Por qué nos olvidamos lo que soñamos: la explicación que da la ciencia
Cada noche, al descansar, las personas sueñan. Sin embargo, la frecuencia de recuerdo de los sueños puede variar sustancialmente entre individuos e incluso en una misma persona.
Despertar tras un sueño y demorarse en volver a dormir le daría más oportunidades al cerebro para codificar el sueño en la memoria a largo plazo y recordar esas imágenes. En la fotografía, un camionero duerme durante los turnos. Millers Falls, Massachusetts.
Las personas pasan gran parte de la vida durmiendo y cuando lo hacen sueñan. Sin embargo, en ocasiones esas imágenes se olvidan. De hecho, la frecuencia de recuerdo de los sueños puede variar sustancialmente entre individuos e incluso en una misma persona, sugiere un artículo publicado en la revista Frontiers in Human Neuroscience.
Este documento de 2018, titulado Potenciales evocados aumentados para despertar estímulos auditivos durante el sueño: implicaciones para la comprensión del recuerdo de los sueños, ofrece una explicación sobre los motivos que hacen que una persona recuerde o no lo que observó al dormir.
Para la investigación, se reunieron dos grupos de 18 personas cada uno. Uno estaba compuesto por personas que manifestaron soñar y recordar sus onirismos frecuentemente y otro que dijo no conseguirlo. Ambos grupos durmieron durante una noche en el laboratorio y les colocaron auriculares para ofrecerles estímulos auditivos.
(Ver también: ¿Qué le sucede al cerebro cuando no dormimos?)
Tras la investigación los científicos encontraron diferencias neurofisiológicas entre los soñadores frecuentes y los poco frecuentes durante el sueño.
Concretamente, durante la prueba pudieron advertir que los soñadores frecuentes tuvieron despertares más largos en todas las etapas del sueño. Y, a su vez, manifestaron una mayor reactividad cerebral (es decir, mayores respuestas) a los estímulos externos, lo que podría explicar estos despertares extensos.
En consecuencia, despertar tras un sueño y demorarse en volver a dormir le daría más oportunidades al cerebro para codificar el sueño en la memoria a largo plazo y recordar esas imágenes, concluye el artículo.