El 75% de las áreas terrestres del planeta se encuentran degradadas
Un nuevo informe advierte que el daño ambiental amenaza el bienestar de 3200 millones de personas. No obstante, las soluciones están al alcance.
Más del 75 por ciento de las áreas terrestres del planeta se encuentran significativamente degradadas, lo que perjudica el bienestar de 3200 millones de personas, según indicó la primera evaluación exhaustiva y basada en la evidencia. Estas tierras que se han convertido en desiertos, que están contaminadas o que han sido deforestadas y transformadas para llevar a cabo la producción agrícola también constituyen las causas principales de la extinción de especies.
Si esta tendencia continúa, el 95 por ciento de las áreas terrestres del planeta podrían degradarse para el 2050. EL informe advierte que esa situación podría obligar a que cientos de millones de personas migren, a medida que colapsa la producción de alimentos en muchos lugares.
“La degradación de la tierra, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático son tres caras diferentes del mismo desafío principal: el impacto cada vez más peligroso de nuestras elecciones en la salud de nuestro entorno natural”, comenta Sir Robert Watson, quien preside de la Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services (Plataforma Intergubernamental de Política Científica en Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas; IPBES), que elaboró el informe (publicado el lunes en Medellín, Colombia).
La IPBES es el “IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) de la biodiversidad”, una evaluación científica del estado de la vida no humana que conforma el sistema de sostén vital de la Tierra. La evaluación sobre la degradación terrestre llevó tres años e incluyó a más de 100 expertos destacados de 45 países.
La rápida expansión y el manejo no sostenible de tierras de cultivo y pastoreo son los principales impulsores de la degradación terrestre ya que causan pérdidas significativas de biodiversidad e impactan en la seguridad de los alimentos, la purificación del agua, la provisión de energía y otras contribuciones de la naturaleza que son esenciales para los seres humanos. “Esto ha alcanzado ‘niveles críticos’ en muchas partes del mundo”, expresó Watson en una entrevista.
Causas subyacentes
Los humedales han recibido el mayor impacto, con un 87 por ciento de pérdidas globales en los últimos 300 años. Se ha perdido cerca de un 54 por ciento desde 1900. Los humedales se siguen destruyendo en el sureste de Asia y en la región del Congo de África, principalmente por las plantaciones de aceite de palma.
Los impulsores subyacentes de la degradación terrestre, indica el informe, son los estilos de vida de un alto consumo en los países económicamente más desarrollados, combinados con un consumo en crecimiento en los países que tienen economías emergentes o en desarrollo. El consumo per cápita alto y en crecimiento, intensificado por el crecimiento poblacional continuo en muchas partes del mundo, producen niveles no sostenibles de expansión agrícola, de extracción de minerales y recursos naturales, y de urbanización.
“Hemos estado al tanto de esto durante más de 20 años y, sin embargo, la situación no mejora”, comenta Luca Montanarella, un científico experto en suelos de Italia y co-coordinador de la evaluación.
La mayoría de los gobiernos rara vez consideran que la degradación terrestre sea un problema apremiante, a pesar de que muchos han firmado un acuerdo internacional para alcanzar la neutralidad respecto de la degradación terrestre para el 2030. “Debemos encontrar un equilibrio estable entre nuestro estilo de vida y nuestro impacto en la naturaleza”, expresa Montanarella en una entrevista en Medellín.
Poner fin a la degradación terrestre y restaurar las áreas terrestres degradadas harán que la humanidad llegue a un tercio del recorrido hacia mantener el calentamiento global por debajo de los 2 °C, los científicos del cambio climático objetivo afirman que debemos evitar los impactos más devastadores. Solo la deforestación es responsable del 10 por ciento de todas las emisiones derivadas de la actividad humana.
Las soluciones abundan
Para las regiones en desarrollo, como algunas partes de Asia y África, el costo de la inacción ante la degradación terrestre es al menos tres veces mayor que el costo de la acción. Y los beneficios de la restauración son 10 veces mayores que los costos, según descubrió el informe.
Poner fin a los subsidios de producción en los sectores agrícolas, energéticos, de pesca y otros sectores contribuirá considerablemente a reducir la presión sobre la naturaleza. “Aproximadamente el 25 por ciento de África ha interrumpido la cría bovina y ovina por el solo hecho de que se ha vuelto demasiado árida y poco productiva como para que sea rentable”, explicó Robert Scholes, un ecologista sudafricano y cocoordinador de la evaluación.
“En estas tierras, se está volviendo a la vida silvestre, que está mejor adaptada a esas condiciones”, comentó Scholes. “Lo mismo está ocurriendo en Australia”, agrega.
Existen numerosos enfoques que han demostrado ser eficaces para revertir estas tendencias, incluida la planificación urbana, la revegetación con especies autóctonas, el desarrollo de infraestructuras ecológicas, la restauración de suelos contaminados que han sido cubiertos (p. ej., debajo del asfalto), el tratamiento de aguas residuales y la restauración de los cauces de los ríos. “Es necesario manejar las áreas terrestres a una escala de paisaje, donde las necesidades de agricultura, industria y áreas urbanas puedan equilibrarse de manera holística”, indica Scholes.
“También se necesita más información de mejor calidad y de acceso libre sobre los impactos en los productos básicos comercializados”, añade. Muchos países ricos trasladan sus impactos ambientales fuera de sus territorios al importar enormes cantidades de alimentos, recursos y productos desde otros países. Por ejemplo, la Unión Europea importa entre el 30 y el 40 por ciento de sus alimentos.
“Mediante este informe, la comunidad mundial de expertos ha transmitido una advertencia directa y urgente, acompañada de opciones claras para abordar el terrible daño ambiental”, concluye Watson.