Las aves marinas que comen plástico (y sobreviven) presentan problemas graves de salud

Uno de los pocos estudios que investiga los efectos en la salud de las aves marinas que ingieren plástico y logran sobrevivir halló que unas pocas piezas causan estragos.

Por Stephen Leahy
Publicado 8 ago 2019, 16:12 GMT-3
Albatros y pardelas comen sardinas que los marineros arrojan desde una embarcación.
Albatros y pardelas comen sardinas que los marineros arrojan desde una embarcación.
Fotografía de Thomas P. Peschak, Nat Geo Image Collection

Un nuevo estudio ha descubierto que las aves marinas que ingieren plástico, sin importar cuánto, presentan importantes problemas de salud. La gran parte de las investigaciones sobre las consecuencias del plástico en la vida marina se ha enfocado en el índice de mortalidad; pero este estudio es uno de los primeros en centrarse en los efectos no letales del plástico en las criaturas vivientes.

Las aves jóvenes del estudio presentan daños en su función renal y niveles de colesterol elevados, además de poseer masa corporal, longitud de ala, y tamaño de cabeza y pico reducidos.

“Un ave marina puede verse bien, pero no puede decirte que está enferma o sufriendo”, señala Jennifer Lavers del Instituto de Estudios Marinos y de la Antártida de la Universidad de Tasmania en Australia. Lavers es la autora principal del estudio sobre Tecnología y ciencias medioambientales que investigó los efectos no letales de la ingesta de plástico.

“Decidimos tratarlos como seres humanos y hacer análisis de sangre para averiguar cómo estaban”, dijo Lavers en una entrevista.

En general, las aves marinas no están muy bien. Se deterioran más rápido que cualquier otro grupo de aves y se cree que el plástico del océano es una de las causas.

“Las aves marinas son como ‘el canario en la mina de carbón para la salud de los océanos’”, [la autora se refiere al canario que utilizaban los mineros. Estos pájaros eran los primeros afectados por las emisiones nocivas de gases en la mina]. “Deberíamos prestarles mucha atención”, agrega.

Lavers y sus colegas han pasado años estudiando los efectos del plástico en la salud de las pardelas negras de patas pálidas (Ardenna carneipes) en la remota isla de Lord Howe, su mayor lugar de cría ubicado a 603 kilómetros de la costa este de Australia. Estas pardelas son de mediano tamaño y reciben su nombre por sus patas pálidas y rosas. Se crían y reproducen en el sur de Australia y norte de Nueva Zelanda. Su población ha caído un 29 % en los últimos años.

Como la mayoría de las aves marinas, las pardelas solo están en tierra para reproducirse y criar a los más pequeños. Los adultos salen a cazar peces y calamares por la noche, y regresan a sus cuevas para alimentar a los polluellos. Sin embargo, como los océanos están cada vez más contaminados con restos plásticos (cada año, se agregan entre 8 y 9 millones de toneladas), los adultos alimentan a sus crías, por error, con tapas de botellas de plástico y otros pequeños fragmentos de plástico. Se ha encontrado al 90 por ciento de las jóvenes parcelas con, al menos, algo de plástico en sus estómagos.

Comida tóxica

Según el estudio, el plástico es inherentemente tóxico y, con el tiempo, se ha vuelto cada vez más peligroso dado que acumula contaminantes del medioambiente marino circundante. Una vez ingerido, las toxinas absorbidas se filtran en la corriente sanguínea de los animales, menciona Lavers. Aunque se sabe que un polluelo con 200 piezas de plástico en su estómago no puede sobrevivir, los investigadores se preguntaron qué pasaría si ingería solo algunas piezas.

“No son muchas las aves marinas que tienen su estómago repleto de plástico; en general, tienen entre cuatro y cinco piezas”, cuenta.

Los investigadores utilizaron una técnica segura y no invasiva para vaciar los estómagos de los polluelos y así evaluar su contenido. Asimismo, tomaron muestras de sangre que transportaron en avión a un laboratorio para ser analizadas: se contaron glóbulos rojos y blancos, se midieron el calcio, el colesterol y los niveles de ácido úrico, y se evaluaron otros indicadores de salud en general.

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    Necropsia de una pardela negra de patas pálidas. Se ve el plástico ingerido y recuperado del ...
    Necropsia de una pardela negra de patas pálidas. Se ve el plástico ingerido y recuperado del estómago del ave.
    Fotografía de Cameron Muir

    Los polluelos con plásticos presentaban masa corporal y longitud de ala reducidos, así como también tenían cabezas y picos más pequeños. Una única pieza de plástico era suficiente para aumentar los niveles de colesterol, señala Alex Bond, coautor del estudio y curador sénior de aves en el Museo de Historia Natural de Londres.

    Los altos niveles de colesterol son malos para los seres humanos y provocan problemas de circulación, pero nadie sabe qué implican para las pardelas, mencionó Bond en un comunicado de prensa. Estas pruebas también mostraron que los polluelos con plástico tenían menor absorción de calcio y más ácido úrico, algo que, en seres humanos, se asocia con alteraciones en la función renal.

    “Esto puede tener grandes consecuencias para un ave que, cuando parte de la isla, tiene que volar sin asistencia hacia el Mar de Japón”, menciona Bond.

    En el último recuento, 2249 especies marinas se vieron perjudicadas por los plásticos, en su mayoría por su ingesta. En 1995, eran solo 263 especie, advierte Lavers.

    “La información es alarmante. No es una locura pensar que lo que le está sucediendo a la vida silvestre podría estar pasándonos a nosotros”, analiza.

    Matt Savoca es investigador de la Estación Marina Hopkins de la Universidad de Stanford, y estudia por qué las aves marinas comen plástico. “Este es un estudio bien controlado porque compara a las aves en estado salvaje bajo las mismas condiciones; la única diferencia es que algunas han ingerido plástico y otras no”, menciona.

    El público en general solo se entera de las aves que se ahogan con plástico o mueren con sus estómagos repletos de ese material, señala Savoca, pero la realidad es que la mayoría solo come unas pocas piezas. Eso no quiere decir que no estén infectadas, algo que el estudio ha demostrado.

    “No creo que tuviésemos idea de que el plástico podía aumentar los niveles de colesterol de las aves marinas”, menciona.

    Entonces... ¿por qué las aves marinas comen plástico? Savoca señala que, a partir de su investigación, descubrió que huele bien, en especial para las pardelas.

    “Las aves marinas son bastante espectaculares”, indica.

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