Este satélite modificó la cartografía terrestre y amplió Canadá
Detectada hace sólo unos 50 años, la isla Landsat, situada frente a la costa atlántica del país del norte, lleva el nombre del primer programa de satélites de observación de la Tierra.
Landsat 1, lanzado en julio de 1972, fue el primer satélite diseñado para estudiar la Tierra desde la órbita. La nave se ve en esta imagen en configuración de vuelo con sus paneles solares desplegados en la antigua planta de GE en Valley Forge, Pensilvania, Estados Unidos.
Si observas con atención un mapa del Atlántico Norte, frente a la costa oriental de la provincia canadiense de Terranova y Labrador, verás... bueno, nada. La isla deshabitada que debería estar allí es demasiado pequeña incluso para que Google Maps la muestre.
Pero hace casi 50 años, el primer satélite de observación de la Tierra de la NASA, un proyecto conjunto con el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), registró la firma espectral de la isla desde más de 800 kilómetros de altura. El descubrimiento aumentó la superficie territorial de Canadá en 67 kilómetros cuadrados, una modesta expansión para el segundo país más grande del mundo que, sin embargo, supuso un emocionante logro para el programa hoy conocido como Landsat. En 1979, el territorio recibió el nombre oficial de Isla Landsat, en honor al revolucionario ojo en el cielo que lo capturó.
"Cambió totalmente el campo de la cartografía", afirma Terry Sohl, investigador del Centro de Ciencia y Observación de los Recursos Terrestres del USGS.
La NASA es más conocida por observar las estrellas, pero los satélites de la agencia espacial también llevan medio siglo observando nuestro mundo.
Inspirado en las imágenes espaciales de la Tierra obtenidas durante los vuelos Mercury y Gemini, el Satélite de Tecnología de los Recursos de la Tierra despegó el 23 de julio de 1972. Unos años más tarde, se le conocería como Landsat 1. El programa Landsat, gestionado por la NASA y el USGS, se ha convertido en la empresa de observación terrestre más longeva de la historia.
La isla Landsat, fotografiada desde un helicóptero de la guardia costera canadiense en 1997.
"Si pensamos en mediados de los años 60, la carrera espacial estaba en marcha, el público estadounidense estaba enamorado de lo que estaba ocurriendo, y era una idea única utilizar esa tecnología no sólo para aplicaciones militares, sino para dar la vuelta a esas cámaras y ver lo que ocurre en la superficie de la Tierra", repasa Sohl. "La gente no sabía qué esperar".
Desde 1972, nueve satélites Landsat han poblado los cielos de la Tierra (aunque uno, el Landsat 6, no llegó a la órbita). En la actualidad, tres de ellos giran alrededor del planeta en órbitas polares, observando franjas de tierra de 185 kilómetros de ancho y realizando mediciones muy detalladas. Cada 16 días, los mismos satélites vuelven a observar los mismos lugares. Así, a lo largo de cinco décadas de observación de la Tierra, el Landsat ha recopilado el registro más detallado que jamás se haya hecho del rostro cambiante de nuestro planeta.
"Ha sido un gran programa de descubrimientos", sostiene James Irons, de la NASA, quien lideró el programa Landsat durante décadas. "En el momento del lanzamiento de Landsat 1, no toda la Tierra estaba bien cartografiada: los datos eran escasos".
Y eso preparó el terreno para que la cartógrafa y piloto Elizabeth Fleming utilizara los datos del Landsat para dejar una marca inusual en la historia.
¿Cómo se amplió Canadá?
En 1973, un estudio costero canadiense decidió utilizar los datos del Landsat para cartografiar mejor las escasamente representadas costas del norte del país. Mientras inspeccionaba los datos del satélite, Fleming detectó una firma reveladora en el espectro de la luz que rebotaba en la superficie de la Tierra. Llegó a la conclusión de que procedía de una isla, no de un iceberg.
El atolón rocoso, que medía sólo 24 metros de ancho por 45 metros de largo, reflejaba la luz infrarroja en lugar de absorberla como el agua de mar que lo rodeaba. La isla era demasiado pequeña para verla correctamente, pero alteraba significativamente la reflectancia media del píxel que ocupaba.
"Ese píxel es una mezcla de agua y una mezcla de tierra", explica Sohl. "Así que se ve un fuerte contraste con el área circundante".
En 1976, un equipo del Servicio Hidrográfico Canadiense surcó los cielos del norte del Labrador para verificar la existencia de la isla y fijar su posición en el mapa; al fin y al cabo, sólo se había visto en un píxel de los datos del satélite. A unos 19 kilómetros de la costa, el desolado trozo de roca sobresalía de la espuma en una zona conocida como the finge (la franja, en español) un traicionero conjunto de arrecifes, bajíos y rocas submarinas que los navegantes evitan. El descubrimiento de Fleming se mantuvo: la isla existía.
Tal y como se contó en el Parlamento canadiense, cuando el hidrógrafo Frank Hall bajó de un helicóptero a la isla cubierta de hielo, se libró de casualidad de un letal zarpazo de un oso polar escondido.
"Todavía recuerdo haber escuchado la radio de pequeño y oír con cierta emoción, porque soñaba con ser explorador cuando fuera mayor, el descubrimiento de la nueva isla frente a la costa este de Canadá", dijo en 2001 el diputado Scott Reid.
"Fue un descubrimiento de importancia práctica para Canadá porque le permitió ampliar sus aguas territoriales".
Los objetivos del Landsat en la actualidad
Los miembros más recientes de la flota Landsat (el Landsat 9, lanzado en septiembre de 2021) son iteraciones más avanzadas del Landsat 1. Estudian nuestro planeta en más longitudes de onda de luz, sus ojos son más nítidos y llevan cámaras térmicas a bordo.
Desde sus perchas en órbita, estos satélites miden el retroceso de las costas, caracterizan las islas de calor urbanas, vigilan la fiebre del oro en el Amazonas e incluso rastrean la cantidad de agua consumida en 80 kilómetros de la región vinícola de California.
"Las aplicaciones de la teledetección, ya sea en los viñedos o en la agricultura, o para ayudar a la gente a luchar contra los incendios en el Oeste, son geniales", dice Sohl.
En la actualidad, el Landsat está acompañado por cientos de satélites de observación de la Tierra, tanto gubernamentales como comerciales. Realiza observaciones cruciales que ayudan a orientar las decisiones sobre la gestión de los recursos cada vez más limitados de nuestro planeta.
"En todas nuestras observaciones de la Tierra, vemos los impactos de una población creciente", advierte Irons. Cuando se lanzó el Landsat 1, menos de 4000 millones de personas vivían en el planeta, cifra que se ha duplicado desde entonces.
"Cada vez es más difícil que los recursos de la Tierra nos abastezcan", afirma. "Pero trato de ser optimista, y mi esperanza es que, con información precisa, la gente pueda tomar decisiones sabias".