5 propuestas originales para explorar República Dominicana
Para aquellos viajeros curiosos, el país caribeño tiene mucho más para ofrecer que complejos vacacionales con todo incluido
Con su surf cerúleo y sus horas de sol interminables, República Dominicana es el destino ideal para las personas que buscan una escapada sin preocupaciones, con todos los servicios incluidos. Pero más allá de los complejos vacacionales, existen diversos lugares poco valorados, que ofrecen a los viajeros aventuras inolvidables y paisajes dignos de Instagram.
Parque Nacional Los Haitises
Esta área protegida en la costa del noreste es, al mismo tiempo, un sitio arqueológico y un jardín edénico, que presenta cerros de piedra caliza erosionada, espesos manglares y múltiples socavones y cavernas.
A medida que se acerque al parque en barco, bordeará islotes donde los pájaros bulliciosos protegen sus nidos ocultos en árboles y rincones escarpados. Las fregatas son una de las especies más llamativas. No necesita ser un experto en aves para maravillarse con los machos, que inflan el buche carmesí hasta alcanzar el tamaño de un melón, para cortejar a las hembras parduzcas, negras y blancas.
Atrévase a ingresar en las oscuras cavernas del parque y disfrute de las colecciones más grandes de petroglifos del país, creadas por los pueblos originarios taínos. Los dibujos precolombinos de pájaros, ballenas y dioses narran la historia del país más allá de los idiomas.
Vuelo en globo aerostático
Los paseos en canoa son una de las actividades más populares en República Dominicana, pero ¿no le gustaría cambiar las aguas turquesas por los cielos azules? En Punta Cana, puede surcar los cielos en el único viaje en globo aerostático autorizado del Caribe.
El piloto del globo, Luis Leonardo, agasaja a los viajeros con historias fascinantes en el aire, y luego los deslumbra con un espectáculo mágico en un desayuno con champaña en tierra firme.
Para ver el amanecer, tendrá que levantarse a las 4:30 a.m.. ¡Vale la pena! Podrá sobrevolar los campos de cañas de azúcar mientras el sol emerge del océano, y vivir una experiencia inolvidable que lo dejará sin palabras.
Esnórquel en una playa escondida
¿Por qué abandonar la playa del hotel, con sus toallas impecables y sus cócteles frutales a toda hora, en busca de una ribera menos acogedora? En la playa Frontón encontrará la respuesta.
Solo puede acceder allí en bote o con una ardua caminata, y es un testimonio de los variados paisajes de República Dominicana. Las playas angostas y salpicadas de palmeras, junto a un encumbrado acantilado, atraen tanto a los escaladores como a los amantes de las playas a este recóndito lugar.
Frontón también es el lugar elegido para hacer esnórquel. No se conforme con los bancos de coral cercanos a la costa: los arrecifes con mayor actividad se encuentran más al norte, donde el acantilado se hunde en el mar. Allí, entre las delicadas praderas submarinas y los coloridos peces, encontrará una asombrosa colección de erizos de mar rojos, azules y violetas. (Solo debe asegurarse de usar calzado para agua).
Cabalgata hasta la cascada El Limón
Aléjese de la costa para realizar una excursión tierra adentro a El Limón, una cascada ubicada en la península de Samaná. Para llegar a este sitio recluido, recorrerá paisajes tropicales prístinos a caballo, mientras su guía le ayudará a identificar lagartijas, árboles florales paradisíacos y veloces colibríes.
Acallada por el espeso follaje, la cascada El Limón hace una aparición triunfal: a medida que se acerca a la cresta de una de las tantas colinas, aparece súbitamente, como si el bosque corriera el telón de un teatro. Elija usted mismo el camino para descender por peldaños rocosos hasta un riachuelo y reconfórtese con una zambullida en la piscina natural, debajo de la cascada.
Ciudad de Samaná
A pesar de la creciente popularidad de la península, Samaná ha logrado mantener su bajo perfil. La ciudad recibe a la mayoría de sus visitantes entre enero y marzo, durante la época de migración de las ballenas jorobadas. Pero durante el resto del año, este pueblo portuario, aparentemente dormido, es un lugar asombroso para descubrir la vida diaria de los dominicanos.
Erigida con piezas enviadas a la isla desde Inglaterra a fines del siglo XIX, la modesta Iglesia Evangélica Dominicana se convirtió en un lugar de veneración para los esclavos liberados y sus descendientes. En el lado oeste de la ciudad, el dinámico Mercado Samaná, muy poco frecuentado por turistas, ofrece productos y especias regionales, mientras los niños juegan a perseguirse y los hombres juegan al dominó.
Por las noches, Samaná se calza sus zapatos de baile. Los bares y los clubes, que parecen muertos durante el día, cobran vida repentinamente a medida que los residentes salen a bailar merengue.