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Página del fotógrafo
Allison Lippy
29 de mayo de 2022: siendo una mujer trans, y además fotógrafa, me doy cuenta de la importancia de la autorepresentación y de cómo esta puede funcionar como una herramienta poderosa a la hora de contar una historia. Conocer la vida de una persona queer a través de sus ojos visibiliza lo que de otro modo pasaría inadvertido.
Retrato propio.
22 de mayo de 2017: Me resistí a cortarme el cabello durante bastante tiempo, ya que tardaba mucho en crecerme hasta donde yo me sintía cómoda. Un físico femenino no me define 100% como persona. Para mí, ser una mujer feminista es ser un individuo que elige su propio camino según lo que es correcto para esa persona y su cuerpo.
28 de mayo de 2016: Este es el primer vestido que tuve, me lo regaló una amiga, también trans. Todavía ni siquiera estaba a mitad de camino de cómo quería verme físicamente y me sentía un “trabajo en progreso”.
20 de abril de 2016: cinco días después de someterme a un procedimiento médico invasivo y doloroso, conocido como cirugía de feminización facial (FFS, por sus siglas en inglés), me tomé fotografías. Esta intervención modifica la estructura ósea para eliminar los efectos provocados por la testosterona, usada en un principio para dar forma al cráneo. Como todavía vislumbraba mis rasgos anteriores, me di cuenta de que mi “nueva” cara tardaría un tiempo en asentarse sobre mi cráneo reconstruido.
26 de marzo de 2016: los efectos que tienen las hormonas por sí solas sobre el cuerpo humano, sin intervención quirúrgica, pueden ser bien significativos. Con el paso del tiempo, mi piel comenzó a suavizarse, el tejido mamario empezó a desarrollarse y las diferencias físicas se hicieron más visibles.
2 de enero de 2016: había días en los que realmente me pesaba el contraste entre cómo me veía físicamente y cómo eso difería de mis expectativas.
El 22 de agosto de 2015 ya sentía mucho entusiasmo por documentarme y ver mi evolución a lo largo del tiempo.
Esta fotografía (izquierda) de cuando tenía 27 años marcó el primer día de mi transición, el 7 de abril de 2015. La imagen del medio, tomada el 18 de mayo de 2015, registra un momento de desconexión entre quien soy y mi yo anterior. La fotografía de la derecha, tomada el 25 de julio de 2015, es un reflejo de mi entendimiento, luego de investigar, de que las hormonas y los bloqueadores de hormonas producen cambios físicos. Al no saber cómo afectarían mi cuerpo en particular, sentía una ansiedad por lo desconocido, ya que los resultados varían de persona a persona.
Dos puntos en el tiempo: a la izquierda, una imagen de mi rostro antes de la operación, que representa mi antiguo yo en 2014, y, a la derecha, mi rostro en 2018, después de la cirugía de feminización facial. Ambos constituyen los extremos de un recorrido que se manifiesta a través de la transformación de un rostro y los cambios subyacentes. Recurrir al arte como una forma de entender lo que había vivido y hacia dónde iba me resultó terapéutico y me dio sentido.