¿Qué es una bruja? Así es como malvadas como la Bruja Mala del Oeste inspiraron a otras villanas
Imagen de la actriz Margaret Hamilton interpretando a la Bruja Mala del Oeste de El Mago de Oz, con sombrero negro puntiagudo y verrugas. La imagen está coloreada para hacer un guiño a la icónica piel verde de la villana cinematográfica.
La sacerdotisa wicca y periodista Margot Adler escribió en Drawing Down the Moon: Witches, Druids, Goddess-Worshippers, and Other Pagans in America (Dibujando la Luna: Brujas, druidas, adoradores de diosas y otros paganos en América) que "el poder mismo de la palabra ‘bruja’ reside en su imprecisión. No es solo una palabra, sino un arquetipo, un conjunto de imágenes poderosas".
La incertidumbre sobre qué es exactamente una bruja forma parte de la excitación y el terror. Es un término de gran alcance, con referencias que abarcan miles de años, desde la mitología griega y la Biblia hasta las camisetas de la actual Salem, Massachusetts. Entre las muchas brujas de los mitos, el folclore y el cine, he aquí dos iconos del celuloide que siguen despertando nuestra imaginación.
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La Bruja Mala del Oeste, una bruja con escoba
En el número cuatro de la lista de grandes villanas del American Film Institute figura la Bruja Mala del Oeste de El Mago de Oz. Casi un siglo después del estreno de la película en 1939, sigue haciendo temblar a espectadores de todas las edades.
¿Qué la convierte no solo en una villana, sino también en una bruja icónica? Su físico es el de una bruja estándar cuya imagen se replica en los disfraces de Halloween. ¿Sombrero negro? Por supuesto, y uno muy alto en punta. Tiene una nariz aguileña, una barbilla puntiaguda con verrugas y unos dedos increíblemente largos con uñas afiladas, todo ello cubierto de una piel verde brillante.
Un fotograma publicitario de El mago de Oz (1939) muestra a la malvada bruja del Oeste y a una asustada Dorothy.
Sube el nivel de la amenaza añadiendo una pequeña carcajada a cada sílaba entrecortada: "Te atraparé, preciosa, y también a tu perrito". Tras su mortífera declaración, da un giro dramático antes de desaparecer en una nube de humo rojo sangre y una ráfaga de fuego.
No se limita a montar en una escoba. Arrastra un denso penacho de humo negro y, con una exagerada carcajada que emana amenazadoramente de sus labios verdes, la Bruja Mala del Oeste utiliza su escoba para garabatear "Ríndete Dorothy" en el cielo.
Para cuando el grupo más aterrador de familiares (compañeros animales) jamás llevado al celuloide (una horda de monos voladores) se pone en marcha para cumplir sus órdenes y atrapar a Dorothy y Toto, la Malvada Bruja del Oeste ha encapsulado de tal manera cada estereotipo, que todas las brujas de la pantalla que le han seguido solo pueden rendirle homenaje.
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Sin embargo, la Bruja Mala del Oeste es una bruja que casi nunca lo fue. Inspirada por la glamorosa Reina Malvada de Disney en Blancanieves, que se había estrenado el año anterior, el productor de la película, Mervyn LeRoy, quería que fuera igual de hermosa y pensó en una elegante actriz llamada Gale Sondergaard para el papel.
Sin embargo, Sondergaard rechazó la oferta y Margaret Hamilton fue contratada el 10 de octubre de 1938, solo tres días antes de que comenzara el rodaje. Se untó abundante pintura verde y nació la mayor bruja de todas.
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Una transformación aterradora: la Reina Malvada
“Espejo espejito, ¿quién es la más bonita?”, pregunta imperiosamente la Reina Malvada.
En este punto de la película de 1937 Blancanieves y los siete enanitos (basada en un cuento de hadas de los hermanos Grimm y que incorpora elementos de la hechicera real nórdica Grimhildr, con la que la Reina Malvada comparte nombre), la reina es una firme candidata al título de más bella.
Pero al final de la historia, se habrá transformado en la forma de bruja que tanto se identifica con las brujas, convirtiendo un icónico movimiento de cambio de forma en su firma.
La vanidad y los celos se combinan con efectos asesinos cuando la bella pero traicionera Reina Malvada (a veces llamada Reina Grimhilde) se prepara para beber una poción que la transformará para que Blancanieves no la reconozca.
"Iré yo misma a la cabaña de los enanitos con un disfraz tan completo que nadie sospechará jamás", comienza su monólogo de transformación. Entonces, sus dedos largos y afilados recorren su estantería. Agarra un tomo y la página se abre para revelar la "fórmula del disfraz del vendedor ambulante", que contiene, entre otros, los siguientes ingredientes: "Polvo de momia, para envejecer. Para cubrir mis ropas, el negro de la noche. . . Para blanquear mi pelo, un grito de espanto".
Sus bellos, aunque algo afilados, rasgos (cejas arqueadas, labios rojo sangre y pestañas imposiblemente largas) se reflejan en su cáliz mientras bebe su brebaje mágico. En cuestión de instantes, se transforma terroríficamente ante nuestros ojos. "Es mucho más interesante que Blancanieves", dice la folclorista emérita de Harvard, Maria Tatar. "Es la bella reina sabia y astuta, y se convierte en la arpía que solo ve Blancanieves y queda marginada".
Transformada de bella a bruja, la Reina Malvada le dio la vuelta al estereotipo de la ancianita inofensiva.
Su pelo negro como el cuervo se transforma primero en una maraña de mechones grises, desaliñados y lacios. Sus dedos se adelgazan hasta alcanzar la anchura de un hueso y sus nudillos se vuelven grotescamente bulbosos.
Cuando el porte de la Reina Malvada, antaño orgulloso, se desploma y se pliega en una joroba, grita: "¡Mi voz! Mi voz". Finalmente, su brazo cae frente a su rostro para revelar primero unos ojos saltones, luego una nariz ganchuda y verrugosa y unos labios que desaparecen en unas fauces abiertas de un solo diente.
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Envejecimiento y mujeres poderosas: la imagen de las brujas
La Reina Malvada no solo creó una encarnación icónica del estereotipo de bruja estadounidense, sino que también puso al desnudo la tensión de la dicotomía entre la bruja y la belleza en cuestión de segundos. Legiones de jóvenes espectadores han tenido esta idea de bruja incrustada en su psique.
Encarna tanto a la seductora que sabemos que es malvada pero a la que es imposible resistirse como a la anciana aparentemente inocua que está al acecho para destruirnos. Es una escena que no solo refleja las ansiedades culturales (sobre el envejecimiento y las mujeres malvadas y todas las formas en que las apariencias pueden engañar), sino que las crea.
En cualquiera de sus formas, o en otras que aún no podemos imaginar, se trata de una mujer a la que sabemos que debemos temer. Es una revelación escalofriante. Como Blancanieves, puede que no seamos capaces de reconocer a las personas a las que deberíamos temer.
The Walt Disney Company es propietaria mayoritaria de National Geographic Partners.
Partes de este relato han aparecido anteriormente en The History of Witchcraft, de Johnna Rizzo © 2024 National Geographic Partners, LLC.
