La ingesta de plástico fue registrada en más de 1.500 especies
Residuos plásticos en el Mar de los Sargazos, en el Atlántico Norte. Es evidente la similitud entre ciertos artículos, que tardan siglos en desecharse, y las posibles fuentes de alimentos para animales.
- Se ha registrado la ingesta de plástico por parte de animales en ocho filos y en más de la mitad de los órdenes de vertebrados.
- La ciencia evidenció más de 1.500 especies de animales, desde pequeños invertebrados terrestres, elefantes, ballenas o incluso zooplancton que ingirieron plástico.
- El entorno marino acumula la mayor cantidad de registros, con más de 1.200 especies.
- Actualmente, en entornos marinos, hay siete veces más registros de ingesta de plástico por parte de animales de lo que mostró la primera revisión de la literatura en 1997.
- Ya se ha registrado que más del 60% de las especies de aves y mamíferos marinos ingirieron plástico, abarcando todas las familias de estos grupos.
Julio Sin Plástico, un movimiento social global dedicado a poner en la arena de discusión el tema e intensificar las alertas sobre el impacto de este tipo de contaminación en los entornos, las personas y la biodiversidad, ganó este año un componente significativo: una edición especial de la revista científica Science. El texto de apertura afirma que el “momento de prevenir la contaminación plástica ha terminado; sin embargo, el momento de cambiar el futuro de los plásticos en nuestro mundo es ahora”.
Titulado Our Plastic Dilemma (Nuestro Dilema Plástico), el especial cuenta con una serie de revisiones (tipos de artículos científicos que organizan y analizan, en un solo texto, estudios sobre un tema específico). Una de las revisiones más destacadas es el trabajo Plastic ingestion as an evolutionary trap: Toward a holistic understanding (La ingesta de plástico como trampa evolutiva: hacia una comprensión holística), que presenta el impacto del material en las cadenas alimentarias y en varias ramas del árbol de la vida.
El artículo es de autoría de los brasileños Robson G. Santos –de la Universidad Federal de Alagoas– y Ryan Andrades –de la Universidad Federal de Espírito Santo– y del argentino Gabriel E. Machovsky-Capuska –investigador de las universidades Massey, en Nueva Zelanda, y en Sídney, Australia. Los tres estudian cómo la ingesta de plástico provocada por acciones humanas es un problema para la evolución de las especies animales en el mar, la tierra y el agua dulce.
Se ha registrado la ingesta de plástico en más de 1.500 especies y está en casi todas partes, desde las cadenas alimentarias acuáticas hasta más de la mitad del orden de los vertebrados, señala la revisión.
“Está general. Desde invertebrados en la Antártida hasta, elefantes, ballenas, o incluso zooplancton. Está todo el mundo comiendo plástico, no importa su historia evolutiva o posición ecológica”, dijo Robson G. Santos en una entrevista a National Geographic.
“Es general. Desde invertebrados en la Antártida hasta elefantes, ballenas o incluso zooplancton. Está todo el mundo comiendo plástico, no importa su historia evolutiva o posición ecológica”
El hallazgo forma parte de la primera etapa del trabajo, en la que los científicos realizaron un muestreo general del problema. Buscaron investigaciones sobre el plástico en todo tipo de organismos, incluidos peces, aves, mamíferos, reptiles e invertebrados.
“Intentamos hacer una revisión más completa posible. Teníamos una base de más de cinco mil artículos, comenzamos a organizar cuáles eran realmente sobre plástico y qué artículos cumplían con los criterios para que se considere como ingesta de este material. Había que quedar claro que era plástico y había que tener el registro de la especie. Y así llegamos a estas cifras”, explica el investigador.
La velocidad con la que transformamos entornos se refleja incluso en el método de estudio y registro. El número de especies afectadas y, consecuentemente, sus registros en artículos científicos, aumenta cada mes.
“Si volvemos a hacer la investigación, el número habrá aumentado. En el proceso de revisión, cuando entraba en la literatura para revisar, ya había cuatro especies más que no estaban incluidas en mi trabajo”, señala Santos.
El profesor cree que cuanta más investigación se haga, mayor será la tendencia de aumento de los números.
Principalmente porque todavía se exploran muy poco los entornos terrestres y de agua dulce en comparación con el entorno marino. En lo que se refiere a la ingestión de plástico, y si pensamos en el camino que toman los residuos, es un punto importante: se generan mayoritariamente en el medio terrestre, se los transportan por medios de agua dulce (ríos) hasta llegar al océano. Estudios del Instituto Oceanográfico de la Universidad de San Pablo muestran que al menos el ochenta por ciento de los desechos plásticos que terminan en el mar provienen de la tierra.
Por otro lado, el suelo agrícola tiene más partículas plásticas que sedimentos marinos, enfatiza Santos, pero aún carece un mayor enfoque de la ciencia en el plástico para entender el problema. “Muchos de los registros terrestres de los artículos no eran acerca del plástico, sino sobre la alimentación de animales, donde se había encontrado plástico”, explica.
El entorno marino acumula la mayor cantidad de registros de ingesta de plástico, con más de 1.200 especies registradas, incluidas todas las familias de mamíferos y aves marinos.
Desde un punto de vista ecológico, el material está presente en prácticamente todos los nodos de las redes alimentarias acuáticas. Por otro lado, el medio marino es el que tiene más datos disponibles en artículos científicos.
La trampa evolutiva
Responder por qué los organismos vivos ingieren plástico es la principal clave del trabajo de los investigadores. Aquí es donde entra la teoría de la trampa evolutiva: cuando hay un cambio antropogénico muy rápido en el entorno, se genera señales que los animales pueden malinterpretar; estos animales han evolucionado tras aprender y relacionarse con estas señales durante miles de años. En otras palabras, la especie humana interfiere abruptamente en el entorno, confundiendo los ciclos de la vida.
El investigador explica la idea utilizando el caso del entorno terrestre. “Comienza con una idea inicial de cambio del hábitat, se tala un pedazo de bosque y emerge un área de borde del bosque. Entonces, los animales terminan optando por ese lugar. Solo que ese lugar no estan bueno. Envía las señales de algo bueno, pero cuandoel animal se dirige allí atraido, hay consecuencias negativas”. Al animal lo impulsa la idea de que el entorno puede ser propicio para su supervivencia.
En el contexto del plástico, es básicamente lo mismo. La historia evolutiva de los animales construye lo que entienden por comida, con el objetivo de que no necesiten identificar detalles sobre la alimentación. Así, para entender que un pez es un pez, la ballena no necesita saber que tiene escamas, basta con que se parezca lo suficiente a un pez para cruzar su umbral de aceptación. Esa similitud se debe a la forma, el color o incluso el olor. Tal como se aprende de la publicación, esas serían las "señales".
¿Conoces la historia de la tortuga marina que confunde bolsas de plástico con medusas? ¿O el ave marina que se lleva pequeños fragmentos de tapas de botellas a su nido? De eso es de lo que hablamos.
“Desde un punto de vista evolutivo y biológico, el plástico aparece repentinamente en el océano. Desde 1950 hasta ahora, tenemos miles de toneladas que entran en los mares todos los días”, calcula el investigador, al destacar que es parte de la evolución encontrar las señales posibles y no costosas, que son más fáciles y disponibles.
“Hay plásticos para múltiples usos: rígidos, flexibles y en forma de cintas; en todos los tamaños, colores y formas. Sin embargo, también se fragmenta. Esto inevitablemente envía muchas señales a los organismos.”
Otro motivo para la ingesta de basura que menciona el trabajo es el estado nutricional en que el animal se encuentra. Cuanta más hambre tiene, más riesgo corre de ingerir plástico.
Robson comenzó a estudiar el impacto del plástico en la dieta animal en 2010, para su tesis doctoral. Al estudiar la ecología de alimentación de las tortugas verdes marinas en la Universidad Federal de Espírito Santo, descubrió una gran incidencia de plástico en los animales que se habían encontrado muertos.
“Cuando comencé a analizar el contenido de animales varados y muertos, había plástico y más plástico. Se convirtió en mi línea de investigación”, cuenta Santos. “Mi doctorado, que trataría solo sobre ecología alimentaria, acabó por ser un apartado sobre ecología alimentaria y el resto contenía datos sobre contaminación plástica.”
El embrión del artículo publicado de manera destacada en Science surgió allí y se perfeccionó con las contribuciones y a partir del intercambio de información con su colega de laboratorio, en aquel entonces, y coautor del artículo, Ryan Andrades. Gabriel E. Machovsky-Capuska, especialista en nutrición animal, se unió al dúo en 2019.
Desmantelar la trampa evolutiva
“No podemos esperar hasta que los animales evolucionen y aprendan. Tenemos que actuar. No podemos ser pasivos en este punto”, dice Robson, al referirse a la conclusión del artículo. Una de las soluciones que desactiva esta trampa “es reducir la entrada de plástico a los ecosistemas. Este escenario exige un compromiso internacional, con un cambio que debe incluir soluciones pre y posconsumo guiadas por la ciencia”, señala el texto.
Para el investigador, es difícil separar al científico del ciudadano y de la persona que conoce el problema. Dice que, como docente, ha incluido en sus clases el sentido de urgencia y la constatación de que el impacto del plástico es uno de los problemas de la grave crisis medioambiental que vivimos.
“No se puede ver la crisis como algo aislado. Todo está conectado. Hay un vínculo causal en las cosas. Me he dedicado a los impactos antrópicos para intentar transmitir este sentido de urgencia”, comenta Santos. “Algo que creo importante sobre el plástico es que también puede servir para movilizar a la sociedad, porque es algo que mucha gente ve e identifica. Quizás la misma difusión del plástico y las acciones que se realicen sobre él puedan ayudarnos a mover esta máquina y a mitigar nuestra crisis medioambiental".
Toda la producción escrita de la publicación se llevó a cabo durante el período pandémico y terminó por introducir transformaciones en el hogar. “Incluyo la ciencia en mi vida. No hay como publicar una obra como esta, volver a casa y usar desechables”, afirma Santos, quien dice que la familia incluso ha cambiado su dieta. “Es un proceso transformador.”
No dejó de señalar, en varios momentos de la conversación, la importancia y el apoyo de su pareja, la también investigadora Louisa Andrade, en el proceso. “Ella fue la persona que más leyó esta publicación”, bromea, mientras relata emocionado la importancia de tener su primer artículo en la revista en medio de la dificultad de hacer ciencia en Brasil, de la pandemia y con un niño pequeño al que cuidar.
Ofrecer un entorno más justo para todas las especies, con menos plástico, y que desmantele las trampas desde su producción y distribución, evitando que lleguen a los diferentes entornos, es una acción que puede involucrar a todos los eslabones importantes de esta cadena. Ya tenemos algunos caminos y soluciones, todos los cuales exigen que la sociedad, las compañías y los gobiernos trabajen juntos hacia este objetivo.