From the Grave

Sínodo del Cadáver, el insólito juicio a un papa después de su muerte

Conocido como el “Sínodo del Cadáver”, el juicio póstumo del papa Formoso fue el resultado del caos del siglo IX, cuando las facciones luchaban por el control de la Iglesia. Y se convirtió en uno de los episodios más extraños de la historia del papado.

El pintor francés Jean-Paul Laurens recreó el juicio de Formoso, vestido con sus ropas papales y apuntalado para enfrentarse a la justicia.

Fotografía de Bridgeman, ACI
Por Alberto Reche Ontillera
Publicado 16 may 2025, 09:05 GMT-3

Debió de ser un shock para el pobre pescador romano que, según la leyenda, sacó del río Tíber el cadáver de un papa muerto. Pocas personas habrían esperado alguna vez dragar los restos de un pontífice que, nueve meses después de su muerte, protagonizó uno de los episodios más insólitos de la historia del papado: un juicio póstumo a un cadáver. La historia del papa Formoso y las indignidades sufridas por sus restos mortales encarnaron la enmarañada política de la Europa de finales del siglo IX.

Un rápido vistazo a la lista de papas de aquella época muestra que la concordia cristiana estaba notablemente ausente de Roma y el Vaticano: En su lugar, reinaba el caos. Entre 872 y 965, fueron coronados en Roma 24 papas (entre 896 y 904, ¡se nombraba aproximadamente un papa al año!) Los riesgos laborales del papado incluían ser depuesto, encarcelado o asesinado. La alta tasa de rotación papal podía atribuirse tanto a las intrigas políticas como a la inestabilidad del gobierno.

Quién fue el papa Formoso y por qué fue excomulgado antes de convertirse en sumo pontífice

A finales del siglo IX, el papado desempeñó un papel central en las violentas luchas por el poder en toda la península itálica. Interviniendo abiertamente en las disputas familiares de los gobernantes de Roma, los pontífices también desempeñaron un papel central en la lucha regional por la supremacía. Este conflicto fue librado, por un lado, por los emperadores carolingios que, a lo largo del siglo IX, se erigieron en protectores de la Iglesia católica y señores de Italia. Su supremacía se vio cada vez más desafiada por florecientes dinastías locales como los duques de Spoleto.

Desde el principio de su carrera, Formoso se vio envuelto en estos complejos conflictos. Desde su consagración como obispo de Oporto (una diócesis situada en la desembocadura del Tíber, ligeramente al norte de Ostia) llevó a cabo numerosas misiones diplomáticas en nombre del papado, que le llevaron a Bulgaria, Constantinopla y la corte carolingia. Formoso se mostró favorable a Arnulfo de Carintia, rey franco de la dinastía imperial carolingia, que aspiraba a ocupar el trono como rey de Italia.

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    Carolingian Emperor Charles III

    Formoso buscó el apoyo de la dinastía carolingia para frenar el creciente poder de los duques de Spoleto.

    Fotografía de Bridgeman, ACI

    La diplomacia de Formoso no cayó bien entre sus superiores. El papa Juan VIII temía que si un rey de una dinastía imperial tan poderosa se convertía en rey de Italia, Roma perdería su independencia. El papa Juan excomulgó a Formoso en 876 y lo expulsó de su diócesis. El y sus seguidores se vieron obligados a huir de Roma bajo la amenaza de un juicio por corrupción e inmoralidad. Encontraron refugio en la corte de Guido III de Spoleto.

    A la espera de que mejorase la situación en Roma, Formoso pasó varios años en el norte de Lombardía. En 883, bajo el nuevo y breve papado de Marino I, se levantó la excomunión de Formoso, que fue restituido a la cabeza de su antigua diócesis de Oporto. Tras la muerte del papa Esteban V en 891Formoso se convirtió en papa.

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    El papa Formoso se convirtió en un aliado del emperador Arnulfo de Carintia

    El nuevo papa tuvo que enfrentarse a una peligrosa situación política. Poco antes del nombramiento de Formoso, Guido III de Spoleto (su antiguo protector) había sido coronado rey de Italia en Pavía. A continuación, se dirigió a Roma para obligar a Esteban V a coronarle emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. 

    Tras la muerte de Esteban V, Formoso tuvo que confirmar la coronación de Guido y reconocer a su hijo Lamberto como sucesor del imperio. Sin embargo, el papa, desconfiando del nuevo emperador y rey de Italia, reanudó sus relaciones diplomáticas con Arnulfo de Carintia, invitándole a enfrentarse a Guido en Italia.

    Para apoderarse de lo que creía suyo por derecho, Arnulfo realizó una primera incursión en Milán y Pavía en 893. Tres años más tarde, Guido había muerto y su hijo Lamberto fue coronado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en Roma. En respuesta, Arnulfo sitió la Ciudad Eterna

    Dentro de Roma, la facción de Spoleto leal a Lamberto se rebeló y encarceló al papa Formoso en el Castillo de Sant'Angelo. Pero fueron incapaces de detener a los invasores. Formoso fue liberado y, pocos días después, coronó emperador a Arnulfo en la basílica de San Pedro. 

    Unos meses más tarde, el pontífice murió, no se sabe si de veneno o de vejez (tenía 80 años). Algunos lo elogiaron como un papa justo y piadoso; otros fueron incapaces de perdonarle que favoreciera al alemán Arnulfo en detrimento del clan italiano de los Spoleto.

    Nonantola Abbey

    La abadía de Nonantola es el lugar donde, en 882, el emperador Carlos III (Carlos el Gordo) pidió al papa Marino I que restituyera a Formoso.

    Fotografía de Andrea Pistolesi, AGE FOTOSTOCK

    El Sínodo del Cadáver: cómo fue la venganza de Lamberto

    La historia, sin embargo, no terminó ahí. Ni siquiera la muerte eximiría a Formoso del aparentemente eterno ciclo de intrigas y luchas internas. A Formoso le sucedió Bonifacio VI, que sólo vivió 15 días de su mandato, y a Bonifacio le sucedió Esteban VI, un antiguo seguidor de Formoso que también reconoció inicialmente al emperador Arnulfo.

    Sin embargo, en cuanto Arnulfo abandonó ItaliaEsteban VI se alineó con la familia local de los SpoletoLamberto fue a Roma, que ya había sido tomada por sus partidarios, para convencer al nuevo papa de que condenara las acciones de Formoso y manchara su reputación, a pesar de que el hombre estaba muerto y enterrado.

    Esta condena, insistió Lamberto, tenía que ser pública para avergonzar a los seguidores de Formoso. Se llevaría a cabo bajo la solemnidad del derecho canónico y se celebraría ante la curia papal y la nobleza romana. Lo más extraño de todo es que se decidió que el propio Formoso asistiría a su juicio póstumo.

    El insólito juicio al papa Formoso

    El acontecimiento se preparó cuidadosamente hasta el último detalle. A principios de 897el papa Esteban VI y Lamberto ordenaron que el cadáver de Formoso fuera desenterrado y llevado a San Giovanni in Laterano para el proceso. El juicio se convocó en sínodo con la asistencia de todos los cardenales, obispos y demás dignatarios eclesiásticos.

    Vestido con sus ornamentos papales oficiales, el difunto papa fue sentado en una sillaAl cadáver acusado se le asignó un abogado defensor y se le leyeron los cargos. Una de las acusaciones decía que su nombramiento como papa había sido ilegal porque en ese momento era obispo de Oporto. Esto violaba el derecho canónico, se le dijo al acusado. 

    Dirigiéndose directamente al cadáver, el abogado del papa Esteban le preguntó: “Siendo obispo de Oporto, ¿por qué, con gran ambición, usurpó esta sede del Apóstol?”. Un diácono fue designado para hablar en nombre del difunto. Las fuentes dicen que leyó sobre todo declaraciones preparadas.

    Se desconoce si el abogado del papa fallecido se atrevió a montar mucho más en defensa. En cualquier caso, la sentencia es inapelable. El sínodo firmó la orden de deponer a Formoso, y luego lo condenó y revocó todos sus nombramientos, de modo que todos los clérigos ordenados por él se vieron obligados a repetir de nuevo el proceso de nombramiento.

    El cadáver de Formoso fue despojado de sus vestiduras papales. Le cortaron los tres dedos que había utilizado en consagraciones y bendiciones. El cuerpo fue vestido con ropas comunes y enterrado en una fosa común. No contento con ese resultado, Esteban VI hizo desenterrar de nuevo el cuerpo y arrojarlo al Tíber.

    Incluso para los romanos de la época, acostumbrados a una agitación política interminable, este episodio marcó un punto bajo inaceptableEsteban VI fue encarcelado y estrangulado pocos meses después del Sínodo del Cadáver. Dos años después, el papa Juan IX restituyó al papa Formoso y prohibió los juicios de los papas fallecidos.

    El juicio de Formoso sigue siendo uno de los capítulos más extraños de la larga historia de la Iglesia católica. La historia del humilde pescador que sacó los restos del papa Formoso del Tíber bien puede ser un mito, pero sabemos que la historia del cuerpo deshonrado de Formoso tiene un final: en 897, fue enterrado de nuevo con todos los honores cristianos.

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