¿Cómo los océanos cálidos "sobrealimentan" a los huracanes mortales?
A medida que las tormentas tropicales se desplazan sobre océanos con temperaturas récord, pueden convertirse en supertormentas mortales.
El agua cálida es como el combustible de las tormentas tropicales y los huracanes: cuanto más caliente está el agua, más potente es el combustible.
A medida que el planeta se calienta, ese combustible se vuelve más potente, y la relación entre fenómenos meteorológicos extremos como los huracanes y el cambio climático es cada vez más clara. Las temperaturas más cálidas del aire y del mar contribuyen a que los huracanes sean más potentes y mortíferos.
En 2019, las mismas aguas perennemente cálidas que atraen a los turistas a las Bahamas también ayudaron a sostener el huracán Dorian, una de las tormentas más destructivas jamás vistas en la región. Regiones históricamente más frías como el norte del océano Atlántico también se están calentando, una tendencia preocupante para quienes viven en la cuenca atlántica de huracanes.
Los datos muestran que los océanos del mundo nunca han estado más calientes.
(Ver también: ¿Cómo diferenciar un huracán de un ciclón tropical?)
¿Cómo se forman los huracanes?
Un huracán comienza como un cúmulo de tormentas eléctricas sobre el océano. Muchos comienzan frente a la costa occidental de África, cuando una corriente en chorro hacia el oeste, denominada chorro de levante africano, atraviesa el Atlántico oriental. Los cambios estacionales anuales de temperatura alteran la latitud de la corriente en chorro, lo que da lugar a vientos de baja presión que se desplazan por el aire en forma de olas.
Estos vientos se mueven como látigos sobre el océano, obligando al agua a evaporarse y ascender a la atmósfera, donde se enfría, se condensa y forma nubes de tormenta. Se calcula que el 85% de los grandes huracanes del Atlántico nacen frente a las costas africanas.
Cuando esas tormentas están expuestas a suficiente agua cálida y vientos hacia el oeste, pueden formar una depresión tropical, en la que una zona de aire más seco y frío se apresura a llenar el vacío dejado por el aire cálido que asciende rápidamente.
En el hemisferio norte, las tormentas giran en sentido contrario a las agujas del reloj debido al efecto Coriolis, un término que se refiere a cómo los objetos se mueven a través de nuestra Tierra en rotación.
Cuando una tormenta de este tipo se detiene sobre tierra, como ocurrió con el huracán Harvey en Houston en 2017 y el huracán Florence en las Carolinas en 2018, suele debilitarse rápidamente porque ya no tiene agua caliente que la alimente.
Cómo el calor crea supertormentas
Tanto la temperatura en la superficie del océano como la profundidad de esa agua cálida contribuyen a la fuerza que adquiere un huracán.
Sobre aguas cálidas, una depresión tropical absorberá más vapor de agua caliente como un popote o sorbete, lo que fortalecerá el sistema y condensará la baja presión seca en el centro. Es entonces cuando se forma una tormenta tropical.
A medida que la tormenta continúa absorbiendo vapor de agua, empuja más viento hacia los bordes exteriores del sistema tormentoso, haciendo que el viento absorba más humedad y creando un bucle de retroalimentación. Si se mantiene, el centro de baja presión de una tormenta tropical formará el ojo de un huracán.
Según la NASA, para que se forme un huracán, la temperatura de la superficie del océano debe rondar los 26 °C, y una depresión tropical solo se convierte en huracán cuando alcanza vientos de 119 kilómetros por hora.
El calor influye en la fuerza con que gira el huracán, pero son los vientos atmosféricos los que deciden la rapidez con que un huracán se desplaza por el océano.
¿Cómo afecta el cambio climático a los huracanes?
Para determinar la relación entre una tormenta concreta y el cambio climático, los científicos realizan lo que se denomina un análisis de atribución. Modelizando las condiciones climáticas que podrían haber existido sin temperaturas más cálidas, los científicos pueden reconstruir el comportamiento de una tormenta en esas condiciones alternativas.
Un análisis de la mortífera temporada de huracanes de 2020 reveló que el cambio climático hizo que la superficie del mar se calentara más y que, en consecuencia, los huracanes de la temporada fueran más lluviosos. Por cada grado de aumento de la temperatura, la atmósfera puede transportar un 7 % más de vapor de agua.
El calentamiento del océano también está contribuyendo a que las tormentas sufran una "intensificación rápida", es decir, que aumenten drásticamente de intensidad en menos de un día. Esto hace más difícil para los meteorólogos predecir con antelación el comportamiento de las tormentas y advertir a quienes puedan estar en peligro.
Aunque la categoría 5 es actualmente la designación más alta para un huracán, algunos ingenieros se están preparando para un futuro en el que los vientos de tormenta superen nuestras expectativas, creciendo hasta convertirse en una llamada "categoría 6".
Este artículo se publicó originalmente el 5 de septiembre de 2019. Se ha actualizado con nueva información.