Grupo de exploradores estudia un misterioso sistema volcánico en Guatemala
Un equipo partió en una misión para estudiar el complejo de lava dómica más activo del mundo a fin de ayudar a la gente que vive a la sombra de un volcán.
Un grupo de tres exploradores se sientan en la cumbre del Santa María y miran desde lo alto hacia uno de los complejos de lava dómica más activos del mundo. Han escalado 3772 metros sobre terreno escarpado cargando en sus espaldas cámaras, trípodes, carpas, y agua suficiente para toda la expedición. Listos para comenzar su investigación, han instalado su campamento en la cima del volcán.
Santiaguito, un complejo formado por cuatro domos de lava (montículos redondeados hechos de lava viscosa), se extiende en la base del volcán. Desde 1922, erupciones leves pero casi continuadas han expulsado chorros de vapor y cenizas desde estos domos de lava. En noviembre de 2017, Stephanie Grocke, Gabby Salazar y Ross Donihue (exploradores de National Geographic) partieron en una expedición de un mes con guías locales y policía turística a fin de estudiar estos volcanes activos, probar un nuevo método para monitorear la actividad de los domos de lava y desarrollar métodos para predecir erupciones.
En una misión para recoger datos acerca del comportamiento volcánico, el equipo optó por un abordaje multifacético, combinando herramientas científicas y herramientas relacionadas con los medios de comunicación utilizadas por los tres exploradores: una vulcanóloga, un cartógrafo y una fotógrafa/cineasta.
“Santiaguito es un excelente laboratorio natural para nuestra expedición”, afirmó la vulcanóloga Grocke. Durante esta expedición, Grocke utilizó técnicas fotogramétricas de punta. “Hice fotogrametría de suelo con cámara rápida, lo que implicó sacar imágenes de la superficie de los domos de lava activa a intervalos de tiempo casi continuados”, declaró.
Para lograr esto, montó trípodes con tres cámaras con teleobjetivo y receptores de radio en tres lugares distintos de la región. Activaba las cámaras de manera remota mediante un transmisor a fin de que cada una capturara imágenes simultáneamente desde un sitio con distinta perspectiva. “Podemos unir todas esas fotografías como fotos secuenciales, que utilizaremos para ayudar a rastrear y cuantificar los movimientos de la superficie del volcán”, contó Grocke.
Utilizará dichas fotografías para crear un modelo de elevación digital en 3D y reconstruir la actividad del volcán. “He hecho esto anteriormente con [mi asesor académico], pero hemos perfeccionado este método gracias a la experiencia de Gabby y Ross”, dijo Grocke.
El equipo trabajó en conjunto durante casi cinco días para hacer funcionar las cámaras. El montaje y mantenimiento fue difícil, y el grupo tuvo que trabajar de manera constante, incluso en total oscuridad y con vientos fuertes.
“Acampamos al borde del volcán, con todas las cámaras apuntando al domo de lava más activo (llamado El Caliente), que entra en erupción con bastante frecuencia. Este domo forma parte del Cinturón de Fuego y actualmente está atravesando un ciclo activo”, dijo Donihue, un cartógrafo que se especializa en cartografía narrativa. “El Cinturón de Fuego es esencialmente un área en donde las placas colisionan originando una zona de subducción en la que una placa se hunde por debajo de otra y crea estas fisuras”. Donihue se unió al equipo en Guatemala durante un receso de su programa de posgrado. “Antes de comenzar la misión, tenía algunas ideas en mente, descargué datos de base e identifiqué la perspectiva para presentar el complejo como un todo y la anatomía del volcán”. Para sumar a esa información, hizo lecturas con GPS y utilizó un dron para recoger datos y tomar fotografías aéreas. “Mi deber principal era preparar los mapas y las infografías”, dijo Donihue.
El equipo espera poder aprender cómo reacciona el domo antes, durante y después de la erupción - información que podría ser útil a la hora de predecir erupciones. “Si podemos mejorar nuestra comprensión respecto de actividades volcánicas futuras, entonces podremos alertar mejor a la gente”, dijo Donihue.
La fotógrafa y camarógrafa Salazar, documentó la expedición a través de la toma de miles de fotos y grabaciones de las actividades del grupo, pero también fue esencial en la recolección de datos científicos. “Su experiencia como fotógrafa también ayudó a nivel ciencia. Al obtener mejores imágenes, montar las cámaras de noche y durante el día, nos ayudó a recopilar mejor información”, afirmó Grocke.
El equipo obtuvo los datos e imágenes que necesitaban tras alcanzar dos veces la cumbre del volcán, pero no habían completado su trabajo aún. Querían compartir lo aprendido con la gente que vive a la sombra del volcán Santa María, y por eso crearon e instalaron una muestra fotográfica que evidencia cómo se vive cerca de un domo de lava activo.
Según un informe del Programa de Vulcanismo Global del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano (Smithsonian Institution’s National Museum of Natural History Global Volcanism Program, en inglés), casi 1.259.600 personas llaman “hogar” a la zona de 30 kilómetros alrededor del volcán. “Para los locales, este volcán ha entrado en erupción en el patio trasero de sus casas con bastante frecuencia por más de noventa años”, dijo Grocke. “Las fotos cuentan la historia de cómo es vivir con volcanes activos, además de los beneficios y riesgos de la actividad volcánica”.
“Las erupciones en Guatemala pueden ser muy devastadoras y aun así todavía no podemos predecir ni pronosticar lo que va a suceder. Estuvimos allí como recordatorio y herramienta educacional, tratando de instalar una conciencia colectiva”, dijo Grocke.
La muestra fotográfica fue donada al Instituto Guatemalteco de Turismo. “Una de mis partes favoritas fue observar a Stephanie responder preguntas sobre los volcanes utilizando las fotos y las infografías - la audiencia quedaba fascinada por sus respuestas y las imágenes facilitaban la comprensión de los varios conceptos complicados, incluyendo las placas tectónicas y los peligros volcánicos”, dijo Salazar.
Tras su regreso, el equipo aún tiene otra tarea: analizar la información, crear un modelo 3D, y con suerte ayudar a la comunidad a predecir estas erupciones.
“La parte fácil ya culminó, y ahora resta descifrar cómo analizar la información. Dado que la tecnología es nueva en cierto punto, también lo es el procesamiento de datos que viene luego de la recolección. En este momento, estamos tratando de sacar el máximo provecho de la información que tenemos a fin de poder crear modelos de elevación 3D”, afirma Grocke. El equipo planea comparar sus imágenes e información más recientes con información que Grocke recolectó hace dos años y hace cuatro años. Mediante este análisis, esperan poder monitorear de cerca los cambios del domo en el tiempo. “Es un sistema muy dinámico y de evolución, y estamos empezando a reconocer los ciclos de inflación y deflación del volcán”, dice. “Al acelerar el proceso con fotografía de cámara rápida, podemos empezar a ver esos cambios que están ocurriendo antes de las erupciones”.
El objetivo final es tanto científico como humanitario. Explica: “Estamos tratando de entender mejor cuándo podría ocurrir la próxima gran erupción”.