos, no provoca daños.
"Si no hay evidencia de que el producto funcione, correr riesgos es inaceptable", dice Peter Lurie, presidente del Center for Science in the Public Interest (Centro para la Ciencia en el Interés Público) y ex comisionado asociado de la FDA. "Hubo personas que se enfermaron por consumir ivermectina, que han desperdiciado un montón de dinero sin obtener un beneficio comprobado, y lo que preocupa realmente es que la ivermectina está haciendo perder de vista lo que sí funciona: vacunas, mascarillas y distanciamiento social".
Además, es probable que quienes apoyan el uso de la ivermectina, y no tienen un médico que les recete el medicamento, terminen recurriendo a la versión animal que venden en las tiendas de suministros agrícolas, sin percatarse de las diferencias. La dosis recomendada para los animales es mucho más alta, y si las personas ingieren ivermectina en esa dosis, es probable que sufran envenenamiento, dice Michael Teng, virólogo de la salud de la Universidad del Sur de Florida.
Algunos escépticos de las vacunas también recurren a la ivermectina como alternativa para prevenir la COVID-19, a pesar de que no hay evidencia científica sólida que lo respalde y de que los médicos advierten sobre el uso de ivermectina durante períodos prolongados. A partir de ahora, la FDA establece que la ivermectina solo debe usarse o recetarse para COVID-19 en un contexto de ensayo clínico, que suele comprender in seguimiento y control de la salud de los participantes.
¿Cómo se explica el auge de la ivermectina?
La ivermectina se descubrió y desarrolló en la década de 1970. Mientras buscaban compuestos antiparasitarios, los científicos identificaron una nueva especie de bacteria (Streptomyces avermitilis) en una muestra de suelo en un campo de golf en Japón que lograba eliminar los parásitos en ratones. Los microbios producían moléculas desparasitantes llamadas avermectinas, que luego se utilizaron para crear un medicamento veterinario para uso comercial denominado ivermectina. En 1987, después de que los ensayos clínicos en humanos demostraran su eficacia contra la ceguera de los ríos causada por el parásito Onchocerca volvulus, la FDA aprobó el medicamento para humanos en 1996 con el nombre comercial Stromectol.
Desde entonces, la ivermectina ha llegado a ser reconocida como un tratamiento seguro para varias enfermedades tropicales causadas por parásitos que van desde ácaros hasta parásitos intestinales.
Entonces, cuando los científicos decidieron probar medicamentos genéricos seguros para el tratamiento de la COVID-19, la ivermectina enseguida formó parte de la lista.
Entre las primeras investigaciones, podemos mencionar un estudio publicado en línea en abril del año pasado que mostraba cómo altas dosis de ivermectina impedían la replicación del SARS-COV-2, el virus que provoca la COVID-19. Si bien los investigadores no probaron el medicamento para tratar o prevenir la COVID-19 en humanos o animales, el estudio apareció en todos los titulares y la ivermectina comenzó a generar mucho interés en el público en general. La FDA enseguida emitió una advertencia contra su uso para curar la COVID-19. Y envió dos cartas al editor de la revista expresando su preocupación por la alta dosis de ivermectina utilizada en los experimentos.
Casi al mismo tiempo, se publicó un artículo muy controvertido (que no había sido revisado por pares y que más tarde fue rechazado) que mostraba una gran reducción en la mortalidad de los pacientes con COVID-19 que habían recibido ivermectina. Si bien el estudio no logró ser publicado en una revista científica, sirvió para popularizar la ivermectina en América Latina.
Mientras se seguía probando la eficacia y seguridad de la ivermectina en ensayos clínicos en todo el mundo, en noviembre de 2020 se publicó un estudio dirigido por el investigador egipcio Ahmed Elgazzar que renovó el interés en el potencial del fármaco. La preimpresión del estudio afirmaba una recuperación considerable de los pacientes con COVID-19 que habían recibido ivermectina en las primeras etapas de la infección y una reducción de la mortalidad en más del 90 por ciento. Pero por cuestiones éticas, la publicación fue suspendida en julio de este año.
“Es preocupante que la gente confíe en un medicamento que no ha demostrado ser eficaz para el tratamiento de la COVID-19. Ojalá todos entiendan que deben vacunarse", dice Teng.