La inusual dificultad de fotografiar pandas
La fotógrafa Ami Vitale pasó tres años tomando fotos de pandas en China, un proceso no solo emocionante sino también sorprendentemente desafiante.
No se puede negar que es adorable observar a los pandas, pero eso no es lo que hizo que la fotógrafa Ami Vitale se enamorara de ellos. De hecho, encontrar nuevas maneras de fotografiar a estos icónicos osos para National Geographic convirtió a este proyecto en uno de los más desafiantes en los que ha trabajado.
En el transcurso de tres años, Vitale visitó varias bases de pandas administradas por el Centro de Conservación e Investigación del Panda Gigante de China, de las cuales las principales fueron Wolong y Bifengxia.
"A diferencia de la manera en que solemos verlos en el zoológico, como criaturas muy animadas y sociales, o en caricaturas casi como payasescos, los pandas gigantes son un poco escurridizos”, afirma Vitale. En Wolong, donde los pandas viven en grandes hábitats cerrados, el desafío era esperar verlos por los densos bosques de bambú o en la cima de los árboles.
La meta es liberar a los pandas que nacen aquí a su hábitat natural, lo que significa que están absolutamente protegidos del contacto con los seres humanos. Para Vitale, esto le dificultó aún más la posibilidad de acercase. Fotografiarlos en sus hábitats cerrados significó vestir un traje de panda con el olor de la orina y de las heces de este animal, esperando el momento indicado desde el amanecer hasta el atardecer.
Ocultarse de ese modo probablemente provoque que los pandas crean que eres solo un panda con forma extraña.
Desafíos de osos
Bifengxia, un centro de cría e investigación dotado en todo momento de cariñosos cuidadores, brindó varias oportunidades para fotografiar las interacciones entre los pandas. Pero allí el desafío era hacerse camino por los protocolos de los cuidadores protectores que se preocupan mucho más por el bienestar de sus cuidados que por obtener una excelente fotografía.
“No solo se trataba de tener acceso y de ganarse la confianza local”, menciona Vitale, “sino también de poder trabajar con un animal salvaje. [Los pandas bebé] son sensibles y vulnerables. Después de seis meses, tienen dientes y garras”. Después de todo, “son osos”, señala Vitale.
Ahora, Vitale comparte algunos de los trucos que debió aprender mientras tomaba fotografías, compiladas y publicadas en un libro llamado Panda Love: the Secret Lives of Pandas (Amor Panda: la vida secreta de los pandas)
Cuando ocurre una situación que vale la pena fotografiar, debes estar listo. Vitale recuerda esperar durante dos días y dos noches a que una panda mamá diera a luz en su espacio. Poco a poco, “observé que empezaba a comportarse algo diferente, por eso, comencé a prepararme. El bebé apareció, y allí se escuchó ese chillido. Sucedió tan rápido”.
“En cuestión de segundos”, menciona, “Ming Ming la tomó con la boca y nos dio la espalda”.
Presenciar momentos como el nacimiento del cachorro de Ming Ming, mientras fotografiaba a estos animales en estos centros de cría y readaptación a su hábitat natural administrados por el Centro de conservación e investigación del panda gigante de China, conmovió al extremo a Vitale. “Cuando empecé la historia, no tenía esa fiebre loca por los pandas, pero después de compartir tanto tiempo con ellos comprendo por qué las personas la tienen”.
La conexión de los animales
Mientras trabajaba en el libro, Vitale también llegó a entender que los animales no solo son notables por su adorable apariencia, sino también por la conexión que logran con la naturaleza.
“Aquello que realmente conquistó mi corazón es que empiezas a darte cuenta de que son criaturas increíbles, misteriosas y preciosas”, explica.
Los pandas salvajes viven la mayor parte de su vida en soledad en las montañas de China, y se reúnen únicamente durante períodos breves para aparearse y dar a luz. Han evolucionado durante millones de años para seguir una dieta perfectamente adecuada a su hábitat natural: bambú y en grandes cantidades, lo cual los hace especialmente vulnerables a la pérdida del hábitat.
Su dependencia del bambú y su sensibilidad a la pérdida del hábitat colaboró en la disminución de su población, y fueron clasificados como en peligro de extinción en la década de los noventa, dando inicio a un esfuerzo hercúleo de parte de China para salvarlos. Desde el año 2016, los pandas son considerados “vulnerables” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, un grupo que clasifica a los animales amenazados. Representa una mejora a partir del último cálculo, a pesar de que las amenazas a sus hábitat aún existen, sin mencionar la dificultad de criar a estos osos, solitarios por naturaleza, en cautiverio y hacerlo de manera exitosa.
Vitale recuerda un momento en su último día de cobertura de esta historia, tres años después de que comenzó. Se encontraba en Wolong, intentando sacar una buena foto de una panda mamá y su cachorro. “Estaba siempre durmiendo o la madre lo ocultaba. Yo pensaba 'listo, se terminó la historia'. Y justo antes de irme, toma al cachorro con la boca, sube esta cuesta, lo coloca en sus patas y lo alza como si me lo mostrara y luego camina hacia donde se encontraba”.
A pesar de que pudo haber sido una coincidencia, para ella es un ejemplo de conexión emocional y espiritual que establecen los pandas en el corazón de los seres humanos. "Y es esta percepción de nuestra conectividad que lleva a enamorarse de ellos, y luego a tener el coraje de actuar en representación de todas las criaturas con quienes compartimos el planeta", cuenta.
“Salvar la naturaleza se trata de salvarnos a nosotros mismos”, concluye Vitale.