Las colillas de cigarrillos también significan contaminación plástica tóxica
Cada año, se arrojan al medioambiente billones de colillas de cigarrillo. Estos restos filtran nicotina y metales pesados antes de convertirse en contaminación plástica.
Este artículo fue creado en colaboración con National Geographic Society.
Los fumadores del todo el mundo compran alrededor de 6,5 billones de cigarrillos al año. Eso es 18 mil millones por día. Aunque la gran parte de lo que tiene adentro el cigarrillo y su envoltorio se desintegran al fumarse, no todo se quema. Billones de filtros de cigarrillo, también conocidos como colillas, quedan. Se cree que solo una tercera parte va a ir a parar a la basura, mientras que el resto es arrojado a la calle o a través de una ventana con indiferencia.
“Hay algo con arrojar esa colilla de cigarrillo”, señala Cindy Zipf, directora ejecutiva de Clean Ocean Action. “Es tan automático”.
Los filtros de cigarrillos están hechos de plástico denominado acetato de celulosa. Cuando se arrojan en el ambiente, se desecha no solo ese plástico sino también la nicotina, los metales pesados y muchos otros químicos que han absorbido.
Un estudio reciente descubrió que las colillas de cigarrillo inhiben el crecimiento de las plantas. Además, habitualmente llegan a las vías navegables y, finalmente, a los océanos.
Zipf menciona que, por mucho tiempo, las colillas de cigarrillos han estado entre los principales artículos, o cerca de los principales, que su organización encuentra al limpiar las playas. Las mil millones que quedan en el agua son peligrosas para los animales marinos, que pueden comerlas, señala.
“Se ven como un trozo de comida en la superficie del mar”, indica Zipf.
En los últimos años, el problema de la contaminación ha empeorado dado que los cigarrillos electrónicos se han vuelto cada vez más populares y también están hechos de plástico, agrega.
“Se está volviendo tan perverso”, señala Zipf, sobre el uso del cigarrillo electrónico y la consiguiente basura plástica. “Es solo una forma diferente de la misma cosa”.
Del tabaco al plástico
Las personas han fumado o masticado tabaco por milenios. Ya en el siglo XIX, los cigarrillos de papel se habían unido a los cigarros, las pipas y al rapé como formas comunes de consumir tabaco. Pero, al final del siglo, la creación de las máquinas para enrollar cigarrillos, que aumentó la producción drásticamente, comenzó con el camino de la popularidad del cigarrillo.
El siglo XX vio una explosión de tabaquismo. En el 1900, los adultos norteamericanos fumaban un promedio de 54 cigarrillos por año. Para 1960, ese número ya había escalado a más de 4000. En gran parte de ese periodo, los filtros de cigarrillos no existieron. Sin embargo, los efectos en la salud por consumir tabaco se volvieron evidentes.
A partir de finales de la década de 1930, los científicos comenzaron a hacer conexiones entre los cigarrillos y los riesgos para la salud pública. En 1957, el ministro de salud de Estados Unidos declaró, oficialmente, que existía un nexo causal entre fumar y el cáncer de pulmón. Para 1964, el ministerio había encargado y publicado un informe integral resaltaba “un aumento del 70 por ciento en la tasa de mortalidad de los fumadores respecto de los no fumadores”.
A medida que la preocupación pública aumentaba, las empresas tabacaleras buscaban soluciones, una de las cuales fue los filtros de cigarrillos.
“Y estaba este intento de reducir alquitrán y nicotina”, señala Tom Novotny, epidemiólogo de la Universidad Estatal de San Diego quien fue una de las primeras personas en investigar los efectos medioambientales de los cigarrillos.
Para finales de la década de 1950, las ventas de cigarrillos filtrados habían superado a las de cigarrillos sin filtrar.
Novotny dijo que las empresas tabacaleras intentaron una variedad de diferentes materiales de filtro, como el algodón, el carbón y los almidones alimentarios, antes de caer en la fibra plástica denominada acetato de celulosa, que sigue siendo la elección de polímero de hoy.
“Todavía hoy, hay un malentendido generalizado sobre de qué están hechos [los filtros]”, señala Novotny. “Muchos fumadores creen que ya es biodegradable”.
Los filtros pueden tardar años en degradarse y, a medida que lo hacen, se convierten en pequeños pedazos de plástico conocidos como microplásticos, que son una amenaza creciente para las vías navegables y los océanos. Asimismo, las colillas de cigarrillos conllevan una gran carga de materiales tóxicos que pueden ser perjudiciales para la vida marina aledaña, una amenaza que Novotny evaluó en el laboratorio.
Una colilla de cigarrillo en un litro [de agua] mata a la mitad del pez”, afirmó a partir de sus descubrimientos.
Un nuevo plástico que llega a la orilla
Cuando Cindy Zipf va a hacer la limpieza de playas, es normal que encuentre colillas de cigarrillo. Pero, alrededor de cinco años atrás, Zipf comenzó a ver un nuevo tipo de artículo plástico: los cigarrillos electrónicos.
“Son plástico duro por todos lados”, señala. “Parecen unidades pequeñas de computadora”.
En general, los cigarrillos electrónicos constan de cuatro componentes: el cartucho o contenedor que contiene la solución “de carga electrónica”, un elemento para calentar, una batería y una boquilla. Aunque hoy los contenedores son reemplazables, en un principio, el aparato era desechable. El plástico y el sistema de circuitos iba directo a la basura, o a la calle.
El uso de cigarrillos electrónicos se ha disparado. Por ejemplo, Juul, el fabricante líder, vio que sus ventas aumentaron casi siete veces entre 2014 y 2017. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unido (FDA, por su sigla en inglés) dijo que el aumento en el uso, en especial en los jóvenes, es “sorprendente.” Hoy en día, más de 10 millones de norteamericanos usan cigarrillos electrónicos.
A medida que el dominio de los cigarrillos electrónicos ha crecido, también lo ha hecho la necesidad de deshacerse de la basura. Pero su mezcla de componentes electrónicos y nicotina los pone en una zona gris para su desecho, menciona Yogi Hendling, profesor de la Universidad de California, San Francisco, y uno de los investigadores principales del tema.
“Los cigarrillos electrónicos están considerados como basura peligrosa y como basura electrónica”, explica, y señala que, cuando va a las escuelas secundarias, se encuentra con “cientos” de contenedores de Juul en los estacionamientos. “Desde el punto de vista normativo, no hemos encontrado la manera de lidiar con esto”.
Recién ahora, se están empezando a estudiar los efectos de la basura de los cigarrillos electrónicos. Por ejemplo, Novotny ha comenzado a examinar la toxicidad para la vida marina, como lo hizo con las colillas de cigarrillos.
En las playas, Zipf dijo que los contenedores plásticos se estaban amontonando tan rápido que su organización estaba considerando convertirlos en un elemento permanente del marcador de la recolección que los voluntarios llevan consigo cuando cuentan los elementos.
Zipf señala: “Parece que seguimos encontrando nuevos y diferentes usos (usos ineficientes) para el plástico”.
¿Prohibir las colillas?
La ciudad de San Francisco gasta alrededor de USD 7,5 millones al año en limpiar las colillas de cigarrillos, y no es el único municipio que está lidiando con dicha basura.
“Es la última forma de basura que resulta aceptable”, indica Novotny. “Es más probable que las personas levanten los excrementos de sus perros a que levanten las colillas de cigarrillo”.
Novotny propone una solución radical: prohibir las colillas de cigarrillo por completo.
Los filtros no han demostrado mejorar los efectos en la salud, dijo. Y es probable que hasta estén empeorando el problema dado que hacen que fumar sea una experiencia menos hostil y les dan a las personas una sensación de que se están haciendo menos daño. Asimismo, apunta a los beneficios medioambientales y ha abogado por una prohibición para los filtros de plástico desechables, un paso que el Senado estatal de California está considerando actualmente.
“Es una gran intervención que creo podría funcionar”, indica.
Hendlin coincidió en que el cambio era posible solo si provenía de la presión legislativa. Y señaló algunos documentos que mostraban que la tabacalera R.J. Reynolds ha estado explorando filtros biodegradables desde la década de 1970, y, a pesar de esto, hoy, el acetato de celulosa sigue siendo el patrón utilizado. La gran parte de las empresas también ha explorado alternativas a los materiales de los filtros, pero “no apretaron el gatillo porque no los han forzado”, menciona.
“Están listos, aunque reacios”, agrega Hendlin.
Las empresas argumentan que los filtros son fundamentales para que las emisiones se ajusten a la normativa y son los consumidores los que no quieren cambiar los filtros.
Imperial, una de las marcas tabacaleras más grande del país, probó filtros de papel en Francia, pero, según un vocero, “lamentablemente, fue un fracaso comercial”. Mencionó que a los consumidores no les gustó el sabor.
Como lo expresa Simon Cleverly de British American Tobacco: “Actualmente, no hay alternativa posible para el acetato de celulosa en los filtros”.
Algunas empresas afirman que hacen productos más respetuosos del medioambiente, como Smokey Treats y Greenbutts. El presidente de Greenbutts, Tadas Lisauskas, afirma que la empresa está negociando con los principales fabricantes para implementar sus filtros. Pero Novoyny y Hendlin se muestran escépticos sobre el hecho de que estas incipientes empresas puedan atacar la raíz del problema: la fuerte tendencia de las personas a arrojar las colillas de cigarrillos al piso.
Los cigarrillos plásticos presentan un irritante problema plástico similar. Los contendores deben enjuagarse antes de tirarse a la basura regular y, desde 2018, Juul publicó en Twitter que no existe “actualmente un programa de reciclaje disponible”.
Hendlin advierte que rediseñar los cigarrillos electrónicos para usar menos o nada de plástico es una propuesta costosa que las empresas parecen reacias a emprender. Y sugiere que una opción mejor es un sistema de depósito como el que existe para los recipientes de propano.
“Cuando vayas a comprar tus próximos contenedores”, señala, “cambias tus cartuchos viejos por nuevos y recuperas tu [dinero]”.
Como señala el vocero de Juul, la empresa ya está explorando opciones similares y probándolas internamente. “Estamos comprometidos con la administración responsable y con la sustentabilidad medioambiental”, escribe en un correo electrónico. “Nos tomamos en serio el impacto medioambiental”.
Se han tomado algunas medidas a fin de abordar los peligros plásticos que presentan los cigarrillos. En 2016, India prohibió el uso de paquetes plásticos para los productos de tabaco. Este año, en Nueva Jersey, una ley entró en vigencia para restringir fumar cigarrillos comunes y electrónicos en parques públicos y playas. Pero Zipf advierte que, probablemente, muchas personas continúen arrojando las colillas o tirando los contenedores, y los plásticos que vienen con ellos, cuando no lo deberían hacer.
“Creo que es la ignorancia de lo conveniente”, señala. “No hay excusa real”.
National Geographic está comprometido con la reducción de la contaminación plástica. Esta historia forma parte de ¿Planeta o Plástico?—nuestra iniciativa plurianual para crear conciencia sobre la crisis global de residuos plásticos. Aprende qué puedes hacer para reducir tu uso de plásticos desechables y asumir también el compromiso de cuidar el planeta.