Cómo la Ouija pasó de ser un curioso juego de salón al tablero de espíritus más temido de la historia
El tablero de la Ouija, que en su día fue un entrañable juego que tendía puentes entre los vivos y los muertos, pasó de ser un entretenimiento victoriano a convertirse en un símbolo de misterio sobrenatural.
Considerada en su día como una forma lúdica de comunicarse con lo desconocido, la Ouija ha adquirido desde entonces una reputación más siniestra, convirtiéndose en un símbolo de intriga sobrenatural y miedo.
Para muchos, la Ouija evoca historias de encuentros fantasmales y espeluznantes advertencias. Sin embargo, hace más de un siglo no era más que un juego de salón que ofrecía un entretenimiento desenfadado en los hogares victorianos.
Presentado por primera vez en 1890 por la Kennard Novelty Company como un “maravilloso tablero parlante”, este sencillo trozo de cartón está marcado con letras, números y las palabras "sí", "no" y “adiós". Los jugadores colocan sus dedos sobre un puntero triangular, que parece moverse por sí solo para deletrear mensajes en respuesta a sus preguntas.
Por inocente que pueda parecer su diseño, el papel de la Ouija en la sociedad ha tomado un cariz más oscuro. En los últimos 130 años, ha pasado de ser un pasatiempo estrafalario a un símbolo de misterio sobrenatural, convirtiéndose en un icono cultural y una fuente de fascinación.
El origen de la Ouija
Las raíces del tablero de espíritus se remontan a la década de 1840, cuando el movimiento espiritista moderno se afianzó y se convirtió en una moda cultural. En esa época, se puso de moda organizar reuniones espirituales con médiums, sesiones de espiritismo, lecturas de cartas del tarot y, por supuesto, tableros parlantes, explica Stephanie McGuire, conservadora del Molly Brown House Museum, un museo de la época victoriana en Denver, Colorado (Estados Unidos) y antiguo hogar de Margaret "Molly" Brown, superviviente del Titanic.
"Ahora tienen una connotación 180 grados distinta de la que Margaret tenía de la Ouija en su época", asegura McGuire. "Incluso más que conectar con seres queridos muertos, también generaba una sensación de asombro: ¿puedo conectar con algo desconocido y saber lo que me depara el futuro?".
Más allá del entretenimiento, las tablas parlantes ofrecían consuelo en tiempos de pérdida e incertidumbre. En Estados Unidos después de la Guerra Civil, cuando la mayoría de las familias sufrían con frecuencia la pérdida repentina de seres queridos, comunicarse con los muertos era una forma normal, incluso necesaria, de sobrellevar el dolor.
"Hoy en día, estamos muy alejados de la muerte", señala Robert Murch, historiador de la Ouija y presidente de la junta de la Talking Board Historical Society. "Vivimos mucho más, estamos mucho más sanos, ni siquiera queremos parecer viejos. Hacemos todo lo que podemos para alejar la muerte. Y cuando haces eso, empiezas a sentirte incómodo con ella".
En la década de 1890, los tableros espirituales proporcionaban refugio emocional a la gente, insiste Murch. "Se convirtieron en respuestas para cosas que no tenían respuesta... permitiéndote hablar de algo y experimentar algo que no se puede experimentar".
Sin embargo, este contexto histórico puede resultar difícil de apreciar desde una perspectiva moderna, comenta John Kozik, propietario del Museo de la Junta de Brujas de Salem (Massachusetts). "La gente de hoy intenta ver la historia con los ojos de hoy", considera. "Como la gente ve la muerte de otra manera, ve la Ouija de otra manera".
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A principios del siglo XX, la Ouija y el público tenían un idilio total. El espiritismo experimentó un resurgimiento masivo tras la Primera Guerra Mundial y la devastadora endemia de gripe de 1918.
En la década de 1920 abundaron las canciones de amor dedicadas al tablero místico, que se convirtió en un juego de citas muy apreciado, ya que ofrecía a las parejas una forma romántica de sentarse cerca el uno del otro y plantearse preguntas coquetas.
Norman Rockwell, famoso por sus pinturas de la idealista vida americana, incluso representó a una joven pareja en una portada de 1920 de The Saturday Evening Post sentados rodilla con rodilla, con un tablero de Ouija en el regazo y las puntas de los dedos tocándose.
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Ouija: ¿Un portal para fuerzas demoníacas?
A lo largo de las décadas, las representaciones de la Ouija pasaron de ser desenfadadas y románticas a ser cada vez más fantasmagóricas y centradas en crímenes reales. A finales de la década de 1960, la imagen del tablero dio un giro dramático, influida por acontecimientos como los asesinatos de Manson y el auge de la Iglesia de Satán. El momento crucial llegó en 1973 con el estreno de El exorcista.
La película, basada en una historia real, incluye una breve escena en la que una niña juega sola con un tablero de Ouija, a través del cual es poseída. Kozik afirma que era la primera vez que una película sugería que el mal podía llegar a través del tablero de esta forma.
"Cuando ves una película de terror basada en una historia real, es cuando empiezas a pensar que cosas así podrían pasarte a ti", dice. En 1967, la Ouija vendió más que el Monopoly, el único juego anterior o posterior en hacerlo. Solo ese año se vendieron más de dos millones de tableros, preparando el terreno para el miedo y la fascinación que siguieron al filme.
Las películas de terror posteriores contribuyeron a cimentar muchos mitos infames sobre las tablas parlantes que siguen vigentes hoy en día.
A pesar de su espeluznante reputación, los estudios demuestran que la Ouija no es más que un producto del fenómeno ideomotor, un efecto psicológico por el que las personas mueven objetos inconscientemente.
No obstante, la Ouija sigue siendo una actividad popular en las fiestas de pijamas de los adolescentes, lo que refleja su atractivo. Irónicamente, aunque a muchos les parezca un juego inofensivo, Kozik recibe con frecuencia tableros de personas que, a pesar de entender la ciencia, siguen temiendo su poder y desean deshacerse de ellos.